I
Quien le daba las razones para seguir adelante en el tormentoso mar,
en el peligroso desierto, en la misteriosa montaña de la vida, ha perdido la suya,
consumida por las llamas azules que devoraron los sueños de todos aquellos en
ese pequeño pero feliz pueblo.
Donde el mar fue testigo de una tragedia tan grande,
como cuando la luna no sonríe, cuando las estrellas no brillan, cuando él bebe no llora.
Porque se pierde todo lo bueno que alguna vez con mucho cuidado se guardaba en el corazón.
Mientras a ese dolido padre se le cortaba la respiración
al sostener a su pequeña en sus brazos,
lo que quedaba de su mundo se hacía pedazos.
Cada pieza caía como agua en cascada de desgracia,
llevándose a lo profundo lo que se recordara como un padre y una hija felices.
Sometido al dolor de su alma y cuerpo, un grito liberador al cielo dirigió.
Sus ojos llorosos buscaban en las nubes oscuras, viajar más allá de la Tierra,
más allá de todo, más allá del tiempo,
para buscar respuestas, para buscar orientación.
En la mano de su hija, una rosa rugosa reposaba junto su espíritu.
Un pestañeo fue suficiente para desvanecer su hermoso y pequeño cuerpo.
“Vuela lejos, linda…al Cielo”.
Arrastrando sus penas lejos del pueblo,
cargando rocas pesadas de dolor,
este hombre ya estaba pensando en tomar una decisión.
Ardiente como fuego asesino su ira hizo una explosión y
hacia el Diablo tomo dirección.
¿Se convertirá esto en su nueva gran perdición?