El pueblo comenzó vitorear en el momento que el grupo de la diplomática entró a la ciudad; cruzaron la misma justo por el camino central que las llevaba en dirección al famoso castillo Bländade en el cual ha habitado la familia real de Ram desde que la Turf Manipura se formó. Harts se sentía incomoda, sabía que la alegría del pueblo no era por ella, sino por la princesa y ya que ella iba a su lado resaltaba demasiado, especialmente porque se suponía que la persona que debe estar a la derecha de Träd es su comandante; el cual iba un metro atrás de ellas. Todos avanzaban triunfantes, como si acabaran de ganar una gran batalla o incluso una guerra y aunque no era así, la alianza formada con la Turf Muladhra les daba una gran ventaja.
De haber sido la Reina, el Rey o algún príncipe actual, el pueblo hubiese permanecido en completo silencio, como una muestra de respeto para sus gobernantes, que volvían de una batalla que los hizo salir, pero en el caso de los héroes de la Turf, que eran las personas como Träd, la gente podía gritar y aplaudir por ellos, eran como un espectáculo. Luego de atravesar el corazón de la ciudad, unos cien metros hacia el norte llegaron hasta una enorme grieta en el suelo de casi quince metros de ancho y más de treinta metros de profundidad; la grieta se extendía hasta unos novecientos cincuenta metros hacia el este y oeste, y entonces se bifurcaba de cada lado hacia el norte rodeando el área lateral del castillo, funcionando como protección natural del mismo; en la zona posterior –en el área norte, justo donde terminaba la grieta, a dos kilómetros aproximadamente- cruzaba un gran río de la misma anchura de la grieta, de ésta manera cada lado de Bländade estaba protegido sin necesidad de murallas. Para poder llegar al hogar de la realeza y algunos nobles que habitaban ahí, debían de cruzar un puente de madera que solo bajaba dos veces al día y en ocasiones especiales, por una hora.
Cuando comenzaron a cruzar el puente, el corazón de Harts comenzó a palpitar con rapidez, no por miedo a caer, sino por la emoción de ver aquel maravilloso paisaje, algo que jamás hubiese sido capaz de imaginar. El camino real se extendía desde el puente hasta los jardines frontales del castillo, ahí los nobles esperaban sentados con un mayordomo o dama y un caballero a cada lado del jefe de la familia; en medio de todos ellos, la Reina y su pareja, el Rey, estaban de pie justo al final del camino con sus tres hijos, los jóvenes príncipes actuales. Al llegar a ellos la primera en desmontar fue Träd pidiéndole a Harts que esperara; la princesa hermana caminó hacia su hermana y al estar a un metro de la Reina se agachó con su rodilla izquierda al suelo y su brazo derecho extendido, entregándole el pergamino donde la alianza con la Turf Muladhra estaba firmada por sus gobernantes; el Rey la tomó y así Träd pudo levantarse nuevamente.
—Misión cumplida, mi Reina —sonrió.
—Buen trabajo como siempre.
—Aprovechando la ocasión, quisiera presentarle a mi esposa y la persona gracias a la cual esta alianza fue posible —se dirigió a Harts y con su mano derecha extendida hacia ella la ayudó a bajar del caballo—, su nombre es Harts Ram, nos encantaría recibir sus bendiciones.
Harts tragó saliva y sus mejillas se encendieron. Luego de algunos segundos reaccionó y se inclinó torpemente hacia la Reina, la hermana de su esposa, y la gobernante más poderosa existente en estos tiempos; la Reina la observaba de pies a cabeza con una expresión de completa seriedad.
—Siempre he envidiado los buenos gustos de mi hermana... hoy, afortunadamente no ha sido la excepción —dijo y le dedicó una sonrisa fugaz— Bienvenida a mi Turf Manipura, Harts Ram... les doy a ambas mis bendiciones.
—Gracias mi... mi Reina.
—Träd has hecho un excelente trabajo, pero no hay tiempo para descansar, lleva a tu esposa a sus aposentos y ve a la torre norte en media hora.
Dicho esto, la Reina regresó al interior del castillo seguida por su familia y después por las familias nobles. Todos enviaron sus respetos a la princesa hermana y aunque deseaban acercarse iba contra la tradición, así que tendrían que esperar otra oportunidad para felicitar a las recién casadas y hablar sobre la alianza recién formada.
—Llévalos a su establo y quiero que el de mi esposa esté a lado de Glaws —ordenó Träd a uno de sus jóvenes soldados —sígueme.
La princesa tomó con suavidad la mano de Harts entrelazando sus dedos con los de ella y guiándola al interior del castillo. La entrada principal era una gran puerta construida con piedras y madera, al parecer muy resistente; al atravezarla lo primero que Harts vio fue un gran salón iluminado con diez velas que levitaban junto a cada pared, dejando ver unas asombrosas pinturas rupestres donde podían distinguirse a un grupo de personas con lanzas y como éstas avanzaban hasta una imagen donde las mismas personas ahora se encontraban sobre un gran castillo –al parecer Bländade- y tenían una enorme sonrisa triunfante, reprensentaban el origen de la familia Real Ram. En aquel salón, formado por cinco paredes cada una tenía un pasillo que se extendía hacia diferentes zonas del castillo, Träd la llevó por el tercer pasillo que estaba justo en la pared frente a la entrada, el pasillo a cada lado tenía un ventanal que ocupaba toda la mitad superior del mismo, pero no se veía nada más allá, sino otra pared a unos treinta centímetros y en donde cada metro había una vela para iluminar, resultaba un tanto extraño. Luego de avanzar por cinco metros llegaron a un nuevo cuarto con una altura de tres metros con unas escaleras que llevaban a la zona subterránea del castillo y unas superiores que daban al primer piso, Träd subió aun tomando a Harts de la mano; al llegar a la primer planta nuevamente estaban en otro cuarto de seis por seis centímetros con grandes ventanales que ahora si dejaban ver la zona exterior del castillo donde podía verse del lado derecho un pequeño lago y jardines siendo atendidos por el personal que trabaja en el castillo. Continuaron avanzando y luego de tres pasillos, tomaron el externo que solo tenía un semi muro de cuarenta centímetros sin cristales, en donde ya comenzaban las primeras habitaciones, cuando nuevamente entraron a la zona cerrada del lado derecho luego de pasar cuatro puertas llegaron por fin a la que se suponía era la habitación de la diplomática.