Su mirada azul agresivamente cambio su color
al reflejarse en su espada el horror
que no en vano agitaba las olas y despertaba los truenos,
haciendo temblar el suelo, en señal de la sanguinaria batalla
que muy pronto se acontecería en las tierras oscuras y baldías,
donde sin piedad ni pena
los traidores al honor recibirán
la cortadura maliciosa como condena.
No quedara su esencia en la escena.
No quedara nada que llorar.
Muerte maligna a enemigos en secreto.
¿A quién le debería importar?
Un sol furioso nace y el reflejo ensangrentado del héroe
camina herido internamente por los actos que ha hecho
y que nadie sabe apreciar.
Una carga inmortal se hunde en sus pensamientos.
Su demonio interno se atreve a preguntar;
¿por qué continuas luchando por los demás?
Sepulcral silencio viaja en su mente.
Hasta que...
luego de un suspiro, el héroe se digna a contestar.
Si no lo hago yo, ¿quién lo hará?
En su cuerpo está encerrado la voluntad que cambiara al mundo.
Ahora, en sus ojos débiles se vislumbra el combate eterno.
Su alma anclada volara lejos cuando el pecado este enterrado en lo profundo.
Y su espada caerá poseída para seguir desafiando a los demonios del infierno.