Mientras rumiaba
con una amarga nostalgia
por esas calles
donde autos pasaban de vez en cuando
paso un gato
y este fue arrollado por un Chevrolet gris
que le importo un pepino pararse y sacar al animal de la calle.
Siguió su camino y dejo al gato
muerto, destrozado
sus ojos estaban afuera
todas sus tripas estaban afuera
era algo horrible.
Una chica miraba desconcertada,
se acercó al animal
intentó tomar sus restos y sacarlo de la carretera,
le ayudé
y mis manos tomaron al gato
y sus tripas quedaron en el pavimento.
Yo le dije a la chica: no hay mucho por hacer,
deberías ir a casa.
Estoy triste, me dijo,
pero no es una tristeza mala
es algo que puedo tolerar.
Lo tolerable se vuelve cansado, ten cuidado, le dije
y me alejé caminando
con el gato en mis brazos
el ocaso a mis espaldas
y una descontrolable nostalgia
que me decía
que iba a terminar como ese gato.