Pétalos de Rosas

Pétalos de Rosa

«De las penumbras y las altas horas de la noche, seres que dependen de la luna alzan sus llamados en el basto silencio de cada noche. Las tinieblas atraen a esos seres, mientras pequeñas presas no saben lo que les espera.»

 

La historia de un vampiro que se enamora de su víctima, se ve envuelta en secretos atados a la maldición de la vida eterna. El sufrimiento que ocasiona la sed incesante y los latidos de esa joven, vuelven loco a cualquiera.

El joven inmortal desea su vida eterna a lado de su amada. Cegado por ese amor imposible, comienza a crear odio hacía su especie.

No estuvo en él encontrar interés en quien era su alimento, pero la curiosidad le jugaba en contra. Uno de los más jóvenes, experto seductor, se vio atrapado dentro de algo que jamás experimento.

La locura de mezclarse con los mortales era un pacto suicida al ocultarse la luna, pero su interés por conocer a su presa era perturbador al punto que se escondía en las sombras durante el día, estudiando… viendo y contemplando a esas criaturas inferiores. Sabiendo que lo que hacía era un acto prohibido; mantuvo su libertad presa del silencio, queriendo quitarse las marcas de sus antepasados imposibles de borrar.

Un dolor intenso se forjaba en donde él no tenía corazón, y su alma putrefacta por la sangre de quienes alguna vez fueron su cena, desparramaba por todos lados su esencia vampiresca.

La cruel ironía del amor eterno y su herencia de no morir, creaban confusiones en su naturaleza voraz.

Su amada comenzó a crecer mientras él continuaba siendo joven. Los años se apoderaban cada vez más de su cordura, no alimentándose de lo que él quería… su sed se hacía evidente. Debía alimentarse buscando otras presas y protegiendo a la joven de otros de su clase.

El no dormir durante el día, el no beber sangre y el odio hacia su especie provocaban en este joven ser de la noche gritos desgarradores que la más ligera de las brisas llevaba al olvido.

 

«Porque somos almas sin sentimientos ni corazón. Criaturas aterradoras con hambre voraz por los seres inferiores, alimentándose de los más débiles… Dioses de los infiernos que arden en la tierra, destruyendo y devorando a los traidores…»

 

Ser descubierto que él protegía a una humana, provocaría el exilio o la misma muerte del vampiro. La mezcla de sangre transformaba en un marcado a quien lo cometiera; él sabía de las crueles torturas y del perturbador final de un vampiro si violaba las leyes, más aún si, el mismísimo padre de los seres de la noche se enteraba de tal vil engaño.

Estar atrapado entre su instinto y sus sentimientos, era peor castigo que todos los que le podrían hacer. Dispuesto a buscar lo imposible para traer a su amada a su mundo o convertirse en uno de ellos.

Su vida eterna o su amor… solamente uno podía prevalecer.

 

«Fantasías que brillan en los ojos de cada ser, se ven envueltas de mágicos resplandores invisibles a aquellos que no fueron dotados, fáciles de detectar para los interesados. Deja correr la sangre de su cuerpo por mi piel, quiero entregarme a tus pies pero mi alma esclavizada a la eternidad crea barreras imposibles de romper.»

 

La cobardía se presenta en su cuerpo, la necesidad de tener contacto con su amada sin herirla aumenta. Cierta felicidad se presenta en él al contemplarla, preguntándose si ella sabrá de su presencia.

La noche hace su entrada; la joven regresa a su casa y él la observa con esos ojos brillantes al aparecer la luna. La oportunidad de su encuentro es esta.

Moviéndose en el sigilo ingresa sin problemas; se presenta ante ella, la mirada la hipnotiza y cae ante los brazos de él, tan tentadoramente su cuello queda expuesto. Corre por sus venas ese impulso; despierta en él la sed insaciable, solo una mordida lo separa de tan delicioso manjar.

La desgracia de haberse enamorado le juega en contra. Teniéndola en sus manos, luchando sin descanso por dentro… La necesidad crece pero él no responde a esos bajos deseos.

Dejando en la cama a la joven, asomándose a la ventana, viendo a la luna y luego volteando a verla… Sería la última vez en que él se encontraría en ese lugar.

 

«La eternidad es un castigo que sólo algunos tienen que lidiar con él, obligando a quien la padece a vivir en soledad rodeados de quienes comparten ese mismo origen, escondiéndose en las sombras, nacidos sin corazón obligados a no amar…»




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