Existía un pugnaz invicto
Mas en una urbe inexpugnable
No acaecía más que conflicto
Y la memoria estropeada.
Observo a una jovial con viveza
No avasallaba el provenir o finar
Quien atisbaba los cielos
Y ensoñaba con besos.
Eso la haría primorosa
Aun en data del deceso
En que el ímpetu asida
Por la navaja del torso.
Una alternativa depravada
Dado que residía en la parca urbe
Un erudito alguna vez lo predijo
Costeamos nuestra hecatombe.