Carlos era un estudiante de último año de ingeniería informática. Le gustaba programar, pero odiaba estudiar teoría. Por eso, siempre dejaba para el final las asignaturas más aburridas y difíciles, como matemáticas, física o electrónica. Su plan era aprobarlas todas en el último trimestre, con la ayuda de sus apuntes, sus amigos y un poco de suerte. Pero las cosas no salieron como esperaba. El profesor de matemáticas, el doctor Pérez, era un hombre severo y exigente, que no tenía piedad con los alumnos que no se esforzaban. Sus exámenes eran largos, complicados y llenos de trampas. Carlos no había asistido a ninguna de sus clases, ni había hecho ninguna de sus tareas. Se había limitado a copiar los apuntes de su compañero Luis, que era un genio de las matemáticas, y a repasarlos la noche anterior al examen. El día del examen, Carlos llegó al aula con una sonrisa nerviosa. Se sentó al lado de Luis, esperando poder copiarle alguna respuesta. Pero el doctor Pérez lo vio y lo cambió de sitio. Lo puso al lado de Ana, una chica que era tan mala como él en matemáticas. Carlos se resignó y cogió el examen. Lo miró y se quedó en blanco. No entendía nada. Eran ecuaciones, integrales, derivadas, matrices, vectores, funciones, límites, series, logaritmos, trigonometría, geometría, álgebra... Todo un galimatías de números, letras y símbolos que no le decían nada. Carlos empezó a sudar y a temblar. Miró a su alrededor, buscando alguna ayuda. Pero todos estaban concentrados en sus exámenes, o al menos fingían estarlo. Nadie le hacía caso. El doctor Pérez vigilaba desde su mesa, con una mirada de halcón. Carlos se sintió solo y desesperado. No sabía qué hacer. Se le ocurrió una idea. Sacó su móvil del bolsillo y lo puso debajo del examen. Abrió una aplicación de calculadora científica y empezó a introducir los datos del examen. Esperaba que la aplicación le diera las soluciones, o al menos alguna pista. Pero la aplicación no funcionaba como él esperaba. En lugar de darle las respuestas, le hacía más preguntas. Le pedía que definiera las variables, que simplificara las expresiones, que aplicara las propiedades, que resolviera los sistemas, que graficara las funciones, que calculara los límites, que evaluara las series, que integrara las áreas, que derivara las pendientes, que hallara los ángulos, que midiera las distancias, que comprobara los resultados... Carlos se frustró y se enfadó. Le parecía que la aplicación se burlaba de él, que le hacía perder el tiempo, que le complicaba más las cosas. Carlos decidió abandonar la aplicación y probar otra cosa. Buscó en internet algún sitio web que le ayudara con las matemáticas. Encontró uno que se llamaba "Matemáticas Fáciles". Entró y vio que tenía un chat con un profesor virtual. Carlos pensó que quizás ese profesor le pudiera dar alguna solución. Escribió la primera pregunta del examen y le dio a enviar. El profesor virtual le respondió al instante: -Hola, Carlos. Soy el profesor virtual de Matemáticas Fáciles. Estoy aquí para ayudarte con tus dudas. Pero antes de empezar, necesito que me digas tu nivel de estudios, tu edad, tu sexo, tu país, tu ciudad, tu dirección, tu teléfono, tu correo electrónico, tu número de tarjeta de crédito, tu código de seguridad, tu fecha de caducidad, tu PIN, tu contraseña, tu nombre de usuario, tu foto, tu huella dactilar, tu ADN, tu grupo sanguíneo, tu signo del zodiaco, tu color favorito, tu comida preferida, tu película más vista, tu libro más leído, tu canción más escuchada, tu animal más querido, tu deporte más practicado, tu hobby más disfrutado, tu sueño más deseado, tu miedo más oculto, tu secreto más íntimo, tu fantasía más erótica, tu pecado más grave, tu virtud más noble, tu defecto más evidente, tu cualidad más destacada, tu frase más repetida, tu chiste más gracioso, tu anécdota más curiosa, tu recuerdo más feliz, tu trauma más doloroso, tu amigo más fiel, tu enemigo más cruel, tu amor más verdadero, tu odio más profundo, tu pasión más ardiente, tu indiferencia más fría, tu alegría más contagiosa, tu tristeza más profunda, tu orgullo más grande, tu vergüenza más pequeña, tu esperanza más alta, tu desesperación más baja, tu ilusión más bonita, tu decepción más fea, tu sorpresa más agradable, tu disgusto más desagradable, tu satisfacción más plena, tu frustración más vacía, tu éxito más merecido, tu fracaso más injusto, tu logro más importante, tu error más grave, tu acierto más brillante, tu fallo más tonto, tu elogio más sincero, tu crítica más constructiva, tu halago más falso, tu insulto más ofensivo, tu consejo más útil, tu advertencia más necesaria, tu sugerencia más oportuna, tu reclamación más justa, tu alabanza más exagerada, tu queja más molesta, tu agradecimiento más cordial, tu disculpa más humilde, tu saludo más amistoso, tu despedida más triste, tu pregunta más inteligente, tu respuesta más estúpida, tu duda más razonable, tu certeza más absurda, tu curiosidad más sana, tu obsesión más enfermiza, tu interés más genuino, tu aburrimiento más insoportable, tu atención más atenta, tu distracción más evidente, tu concentración más intensa, tu relajación más placentera, tu esfuerzo más admirable, tu pereza más lamentable, tu trabajo más productivo, tu ocio más divertido, tu estudio más provechoso, tu juego más entretenido, tu aprendizaje más significativo, tu enseñanza más valiosa, tu conocimiento más amplio, tu ignorancia más supina, tu sabiduría más profunda, tu necedad más superficial, tu inteligencia más aguda, tu estupidez más
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Editado: 10.12.2023