Días antes.
Luigi Moretti.
-Quisiera apoyarte hermanito.. -se desató la corbata agotado y suspiro. - pero solo causarás una discordia en la relación con madre.
Quedamos enfrentados, agobiado por los negocios y el peso de ser el futuro líder de la mafia italiana caía en sus hombros, consumiéndose lentamente hasta desgastarlo y desaparecer cada pequeño grano de su ser.
Eso causaba la herencia nuestra. Cansancio, cadenas y preocupaciones.
-No me interesa. Haré lo que deseo, no sere el lider ni quiero serlo. ¡Madre tendrá que aceptarlo! - sentía un ardor en la garganta y en el pecho ante mis palabras.
-De acuerdo, pero déjenme fuera de sus diferencias. - se miró en el espejo acomodándose el saco gris. - no estaré en ningún bando.
Camine hacia la puerta, salí dirigido al sitio donde estaba mi madre. Respire hondo, tomando fuerzas.
"Es tu madre, la persona que te dio la vida. Lo entenderá" engañe a mi mente para armarme de valor y decirle el deseo que tenía grabado en mi corazón desde la niñez.
-¿Dia atareado, madre? - fingí una sonrisa rogando que no lo percibiera.
-Si, tesoro. No es tan fácil llenar los zapatos de tu padre y ser su madre - me dio una risa contagiosa pero era dolorosa al caer en la realidad de que él ya no estaba con nosotros.
-Madre… Tengo que comentarte algo -
Me acerque nervioso, la poca seguridad que tenía al cruzar la puerta se volvió nublado y desapareció. Ella solo se acomodo en su asiento y me escuchó con atención.
-Quiero renunciar a mi herencia como segundo líder de la mafia italiana. - su rostro de compasión y atención hacia mi se esfumó. Su rostro se tensó y mostró disgusto ante lo que acababa de decir. -Quiero ser enfermero, ayudar a las personas, que se curen y tengan más tiempo de vida.
Me salió una sonrisa que ella no correspondió, giro su rostro mostrando su desaprobación.
-No puedes renunciar a tu herencia, estás dejando tu vida en una delgada cuerda floja.- los ojos se me llenaron de lágrimas pero no derrame una sola gota. Respire hondo.
-Lo se madre. Pero no voy a retractarme. Cumpliré mi sueño aun sin tener el apoyo de Piero ni tu bendición en ello.
Agarró mis manos con dulzura, como una madre amorosa. Pero ese amor se convirtió en enojo y angustia.
-Esto es temporal, cariño. Ve a tu cuarto, mañana me tienes que acompañar a visitar unos clientes que traen nuestros productos. - dejo mis manos y siguió con los papeles que tenía en su escritorio.
Me levanté dejándola con su papeleo. Entre a mi desolada habitación sin Piero. Cerré las cortinas y me acosté. Solo quería perderme en el sueño, abrir mis ojos y pensar una nueva manera de cumplir mi objetivo.

...
Dos días después.
Luigi Moretti.
-¡Te dije que no, Luigi! No cambiaras mi decisión - su voz estaba aumentando con cada palabra y me lastimaba.
-¡Tampoco cambiare mi decisión madre! - se cruzó de brazos.
"Mala señal, explotara y apareceré en un cajón por la mañana"
-No saldrás más de esta casa. Te dedicas al negocio familiar junto con tu hermano Piero. No está a discusión.. - se acercó a mí con el dedo índice apuntando mi pecho. - no querrás ver a tu madre enfurecerse. ¿Verdad, tesoro?
-No, madre.
-Muy bien, crié a un hijo inteligente. - alcanzó su campera y se la colocó. - ve a cambiarte. Tenemos que ver unos proveedores nuevos, trae tu mejor arma. - me sonrió con orgullo - puede que sean tercos.
Asentí y me fui a sacar el traje negro de mi armario maldiciendo desde lo mas profundo de mi ser el no tener las fuerzas necesarias para pelear por lo que realmente quiero en mi vida.
"Peleare" cumpliré mi sueño, aun que pierda el amor y aprobación de mi madre, hermano o muera en el intento.
Agarré mi móvil de la mesa de noche, marque el número de la única persona que me ayudaría.
En el tercer toque, atendió.
-¿Hola? Luigi? - su voz sonaba adormilada.
-Ébano, necesito tu ayuda. Ven a buscarme quiero irme de esta casa. - los ojos se me cristalizaron.
-Tranquilízate, iré a buscarte en la moto. Esperame afuera de la casa, estoy saliendo para allá. No hagas ninguna locura.
-Gracias. Yo… -no contuve las lagrimas, no podia con ella. No servía ser fuerte.
-Te ayudare, me explicaras luego.
Corto la llamada. Con apuro saque un bolso grande, doble toda mi ropa del armario. Me lo colgué en el hombro y salí por la ventana. Mi madre esperaba en el estacionamiento de la casa con el chofer y Piero ejercitando, era el momento perfecto para huir.
Mi móvil vibró al recibir el mensaje de mi salvadora y la única persona que me ayudaría.
"Estoy afuera"
Me escabullí en los arbustos y corrí al verla en la moto. Un brillo de esperanza alumbraba mi interior. Lo lograría, haría que funcione.
Bajo de su moto sacándose el casco dejando que cayera su hermoso pelo negro azabeche. Sus ojos azules confusos se cruzaron con los míos grises llenos de alegría.
-Toma, manejas. - mi vista se volvió dudosa, su moto era lo más preciado y con más valor que poseía. - no tengo otro casco y el mínimo ser que te vea, te reconocerá y nos arrestaran por todos tus crímenes.
Asentí concordando con ella. Me coloque el casco que tenía su aroma vainilla. Se colocó atrás y me abrazó la cintura. Acelere la moto y subí a la ruta.
Sentir el viento en mi cuerpo era una gloriosa sensación de libertad. Empezaba a sentir como mis cadenas dejaban de torturarme, de lastimar mis muñecas, empezaría a vivir lo que realmente quería vivir.
Me guió hasta una cabaña desolada, entró apurada vigilando la zona por si alguien estaba alojado y pudiera delatarnos. Me dio una señal desde dentro de la casa y dejé el casco entrando en la cabaña.
-Podrás quedarte aquí por un tiempo hasta que logremos armar un plan. - hablaba con seriedad.