Se le nubló la vista.
Una rafaja de viento frío alborotó su cabello. La tierra estaba húmeda y a lo lejos se percibía una fuerte tormenta, truenos, relámpagos, nubes cargadas de furia.
Giró su cabeza lentamente y se percató que estaba en un cementerio viejo y descuidado. Las lápidas (algunas destrozadas) llenas de mugre y vejez tenían esa visión abstracta de que se estaban desplomando ante los ojos del próximo perjudicado.
Caminando por el irregular sendero, lleno de lodo, se aproximó a lo que parecía ser una tumba grande con una cúpula en el superior de esta. Realmente la tumba era extraordinaria. Dudó entrar pero finalmente lo hizo ganando su curiosidad. No había ventanas, sólo pequeños hoyos donde entraba la luz, ahora proveniente de la luna, en los costados bancas hechas de mármol estaban quebradizas, en muy mal estado. Al fondo una tumba yacía, el sentimiento de terror y angustia invadió al invasor del sitio.
Se acercó lentamente ya que tenía una extraña ansiedad por ver dentro de. Algo que impresiono mucho es que la tumba era totalmente de vidrio haciendo susceptible a la vista de todos el cadáver. Una mujer, eso era, se veía demacrada, no por sus años de fallecida, parecía que estuviera en ese estado máximo un año. No...se veía destrozada, cansada de la vida, como si eso hubiera querido: suicidarse. Estaba tan flaca, sus pómulos se pegaban cada vez que transcurría el tiempo a sus huesos, los dedos largos y flácidos.
De un momento a otro, las velas del suelo se encendieron, algo que el pequeño intruso no se había percatado. El cadáver ahora, un cuerpo moribundo, trataba desesperadamente de salir de la caja, empujando con una fuerza increíble sus manos hacia el vidrio creando pequeñas grietas a los alrededores.
Corrió. Corrió como nunca en su vida, una fuerza trataba de tomar sus pies y jalarlo de regreso pero lo contuvo, reunió sus fuerzas y no dejó manipularse. Quería controlar todo esto.
El piso empezó a ondular, a moverse, como si se tratase de una gelatina por lo que tenía algunos tropiezos. No encontraba la salida, así que siguió un recorrido en círculo. Al momento de dar una vuelta, paró en seco. Al fondo estaba la mujer, con el cabello alborotado, demacrada y flácida. Tenía una cara de espanto, una cara de sufrimiento, de venganza y odio. Un paso hacia atrás indicó su muerte. No podía mover los pies, anclado estaba. Y ella lo supo.
El querer correr aún retumbaba por todo su cuerpo. Un remolino se aproximó alrededor de, avanzaba hacia su presa.
La presión en su pecho desciendó, sabía lo que le esperaba. La esperó. Espero hasta que esa mujer llegara y su apoderara de su cuerpo, de su alma, de todo su ser.
Sufrió, sufrió y mucho, por lo que el dolor de fundirse en un cuerpo ajeno es mortal.
Se desmayó
Corre de todo lugar, si tu instinto te obliga Tú haces caso, porque en una de esas pueden extraer y apoderarse de tu alma, de todo tu ser.