Te negabas a dejarme ir, no era porqué me amaras precisamente.
Era tu miedo, miedo a la soledad, miedo a no ser y miedo a no estar.
En el álbum de tu vida, era aquella canción que no soportabas escuchar ya, pero aún así, te negabas a borrarla, sin ella tu álbum no sería un álbum.
Te aferraste tanto a mi melodía suave, que al final me dejaste huérfano de toda clase de sintonía... Y sí, soy aquélla canción en tu álbum, que sólo borrarás cuando encuentres la canción perfecta de tu tiempo.
Y esa canción no seré yo.