Planeta Eris: durante la paz

CAPÍTULO 11. MATRIMONIO EXTRANJERO

Cuando la Reina sentenció el porvenir miró a su lado derecho, donde estaba el Rey, éste se levantó y ella tomó asiento. Con un porte orgulloso el Rey Faber que usualmente era de pocas palabras respiró profundo mirando a todos en la sala, como si esperase algo y cuando por fin terminó de analizar a los presentes sacó de entre sus elegantes ropas un pergamino que extendió en la mesa; un mapa completo del planeta Eris.

—Nuestro vecino más grande, la Turf Sahasrara, ésta comenzando a deteriorarse internamente. Los conflictos entre la realeza y la nobleza son cada vez más intensos, los Reyes se rehúsan a tener herederos y los nobles, príncipes hermanos que tienen sus vástagos, esperan con impaciencia que se les otorgue el trono —comenzó a decir con voz temple señalando el territorio de la Turf rival—. Con la presión en aumento, el pueblo, las colonias y las Turf vecinas ya podemos predecir un golpe de estado que se convertirá en una guerra civil.

—Si eso ocurre, Sahasrara perderá aliados y algunas colonias, las cuales buscarán estabilidad en nosotros —comentó Träd con obviedad.

—Sí, pero no es eso lo que realmente nos importa; los enemigos internos tratarán de provocarnos y usarnos como su pretexto.

—Los ignoraremos —dijo la diplomática con tranquilidad—, una simple amenaza será suficiente.

—No —sentenció el Rey—. Cuando nos provoquen, nosotros sí atacaremos. Desde mañana empezaremos a preparar nuestro ejército y aprovecharemos cualquier clase de provocación para atacar su territorio y si se da la oportunidad, lo conquistaremos.

— ¿¡Planean iniciar una guerra!? —cuestionó Träd levantándose súbitamente— ¿De qué sirvió que consiguiera tantas alianzas pacíficas?

—Sahasrara no es una Turf aliada, es nuestra rival —intervino la Reina sin inmutarse al reclamo de su hermana.

—Manipura siempre ha tenido una relación cordial con ella... ¿romperemos siglos de tradición sólo por nuestra ambición?

—Sahasrara es poderosa por la magia de su familia Real y las alianzas que ésta tiene con criaturas majestuosas, y aunque nosotros también tenemos un poco de ello no somos tan buenos y fue de ahí que nació esa "tradición", pero siempre ha sido nuestro sueño y deseo; nuestros antepasados siempre estuvieron dispuestos a una guerra ante la mínima posibilidad de triunfo y esa carta ha llegado.

—¿En qué te basas para decir eso?

—Soy la Reina. Esto es un proverbio real, no una opción; sin embargo, por lo que has hecho por la Turf te permitiré no participar en esto e irte con tu esposa hasta que todo esto termine —dijo con tranquilidad observando al resto, en vez de su hermana— piénsalo, por supuesto tendrás que dejar tu puesto.

Träd se tensó, no había nada que pensar, ella era la hermana de la Reina regenta, la líder diplomática; amaba su Turf y a su familia sobre cualquier cosa, aún más que a sí misma o sus principios.

—Sabes mi respuesta, no estoy de acuerdo, pero mi Turf y tú, hermana... son lo más importante.

Con esa declaración de la diplomática, todos en la sala sonrieron al mismo tiempo que la Reina quien no esperaba menos de su hermana, la única de sus once príncipes hermanos que se había esforzado lo suficiente para entrar al consejo Real aun sin ser heredera al trono; el resto de los hermanos prefirieron una vida más tranquila casándose y gobernando una zona del territorio sin participación importante; pero Träd se esforzó no porque envidiaba a su hermana, sino porque la amaba y respetaba, por lo que quería estar ahí para ayudarla en todo lo que fuese posible y así, con esfuerzo y aun a su corta edad se unió al consejo. Luego de tres horas de debate, pláticas, acuerdos, estrategia y planeaciones, se dio por concluida la reunión que continuaría a partir de ese día, todos los días a la misma hora y con los mismos presentes.

En otro lugar del castillo, Harts había sido guiada por toda la construcción por el mayordomo de su esposa, Slam, que cuidaba a Träd desde que era una recién nacida –cada príncipe y princesa tienen su mayordomo especial-, Slam fue asignado a ser la compañía de la princesa hermana cuando éste tenía 10 años y ahora con 33 años seguía a su lado. Era un hombre alto de un metro setenta y siete centímetros, de cabello negro y un poco robusto; como todos en Manipura estaba sorprendido de que la hermana princesa se casara y más aún con una extranjera. El mayordomo conocía a la diplomática como un padre a su hija y como un mejor amigo, jamás imaginó que Träd sentaría cabeza ya que ella tenía el pequeño defecto de tener varias relaciones no estables y divertirse por ahí con varias chicas o chicos, además por el profundo amor que ésta sentía por su gente y lo orgullosa que estaba de su sangre, él había pensado que si ella se llegaba a casar sería obviamente con alguien de su Turf.



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En el texto hay: magia, nobleza, lgbt lesbian

Editado: 27.05.2019

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