No, no te elegí porque me hicieras feliz, tampoco te elegí porque eras el mejor partido, no te elegí porque no pudiera vivir sin tí, no te elegí por tu talento. Te elegí porque sé lo desastrosa que puede ser tu alma y por lo valioso que está sucediendo en tí, te elegí porque Él también te eligió, te elegí porque a pesar de que eres tan perverso como yo, decidiste amarlo a Él primero. Te elegí porque eres templo de Él, porque Él ha construido un ser valiente, paciente, amoroso, disciplinado y con carácter. Te elegí porque eres reflejo de Cristo. Por eso te elegí.