El resto de los bandidos a excepción del líder, corrieron hacia ella, todos armados con hachas o espadas. No eran más que aficionados, que no sabían ni mover adecuadamente un arma, incluso usando una espada normal acabar con ellos sería muy fácil. Con esos pensamientos, Träd no se percató cuando uno de ellos se mantuvo detrás y sacó una ballesta, cuya flecha envenenada había sido dirigida justo a hacia su rostro y no se dio cuenta hasta que su espada, como si tuviese vida propia, hizo mover su mano protegiendo con la parte lisa de la hoja su rostro, y la flecha destruyéndose al impacto. Contuvo la respiración por unos instantes, un poco más y la distracción pudo costarle la vida, acto reflejo, ese era el segundo hechizo y a juzgar por la velocidad estaba al nivel máximo. Harts había salvado su vida. Mientras el bandido volvía a recargar el arma, Träd aprovechó para acabar con el resto de sus compañeros, desarmándolos y noqueándolos con facilidad; caminó hacia el hombre que casi la asesinaba y antes de que éste siquiera tratase de apuntarle, destruyó su ballesta de un movimiento, el sujeto trató de escapar, pero la diplomática solo tuvo que ponerle el pie para que se tropezara y antes de que cayera le propinó un fuerte golpe en la nuca haciendo, que como el resto, perdiera el conocimiento. Ahora solo quedaba el líder del grupo.
— ¡Detente! —gritó el hombre ahora claramente asustado, sosteniendo del cuello a la niña, quien apenas lucía consciente—. Si te acercas la mataré.
Con un cuchillo amenazaba con clavarlo en su abdomen. La niña tenía su ropa destrozada, prácticamente desnuda con sangre seca por sus piernas y múltiples hematomas en su rostro y cuerpo, no había duda, habían abusado de ella reiteradas veces. Träd dio unos pasos hacia él y el hombre clavó la punta del cuchillo en la niña, ésta no se inmutó, estaba en shock; el sujeto retrocedió alejándose de la cabaña y la diplomática; cuando no había nada protegiéndolo por los lados una flecha atravesó el cráneo del hombre matándolo al instante. El sujeto cayó hacia el frente aplastando a la niña.
Träd corrió hacia ella, alejó el cuerpo y la cargó. El corazón de la niña seguía latiendo, respirada y aunque estaba lastimada, no eran heridas que pusieran en riesgo su vida, pero el daño psicológico sería difícil de reparar. Los soldados salieron de entre los árboles y ataron a los bandidos, el cuerpo del líder fue recogido y pronto se elegiría el castigo. Uno de los soldados de su pelotón se acercó y colocó una manta sobre la niña. Al regresar al pueblo Träd ordenó que encadenaran las muñecas y tobillos de los bandidos, que los desnudaran y a cada uno le correspondía ser flagelado diez veces en la plaza del pueblo y posteriormente, serían sorteados entre la gente de la aldea para ser vendidos como esclavos, dormirían en los establos y serían llevados diariamente a ver como el cadáver de su líder alimentaba a los perros y aunque fuese un trato deshonroso, todo había acabado para su líder, pero el sufrimiento para ellos sería por el resto de su vida, aunque seguramente terminarían suicidándose. La niña sería enviada al orfanato de la capital con un nuevo nombre, hasta que tuviese la edad y salud mental suficiente para decidir si reclamar las tierras de su familia o venderlas.
Los bandidos no habían sido la gran cosa, pero el nivel de los soldados de la aldea había sido aun más bajo, lo cual significaba que necesitaban un nuevo entrenamiento; con una guerra a la vuelta de la esquina era necesario aumentar el nivel de los soldados de la Turf en general, por supuesto; de entre todas las Turfs, Manipura es a nivel militar la más fuerte y aun así, aquellos soldados de esa aldea no habían podido detener a unos cuantos bandidos; ellos también necesitaban ser reprendidos, pero eso ya no era su asunto, sino de la capital y por supuesto de Svart Eld.
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Luego de dos días de la partida de Träd lo único que evitaba que Harts pensara en ella, era el hecho de continuar con su forja; siempre tenía algo que hacer y recientemente por palabras de su líder el trabajo estaba aumentando así como las exigencias para el mismo. Era en estos momentos que el tener a Harts de herrera era beneficioso para todos ahí; ella era capaz de realizar su trabajo con gran rapidez y calidad, no había sido necesario que le dieran clases sobre algún manejo o función de materiales y maquinas, simplemente Mant le habló un poco sobre el estilo que caracterizaba a la Turf y Harts solo tuvo que adaptarse, y eso tampoco es que le costara sino que en realidad le agradaba mucho más que el estilo de Muladhra. Gracias a su talento el extenuante trabajo de los herreros terminaba a tiempo e incluso antes del horario establecido, en apenas una semana Harts ya era muy popular y tanto herreros oficiales como aprendices les encantaba compartir tiempo con ella, ya sea observando la forma en que desarrollaba su trabajo o cuando ésta les ayudaba en situaciones que se atoraban; ciertamente, ya era la mano derecha del líder.