Perfecto Desconocido

Primer día

Detestaba el sonido del despertador, podía sentirlo en mis entrañas haciendo -pi pi pi pi- Era tan horrible que podría romperlo en cualquier momento. Saqué sólo la mano de las sábanas e intenté buscarlo, tras varios intentos fallidos, bufé y levanté mi cara de la almohada para apagarlo.

Caminé hasta el baño en busca de poder despertarme completamente, las madrugadas no eran mi potencial y sólo podía pensar en seguir durmiendo en cada momento que encontraba un espacio adecuado para el sueño.

Como por ejemplo, el colegio

Dejé que el agua se templara para ducharme con más comodidad y  cuando vi el vidrio del baño empañarse supe que ya estaba lo suficientemente tibia para poder entrar. 
Luego de una ducha de más o menos quince minutos salí del baño y caminé hasta el gran armario con el propósito de encontrar algo cómodo para tomar mis merecidas clases. Opté por colocarme un jean con una blusa de tirantes color vinotinto, unos tenis blancos y llevaría un suéter por si encendían casualmente los aires acondicionados. 
El rector explicaba por medio de unas extensas charlas que los aires no se encendían debido a la simple razón de que debíamos cuidar al medio ambiente y los ecosistemas a nuestro alrededor. Sin embargo, se sabía que era una cortina de humo para generalizar que no gastará tanto dinero en luz aún sabiendo la cantidad de dólares por mensualidsd gastada de cada estudiante en el prestigioso colegio.

Tomé una manzana y salí de casa para buscar a Amber. Después de unos minutos conduciendo con una mano al volante y la otra en la manzana, vi a mi querida mejor amiga con una terrible cara de pie en la acera. 
 


 

- Llevo casi media maldita hora esperándote - Gruñó subiéndose al auto.
 


 

- El auto se apagó y no encendía - Mentí escondiendo mi sonrisa en la manzana. 
 


 

La simple razón por la que no tenía auto era porque su madre no confiaban con plenitud al dejar su hija al volante reprochado que carecía de responsabilidad absoluta. 
De hecho tampoco entendía la razón por la cual mis padres me confiaban un auto sabiendo el nivel de desconcentración que padecía. 
 


 

- Eres una mentirosa - Rió e hizo una pausa para continuar - Cambiando el tema, ¿Qué tal tu niñero? - Le había contado el día anterior de la terrible noticia que rondaba en mi cabeza. 
 


 

Rodé los ojos - No lo sé , no me importa, no me interesa, ya quiero que se largue... Y nisiquiera ha llegado.
 


 

- ¿Cómo crees que sea? - Preguntó pícara subiendo y bajando las cejas para yo hacer una mueca. 
 


 

- A lo mejor un nerd, con sus pantalones altos, su camisa dentro de ellos y unos grandes lentes - Ella rió y mordió su labio inferior.
 


 

-¿Y si es sexy y lindo?- Alzó ambas cejas.
 


 

- No lo creo pero igual, ¿Piensas que yo estaría con un tipo que cuida a adolescentes? No querida, sabes que no son mi tipo. 
 


 

- Tú tipo son los empresarios que sólo tienen dinero, ayudan a tu familia a prosperar y te llenan de lujos  - Repitió mi dicho y sonreí satisfactoriamente. 
 


 

- Me conoces más que yo misma. 
 


 

Al llegar al colegio no me estacioné en el parqueadero sino hasta que encontré el lugar perfecto justo en la sombra. Entramos y caminamos hasta los casilleros, los tres seguidos exactamente. Vi a Cam en el suyo mirándose en el diminuto espejo de este y corrí hasta allí para cerrarle la puerta del casillero en su cara.
 


 

- ¿Qué mier...? - Dejó su oración en el aire y rodó los ojos - Oh eres tú.
 


 

- Así saludas a la futura madrina de tus hijos - Negué con la cabeza y él rió.
 


 

- No tendré hijos, no quiero verme como tus vecinos - Me señaló y reí, cuando justo llegó Amber a nuestro lado.
 


 

Mis vecinos eran dos padres que trabajaban continuamente para sacar adelante a sus ocho hijos — Muy bendicidos — Le daban explicación a este acontecimiento por medio de una religión en la que debían fornicar sin cuidarse y así conseguirían entrar al cielo sin ningún obstáculo. 
¿Qué podía decir? Cada uno tiene sus creencias.
 


 

- Cameron Trainer - Amber entrecerró los ojos - Gracias a ti, debo esperar a Amy en la acera como por media hora.
 


 

- Hey, no es media hora son quince minutos nada más - Me defendí y ella hizo un mohín con sus manos en señal de tener la completa razón. 
 


 

- Lo siento, mi madre descompuso el de ella y ahora toma el mío en las mañanas - Sacó un libro de su casillero y justamente sonó el timbre - Las veo luego o el entrenador me matará - Mandó un beso para cada una y salió corriendo hasta que lo perdimos de vista al final del pasillo.
 


 

La mañana en el colegio era realmente agotadora, sólo explicaban e inmediatamente dejaban trabajos que carecian el mayor tiempo posible para resolverlos, sin embargo si trabajaba continuamente pasaban rápido las horas.
 


 

Ya estaba en la casa de Amber dejándola como habitualmente lo hacía - Me cuentas como te va con tu nuevo niñero. Ahora debo cuidar al demonio, la niñera renunció - Suspiró con total cansancio y reí por su expresión recordando al demonio de su hermanito, tan sólo le faltaba ser rojo para compararse con el diablo. 
 


 

- Si sigues con lo del niñero, mañana te podrás ir caminando al colegio - Me burlé y vi su cara de ofensa para luego soltar una carcajada.
 


 

El camino a casa fue largo debido al trancón que se formaba a la hora del almuerzo, lo único que lo hacía un poco mejor era el aire acondicionado y el olor que producía el ambientador a frutos rojos. 
 


 



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En el texto hay: juvenil, amor juvenil, amor adolescente

Editado: 11.07.2020

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