Sam
Sonreí recibiendo en el aire el beso que T.J lanzó en mi dirección, guiñándole de vuelta el ojo. Emma rió a mí lado enganchada en mi brazo. No conocía de toda la vida a la castaña, pero Nicholas había hecho una buena elección, no encontraría en otro lugar una mujer tan excepcional con Emma, la chica inspiraba confianza y alegría. Sus ojos lucían vacíos en algunas ocasiones, pero al igual que todos había aprendido a vivir y sobrellevar sus demonios y era demasiado buena dando consejos. Un punto extra a su favor.
Caminé junto a ella hasta la mesa donde estaban los chicos, mi sonrisa decayendo al escanear el lugar y no ver a Kyle por ningún lado. ¿Se había ido? Mis ojos viajaron a la pista. Ni rastro de él. Hasta que puse la mirada en la barra. Kyle sonreía mientras una morena pasaba su mano por su pecho. Mis lágrimas se arremolinaron en mis ojos, esto era justo lo que había querido evitar todo este tiempo. Me zafé del agarre de Emma, que se había hecho un poco más fuerte, sus ojos grises puestos en el mismo lugar en donde estaban los míos.
— Sam —tragué en seco zafándome por completo. Necesitaba estar sola. Cruzando la multitud corrí al baño, había estado aquí un par de veces, y el cubículo del fondo iba a ser perfecto para sacar todo. Un par de chicas me observaron con curiosidad desde la puerta del baño, más no me detuve. Podían chismosear en otro lado.
Miré mi reflejo en el espejo, las lágrimas bañaban mi rostro, agradecía no haberme puesto tanto maquillaje esta noche, no quería parecer un jodido mapache al salir de aquí, lo cual sería rápido. Le pediría a T.J que me consiguiera un taxi y mañana tomaría ese jodido avión que me alejaría de la vida de Kyle Johnson. Debería estar molesta por Bradley, había sido mi más reciente cruda amorosa, si es que a esa mierda se lo podía llamar así. Había sido un idiota, pero gracias a Dios no había desarrollado sentimientos hacia él.
Tomé papel de baño de la esquina y lo pasé por mis lágrimas, una mano se posó sobre la mía deteniendo el movimiento, mis ojos se encontraron en el espejo con los ojos verdes que quería olvidar. Brillaban con confusión y esperanza. ¿De qué? ¿De romperme el maldito corazón por segunda vez? No le iba a dar la maldita oportunidad de hacerlo.
Arrebaté mi mano de la suya, tirando el papel en la caneca del fondo, mis pies dedicándose a ir a la salida para pasarlo. No me detuvo y un dolor se acumuló en mi pecho. Tomé el pomo de la puerta con ganas de salir de aquí, mi giro fue en vano, la puerta se aseguraba desde adentro y por lo general tenía pegada la llave colgando, esta vez no estaba. Tenía seguro. Y yo no se lo había colocado.
Recliné mi cabeza en la fría puerta, mi corazón latiendo con rapidez en mi pecho. Quería irme. ¿Por qué demonios no me subí al avión hoy como Isak me recomendó?
«Porque querías verlo, tonta»
Sentí sus pasos acercarse, mi corazón palpitaba con fuerza en mi pecho. A este paso me daría un ataque. Su respiración chocó con mi cuello cuando se detuvo a mi lado, una de sus manos tocando con fuerza la puerta sobre mi cabeza.
— ¿Piensas huir como los has hecho todo este tiempo? —su aliento se sentía cálido en mi piel. Me estremecí por la sensación de tenerlo cerca, había pasado un tiempo desde la última vez que estuvimos así.
— Es la única escapatoria que tengo. —hablé, mi voz se quebró al final. Sentí su sonrisa cerca. Sabia el efecto que tenía en mí.
— No hay necesidad de escapar de lo que sientes, Samantha. —acercó su mano a mi mejilla rozando suavemente su pulgar. —Es absurdo que huyas cuando tu corazón no quiere hacerlo.
— Pero mi cerebro sí. —hablé girándome. Sus ojos verdes se encontraron con los míos, nuestras respiraciones chocaron. —No hay oportunidad aquí. Déjame salir.
— No te daré esa llave hasta que hablemos. —lo ignoré y me volteé para sacudir en vano el pomo de la puerta. La única opción era gritar para que alguien me sacara de aquí. —¿Qué demonios nos pasó? —Dolor. Tristeza. Nostalgia. Su voz demostraba lo que yo sentía. —Estábamos bien hasta que...
— Hasta que decidiste que yo no era la suficientemente buena y te revolcaste con otra. —dije con asco. Suspiró tras de mí y tomando mi brazo me volteo de nuevo.
Esquivé su mirada con miedo. No sabía lo que encontraría allí.
— No sé de qué me hablas. Te esperé esa noche y jamás llegaste. Me dejaste sin darme una explicación. Y luego fuiste tú la que se...—su voz cesó. Lo miré, había furia. —Luego te refugiaste en los brazos de Cox.
— No seas cínico, Kyle. —mascullé con ironía. —Yo no tuve la culpa de lo que sucedió. Claro que fui a verte y estabas con alguien más. Llegué antes y me di cuenta de la realidad de nuestra relación. Solo sexo, me llegó el mensaje. —incredulidad llenó sus ojos. —No te hagas el tonto.
— No te engañé, Samantha. —habló subiendo el tono. Rodé los ojos cansada del discurso, ya lo había escuchado por parte de otros imbéciles con los que estuve.
— Claro, como digas. Abre la maldita puerta. —me tomó por los hombros haciéndome verlo. Resignada lo hice. —¿Qué quieres?
— Una maldita explicación estaría bien. —la mirada de incredulidad provino de mi esta vez.
— ¿Quieres que te detalle cómo te vi en la habitación con una mujer entre las piernas chupándote el pene? —Asco. Odio. Desprecio me embargó. Recordar no le hacía bien a nadie. Especialmente cuando de estas cosas se trataba.
— ¿Perdón?
— Oh vamos, Kyle. ¿En serio piensas seguir haciéndote la victima? Yo te vi. —sus ojos ya no estaban fijos en mí, ahora miraban algún punto en la pared mientras pasaba sus manos por su cabello rubio.
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Editado: 11.05.2024