En un jardín de colores y fragancias,
las flores son testigos de un romance,
donde el amor se desborda en cada pétalo,
y el viento susurra versos al compás del trémulo valle.
Las rosas rojas, símbolo de pasión,
se abren lentamente como corazones,
y en sus pétalos carmesíes y suaves,
reposa el amor que nunca será fugaz.
El lirio blanco, símbolo de pureza,
se alza majestuoso con delicadeza,
y en su esencia dulce y perfumada,
se respira un amor que nunca se olvida.
Las margaritas danzan con alegría,
como enamoradas al beso del sol,
y en sus pétalos de blancura inmaculada,
se despliega un amor sincero y leal.
Las violetas, tímidas y serenas,
reflejan un amor discreto y recatado,
y en su modestia florecen en silencio,
mostrando un amor eterno y callado.
En este jardín de mil emociones,
las flores entrelazan sus corazones,
donde el amor florece con ternura,
y la belleza se convierte en locura.
Así como las flores se abren al sol,
nuestros corazones se abren al amor,
y en este nexo eterno de emociones,
florecen nuestras más dulces ilusiones.
Que el amor sea como las flores,
que crece y se nutre en cada estación,
y que nuestro romance sea eterno y fiel,
como el hermoso jardín de la creación.