Perreador

Capítulo 6

Unas terribles pulsaciones en las sienes sacuden el sueño de Nico, ya despierto, o al menos eso cree él, se levanta dando tumbos después de haber estado echado boca abajo sobre el sofá por varias horas, busca, de entre los vacilantes espectros de la resaca, cualquier cosa líquida que estuviera a su alcance para poder hidratar su craquelada lengua desértica, además de la garganta rasposa. En la mesa de centro de la sala hay una botella de cerveza a la que todavía le queda un poco, la bacha, la coge, pero cuando está por darle un trago siente el aroma caliente y nauseabundo que despiden las cervezas del día anterior, las quemadas, las azorrilladas, en el acto nota que en el fondo de la botella yace ahogada una colilla de cigarro, se alegra al instante por haberlo notado antes de darle el trago.

El dolor de cabeza se incrementa a cada segundo que pasa, Nico camina hacia la cocina, en el trayecto le saca la vuelta a los dos machetes que permanecen tirados en el suelo, junto a una mancha de sangre en la que se aprecia grabada la suela de unos zapatos, la mancha se prolonga en barrida delatando que alguien se ha resbalado. Nico no le da importancia y sigue su camino hasta la cocina, gira el maneral del grifo del fregadero, haciendo con sus manos temblorosas un canal que juega las veces de interfaz entre el chorro de agua y su lengua volcánica de piedra pómez, tratando de saciar la deshidratación que le produce la horrible resaca, toma agua hasta que se siente henchido del estómago, eso lo hace sentirse un poco aliviado, pero el dolor de cabeza es demasiado intenso a pesar de haber saciado la sed, busca en la alacena unas aspirinas y una pastilla de antiácido efervescente, ahora sí hace uso de un vaso y arroja la pastilla, que al instante comienza a desintegrarse dejando escapar un enjambre de burbujas que cantan en coro.

Siente náuseas a raíz del olor a cigarro que le viene de su ropa, junto al olor de la cerveza rancia, producto de tragos sobrantes en las botellas desperdigadas aleatoriamente donde quiera, en función del artístico orden del caos. Sale de la cocina y ve con indiferencia que Diego permanece todavía tirado en el suelo, con su cabeza sobre un cojín de la sala en lugar de almohada. No advierte la presencia de Gina, supone que está en la cama del cuarto de huéspedes, camina en dirección de esa habitación, la cual tiene la puerta abierta de par en par, se asoma y comprueba que lo único que se encuentra dentro de la habitación es una maleta roja, abierta, con unas cuantas pertenencias saliendo de en medio de la cremallera, se da cuenta que Gina no está ahí. Se asoma en su recámara y tampoco la ve, sólo queda buscar en la habitación del fondo del pasillo, donde se encuentra el Perreador.

Al entrar en dicha habitación se lleva una gran sorpresa, tirada en el suelo, inconsciente, está una chica de cabello largo y obscuro, que viste un extraño atuendo negro, similar al que usaría Gatúbela en la versión de Batman dirigida por Tim Burton.

—¿Quién carajos eres tú? —Pregunta Nico despertando a la chica, quien a su vez se sobresalta y abre los ojos sobremanera, congelándose del susto—, pregunté que quién chingados eres tú, ¿en qué momento entraste aquí?

—Przepraszam, jestem kolezanką Giny, zaprosiła mnie, a kiedy przyszłam, ty i twój kolega spaliście.[i] —Contesta la chica, más nerviosa que un perrito chihuahueño, con la voz quebrada, sin entenderse absolutamente nada.

—¡Diego... Diego! —Grita Nico, aunque sus gritos son en vano, Diego no acude a su llamado.

—¿Qué chingados hace Gina, casi en pelotas, trepada sobre el Perreador?

—Jestem Dorota, koleżanka Giny, przyjechałam z nią z Polski.[ii]

—¿Qué idioma es ése?

La mujer sigue tratando de dar explicaciones inútilmente.

—Do you speak English?

—¿English?

—Sí, que si hablas inglés.

—¿English?

—Sí, inglés.

—¿English?

—Puta madre —dice Nico, expulsando el aire, suspirando mientras habla—, «Ya se trabó esta vieja» —pensó—, sí, en inglés, quiero saber si hablas inglés... I wonder if you speak fucking English.

—Nie mówię po hiszpańsku ani  po angielsku, przyszłam razem z Giną, ona mnie zaprosiła.[iii]

Nico hace un esfuerzo por tratar de despertar a Gina, esperando que ella le explique lo que está sucediendo, quiere saber quién es la loca disfrazada de Gatúbela, pero Gina no se inmuta, de nuevo grita, «Diego... Diego». Cada vez que Nico grita, la chica vestida de PVC, o látex, o lo que sea, da un salto asustada, «Diegoooo…», «Nicooooo…», extrañamente el sonido se le regresa a Nico, como un eco muy lejano, pero en vez de repetir lo que él dice, Nico escucha su propio nombre, «Nicoooo...», sale de la habitación a buscar a Diego, no sin antes decirle a la chica de la vestimenta exótica que se quedara quieta donde está, ésta parece que le entendiera,  mientras a lo lejos sigue escuchando el grito de «Nicoooo...», «Diegoooo», «Nicoooo».

—¿Dónde estás, Diego?

—Acá…

—¿Dónde está acá?

—En el baño de visitas.

Nico se para junto a la puerta.

—Te estaba buscando, tienes que ver algo.

—Y yo te estaba gritando para que me saques de aquí, estoy encerrado.




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