Desde el último capítulo hasta aquí han pasado varias semanas.
Era hermoso, Michael nunca pensó tener esa sensación otra vez, sentir los labios de Chris contra los suyos era lo más delicioso del mundo. Sentía su textura y calidez como nunca, y sentía que no había nada más alrededor, sólo se encontraban ellos y el resto del mundo estaba en blanco.
Sus cuerpos estaban pegados como si hicieran uno. Las manos del rubio descansaban sobre los hombros del mayor, mientras que las de él estaban apretando suavemente el rostro de Michael, atrayéndolo hacia él.
Era una mezcla de emociones muy grande. No podía dejar pasar ese momento, y mientras estaba ahí besando a su Chris no dejaba de recordar cuánto lo amaba.
Las manos de Chris bajaban a la cintura de Michael, no de forma lujuriosa, sino gentil y calmada. A Michael le resultaba imposible no tocarlo, siempre buscaba excusas para hacerlo, siempre. Ahora eran sus manos las que estaban sosteniendo el rostro del otro en lo que juntaban sus labios y lenguas.
Cuánto daría por hacerlo siempre...
Cuando Michael pensó que todo era perfecto, y quizás duraría para siempre, el tacto que mantenía sobre el castaño se volvió nulo, ya no sentía su cuerpo ni sus labios tocándolo. Ya ni siquiera lo veía claramente, todo empezó a volverse borroso para él, sentía que estaba perdiendo a Chris, que se iba alejando violentamente de él sin más; sin embargo, aún lo veía ahí, una silueta borrosa, su Chris, pero ya no lo sentía, era como si estuviera tocando y besando aire... Y abrió sus ojos llorosos para encontrarse con su habitación.
Desde su cama podía ver el armario y la puerta. Sintió dolor de cabeza y supo que todo había sido producto de su imaginación.
La figura de Arthur no tardó en aparecer frente a él, sentándose en el suelo en posición de indio, quedando su rostro frente al de Michael.
El último se incorporó con rapidez en la cama, en la misma posición que el fantasma. Comenzó a masajear sus sienes mientras las lágrimas ya caían por sus mejillas.
—¿Por qué me hiciste soñar eso? —dijo con voz ronca, dejando que las lágrimas cayeran silenciosamente.
Hacía tiempo que había aprendido a no hacer escándalos cuando lloraba, las lágrimas ya eran algo normal en su vida diaria.
Hacía tiempo que su madre entraba en las noches a su habitación porque lloraba muy fuerte, así que empezó a hacerlo en silencio para que ella no se preocupada. Y ella no podía hacer nada, pues no sabía por qué pasaba eso y su hijo se negaba a contarle.
Hacía tiempo que había dejado de ir a la escuela y a nadie parecía importarle. Ya no salía de casa, apenas lo hacía de su habitación. Ya casi no comía o se bañaba.
Hacía tiempo que no sabía nada de Chris, no después de haber hablado con su padre. Nunca supo lo que había pasado después. Chris nunca volvió a intentar comunicarse con él y, aunque Michael sabía que era lo correcto, le dolía mucho.
Lo único que le quedaba era mirar por la ventana de su habitación y observar cómo la vida transcurría sin él, hasta que se topó con le vista de Chris caminando con Jesse una tarde cualquiera. Tras eso, no volvió a mirar más por la ventana.
Ya no le quedaba nada.
Sólo Arthur.
El mayor se encogió de hombros ante su pregunta, restándole importancia.
Arthur siempre le daba sueños a Michael, pero siempre eran pesadillas. Michael solía despertar temblando y sudando sólo para encontrar a Arthur riendo de la desgracia que le causaba. Nunca, jamás, le había dado un buen sueño, y Michael prefería que nunca volviera a hacerlo. Prefería una pesadilla a eso, eso le daba una sensación mucho peor.
—No lo sé, estaba aburrido..., y me pareció divertido —contestó simple.
Michael limpió sus lágrimas por completo, pero no tardaron en aparecer más.
—¿Por qué?
Arthur volvió a encogerse de hombros.
—También le hice una pequeña visita a tu amigo —sonrió maliciosamente, Mikey abrió sus ojos asustado.
Están vez comenzó a sollozar con más fuerza, cubriendo su rostro con ambas manos y logrando exasperar al mayor.
Ya no era un secreto para el rubio que Arthur iba constantemente a torturar a Christopher. Al menos no se excedía con él, no llegaba a hacerle ni la mitad de lo que le hacía a Michael, aunque quería hacerle mucho más, pero sabía que no le convenía. Apenas le hacía lo necesario para hacer sufrir a Michael.
Mikey no era el único que sufría pesadillas por Arthur, Chris también lo hacía.
Michael ya no sabía qué hacer. Trató de negociar de todas las maneras posibles con Arthur para que lo dejara en paz, pero él nunca accedía, sólo le decía que no lo mataría y que debía conformarse con eso.
—Le di algo parecido a lo tuyo —siguió contando—, y lo dejé pasar la agonía de dejar de sentirlo por más tiempo que a ti. Luego le di un ruido insoportable e hice que le salieran gusanos por todos los orificios del cuerpo. Despertó gritando, sudando y llorando tan fuerte que despertó a sus padres, quienes no le quitan el ojo de encima últimamente... No sé por qué te gusta tanto, es un asqueroso adicto irresponsable. No sabes lo mal que la está pasando sin esas cosas asquerosas que se metía. A veces no le hago nada, simplemente me quedo a observarlo, la abstinencia es suficiente para que despierte gritando y sudando como loco en las noches por sí mismo, no me necesita para sufrir.
—¿Por qué no lo dejas en paz? —habló Michael entre llanto—. No volveré a verlo jamás, nunca tendré nada que ver con él, ¿por qué no lo dejas?
Otro encogimiento de hombros.
—No lo sé... No quiero, ¿bien? —dijo con hostilidad—. Lo odio, disfruto ver cómo sufre. Si no puedo tener tu amor, tendré su sufrimiento.
—¡Pero yo te am...!