PlatÓnico: Encrucijada

CAPÍTULO 6

El viaje fue tranquilo. El primer tramo lo hicieron en un cómodo silencio. Aunque Efe había disminuido la frialdad con la que le hablaba los primeros días, la barrera persistía, era hermético con un toque de amabilidad. A pesar de eso le transmitía confianza y bienestar así que tomó la iniciativa y habló de un tema neutro: el vóleibol.

–Practiqué ese deporte desde pequeña y llevé a casa algunos trofeos.

–Yo jugué básquetbol desde niño pero me gusta un poco de todo. De unos años para acá corro al aire libre, en el pueblo me agrada la sensación de hacerlo a la orilla del mar –contó Efe.

 

Cuando llegaron a la primera comunidad y se instalaron, la gente que acudía veía sorprendida a Efe hacer las valoraciones asistido por Nora.

–Doctor ¿Es usted artista? –se atrevió a preguntarle una señora.

Él sonrió negando con la cabeza.

Tuvieron mucho trabajo, sólo hicieron una pausa para comer alimentos que la gente les llevó.

Al atardecer llegó una chica en labor de parto a la que tuvieron que asistir. Después de unas horas recibieron a un bebé sano y brindaron la atención requerida a él y a su madre. Lograron ir a descansar pasada la medianoche en un hogar muy humilde donde les ofrecieron la cena y dos hamacas. Era tal el cansancio que durmieron profundo.

Al día siguiente se levantaron, sacaron agua de un pozo y se asearon en el diminuto baño de la vivienda. Desayunaron tamales y café también cortesía de sus anfitriones.

Dieron cinco consultas más antes de partir cargados con frutas, tamales y otros regalos de los pobladores. Se alejaron agotados pero contentos por poder ayudar y recibir esas sinceras muestras de agradecimiento.

En el camino de regreso Efe habló un poco más.

–Siempre quise ser médico, en cada oportunidad buscaba hacer curaciones a quien se dejara, familia, amigos o mascotas heridas.

–Me pasó algo similar, curaba a todos aunque no estuvieran enfermos, también inyectaba peluches, limones y naranjas –dijo ella. Los dos rieron.

El resto del trayecto no pararon de hablar sobre sus impresiones respecto a los pacientes, la comunidad y lo que vivieron.

Llegaron a Yucalpetén cerca de las 6 de la tarde.

– ¿Te gustaría ir a tomar un café antes de que te lleve a casa? –preguntó Efe.

–Gracias, prefiero irme ya. Por favor déjame unas cuadras antes.

Él no hizo preguntas e hizo lo que le pidió.

Al entrar a la casa, Nora encontró a Lore en la cocina, la saludó y se dio vuelta para dirigirse a su cuarto.

–Nora, siéntate un rato conmigo, tu papá fue al bar y sería bueno conocernos mejor pues vivimos juntas.

Nora aceptó no muy convencida.

–Sabes –dijo Lore–. La relación entre tu papá y yo comenzó hace algún tiempo y he llegado a quererlo. Me encantaría casarme con él, no tengo hijos pero creo que aún es posible.

Nora quedó un tanto sorprendida ante la posibilidad de tener un hermano a su edad.

–Deseo que mi padre sea feliz, se ha dedicado a mí por muchos años y merece lo mejor.

–Quiero que me consideres tu amiga, puedes confiar en mí. Juan Pablo me platicó todo lo que han pasado y estoy dispuesta a ayudarte. Dime ¿Hay algo que Omer te haya dicho y no revelaste a tu padre? –Lore clavó sus ojos en los de Nora como si quisiera leer lo que había en ellos.

–Voy a descansar, buenas noches –Nora se marchó a su recámara molesta. Era irresponsable de parte de Juan Pablo haber confiado un tema tan delicado a esa mujer, esperaba que nada malo resultara de ello.

En el consultorio, Efe y Nora seguían tratándose de forma profesional pero había una nueva complicidad y el inicio de una amistad por la convivencia durante el viaje. Ella pensaba en él todo el tiempo pero trataba de bloquear la emoción pues no podía tener una relación hasta que se divorciara. Reflexionó que aunque su matrimonio acabara podía haber cosas en contra. Quizá él tenía novia o esposa o simplemente no se sentía atraído por ella. Decidió no alimentar esperanzas, disfrutar de su amistad y del pequeño círculo de personas que rodeaban su vida actual.

 

Se hizo costumbre que algunas tardes los chicos se juntaran en la playa o en el café, eran jóvenes y en el pueblo no había mucho entretenimiento. En ocasiones iban a Progreso o a Mérida.

Los viajes de Efe y Nora a las comunidades serían cada 15 días así que en el tiempo libre el grupo visitó cenotes, ruinas, haciendas, playas, tanto del estado de Yucatán como de Quintana Roo y Campeche. Eran tours divertidos de dos días máximo. Atziri, Fer y el novio de ésta no eran originarios del estado de Yucatán pero fungían como excelentes guías.

 

Humberto había puesto sus ojos en Atziri, la llenaba de atenciones y le mandaba señales obvias; por supuesto notaba que ella babeaba por Efe pero estaba seguro que éste babeaba por Nora. Era un hombre con poco atractivo físico pero con mucho corazón y don de convencimiento. Estaba seguro que tarde o temprano la chica aceptaría ser su novia pues se daría cuenta de sus múltiples cualidades.




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