- La oscuridad del bosque fangoso parecía devorar cada rincón de esperanza en el corazón de Sofía. Despertar una y otra vez en ese fango maldito era como revivir una pesadilla interminable, una tortura que la dejaba exhausta y sin fuerzas para seguir adelante.
Sofía se aferraba a cada momento de consuelo como si fuera un rayo de luz en medio de tanta desolación. En esos breves instantes de paz, su corazón encontraba un respiro, una pausa en el constante tormento que la envolvía.
Pero la eternidad de dolor que la aguardaba al despertar era siempre más poderosa, más implacable. La pesadilla la consumía, devorando sus fuerzas y su voluntad de resistir.
- ¿Por qué a mí? -susurraba Sofía en la penumbra, buscando respuestas en un universo que parecía sordo a sus súplicas.
Las lágrimas se confundían con el fango en su rostro, trazando surcos de angustia y desesperación. Cada día se convertía en una batalla perdida, en un ciclo interminable de sufrimiento y desolación.
Atrapada en ese bucle de dolor, Sofía anhelaba una liberación que parecía distante e inalcanzable. La sombra de la pesadilla se cernía sobre ella, amenazando con extinguir cualquier destello de esperanza que aún pudiera quedar en su corazón atormentado.
- La ausencia de la voz que alguna vez la reconfortó atormentaba a Sofía, como un eco vacío en medio del silencio abrumador. ¿Dónde estaba esa presencia tranquilizadora que al principio le había susurrado palabras de aliento y consuelo?
La pregunta resonaba en su mente, dejando un reguero de incertidumbre y desamparo a su paso.
-¿Dónde estás? -susurró Sofía, con la voz entrecortada por la angustia que la aprisionaba-. ¿Por qué me has abandonado?
La tranquilidad con la que intentaba mantenerse serena se desvanecía, sustituida por un torbellino de emociones confusas y dolorosas. ¿Acaso esa voz la había conducido a este infierno, a esta pesadilla sin fin? La duda la carcomía, alimentando el fuego de su desesperación.
-¿Qué ves a tu alrededor? -preguntó en un intento por encontrar alguna pista, alguna señal de esperanza en medio de la oscuridad aplastante.
La respuesta sigilosa del bosque fangoso era un murmullo siniestro, un eco de sus propios pensamientos atormentados. Sofía se sentía sola, abandonada a su suerte en un laberinto de sombras donde la luz parecía haberse extinguido para siempre.
El destello de esperanza que una vez vislumbró ahora parecía un espejismo lejano, una ilusión fugaz en medio de la tormenta que la envolvía. La desolación la abrazaba con garras heladas, amenazando con arrastrarla a las profundidades de un abismo sin retorno.
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Editado: 19.06.2024