Me quite la ropa, fui al baño y me aliste para dormir. Me deje caer en la cama, me acurruque entre las cobijas y mi almohada me hizo descansar bien. Estaba mirando las estrellas neón de mi techo, de pronto no podía dormir y eso me puso a pensar en mis ojeras del pasado. ¡Escuché un golpe en mi ventana! Dudé en incorporarme, pero me animé a levantarme cuando escuché un segundo golpe. Mi habitación estaba oscura, eran casi la una de la mañana.
Caminé hasta mi ventana y entonces lo vi. Su chamarra negra parecía brillar con la luz de la noche.
—¿Qué haces a esta hora? ¿A caso no duermes?
Entró a mi habitación. Cerré la ventana porque hacía mucho viento.
—Claro que duermo, solo que está vez vine por cualquier cosa, sé que enfrentaste a Tom.
No me sorprendió saber que estaba siempre al tanto de todo lo que yo hacía. Tener una sombra comenzaba a ser algo normal para mí.
—¡Si lo hice! ¿Te gusta espiarme verdad?
Su máscara hizo un gesto congelado de negación.
—Perdona que a veces me entrometo mucho en tu vida, pero, realmente me preocupa que te pase algo o que te lastimen más.
Sus ojos parecían brillar en la oscuridad. ¿Qué tanto sabía de mí?
—¿Debería sentir preocupación por qué tú estés espiando cada detalle de mi vida?
Bajo la mirada.
—Supongo que sí. No es normal que un hombre vigile todo el tiempo a una chica de tu edad, pero, no tengas miedo, yo no sería capaz de lastimarte.
Suspiré. De pronto sentí curiosidad por saber más de él.
—¿Cuántos años tienes?
Parecía que no quería responderme. Se quedó en silencio un instante.
—Soy más grande que tú como por seis o más años.
—Dijiste que este era un empleo. ¿Por qué trabajar vigilando a una chica como yo? ¿No tenías más opciones?
Detrás de su máscara, hubo una sonrisa breve.
—Sí, había más opciones, pero está en particular, me ha ayudado a hacer varias cosas que me gustan.
—¿Te gusta el espionaje?
—Realmente no, más bien, me refiero a ayudar. No solo te estoy ayudando a ti, hay alguien más que también recibe me ayuda.
Parecía que mi anónimo era una buena persona. Él aparentaba ser un buen hombre.
—¿Esa persona tiene que ver conmigo?
Mi pregunta le tomó por sorpresa.
—Sí, esa persona tiene que ver contigo. Estoy bajo sus órdenes.
Así que había alguien más que estaba maquinando todo esto. ¿Quién era ese? La oscuridad de mi habitación me hizo sentir frío.
—¿Quién es esa persona? —tenía muchas preguntas.
—No te lo puedo decir ahora, pero pronto lo descubrirás.
Me mordí los labios, me sacudí un poco y al final me quedé mirándolo.
—¿Se supone que todo esto es un acertijo? De pronto me siento como un rompecabezas y siento que mi corazón no tiene sus piezas completas.
—Trato de entender lo que sientes, yo, imagino que no es fácil vivir así, pero, Miranda, espero darte esas piezas que te faltan. ¡Solo se paciente!
Justo ahí, cuando estábamos de pie el uno del otro, empezó a llover. Llovía muy fuerte y los relámpagos hacían que el cielo se viera impresionante. Imaginé que sonaba la canción de Ark Patrol, Let Go sonaría bien con estos relámpagos.
Pasaron varios minutos y seguíamos platicando.
—Parece que lloverá toda la noche. ¿Cómo planeas regresar a tu guarida?
Él soltó una risa.
—¡No tengo una guarida! Pero sería genial que tuviera una.
—Pues cómo espía, deberías considerar tener una.
Reímos.
—Esta vez no vine preparado. Pero igual, no importa si me mojo.
Eso me preocupo. Estaba tronando el cielo y la lluvia era fuerte.
—¡Quédate aquí! —dije sin dudarlo.
Era lo menos que podía hacer por mi anónimo, después de todo, si estaba ayudándome de alguna manera.
—¿Estás segura?
—Pues realmente no, no te conozco mucho, es más, ni se cómo es tu rostro, pero, aun así, creo que no me harás daño y parece que tu ayuda es sincera.
Un relámpago hizo brillar mi habitación. Los vidrios retumbaron y yo sentí que brinqué del susto.
—¿Te asustaste? —se acercó un poco más.
—Sí, un poco.
Me examinó con la mirada, sus ojos realmente brillaban en la noche y había algunos mechones de pelo que se escurrían por su frente. Su máscara era lo único que lo convertía en mi anónimo.
¿Y quién era él?
—Está bien, me quedaré contigo.
Lo inefable de este momento, era que, ni yo misma sabría cómo explicar que tantas cosas estaban pasando en tan poco tiempo.
***
Cuando abrí los ojos, mi alarma fue lo primero que apagué. Me estiré en la cama, me sacudí un poco y al final me animé a incorporarme. Él no estaba. Se había quedado junto a mi cama, en la colchoneta que le prestaba a Emilio. Dejo las cobijas dobladas perfectamente y una nota en un post-it de color azul.
¡Gracias Miranda! Buenos días. Te veré pronto. ¡Que te vaya bonito!
Me aliste para ir a la escuela. Me puse mi uniforme, bajé a la cocina a desayunar y salí de casa. Fui a ver a Marcos, él me estaba esperando en la entrada de su casa.
—¡Buenos días! —Le saludé—. ¿Seguro que quieres ir?
Él llevaba puesto su uniforme, esta vez ya no tenía la venda en la cabeza
—¡Hola Miranda! Sí, es que son los últimos días en clase y quiero estar allí.
Sonreí. La actitud positiva de Marcos me gustaba. Caminamos hasta la caseta de vigilancia del clúster, allí estaba Emilio esperándonos. Se veía muy tranquilo y sonrió al verme.
—¡Hola canijo! —Dije al sentarme en el asiento del copiloto.
—¿Descansaste bien?
—Sí, toda la noche estuvo lloviendo, creo que eso me ayudó. ¿Y tú?
—¡Todo bien! Me costó levantarme está mañana, pero bueno, eso pasa cuando te vas de fiesta entre semana.
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Editado: 14.02.2024