En los pliegues de su sonrisa, la mentira se ocultaba,
un chico de ojos marrones, con palabras que engañaban.
Cabello castaño velando sus verdades,
alto y delgado, tejedor de falsedades.
Sus promesas eran como hilos de seda,
que envolvían el corazón de aquella chica ingenua.
Con cada mentira, se alejaba la confianza,
y en sus ojos marrones se escondía la venganza.
Él fingía amor, pero solo era un actor,
jugando con los sentimientos sin temor.
La chica creía en su dulce engaño,
hasta que descubrió su juego dañino.
El chico de ojos marrones dejó heridas en su piel,
cabello castaño teñido de amarga miel.
Alto y delgado, un falso principe encantado,
que en su engaño encontraba su pecado.
La chica aprendió la lección con dolor,
que las mentiras solo traen desamor.
Y en su corazón sanando, juró nunca más caer,
en las garras del chico que le mintió sin querer.