¿Por qué las parejas caminan tomadas de las manos? ¿Son padre e hija? ¿Tienen miedo de perderse? ¿Afianzan así su vínculo, o lo petrifican? ¿Quieren demostrarle al resto lo que son? ¿Sin espacio o dudas? Las manos sudan y se pegotean.
Caminar abrazados es incómodo, no es conveniente para ninguno de los dos. Un paso a la izquierda, otro a la derecha.
La paridad de una compañía es mejor, sin invadir espacios personales, dejando respirar y ser libre. Con la unión de almas presente en todo momento. Aunque admito que saberme parte esencial de la vida del otro crea una carga pesada para mí, sé que no debería sentir así, pero la liberación que llega al saberme exonerada del otro es aligerante, me aliviana el cuerpo, con menos pesadez mental.
Ese es mi estado natural y creo que perpetuo; el quererme liberar de las ataduras que podrían llevar a una monotonía que no deseo, todo por cumplir con el más mínimo gesto de compasión, porque a veces ni siquiera llega a ser amor.
Por eso digo, que no voy a cambiar por nadie, siempre siendo buena y sin dañar al otro, solo cambiaré cuando me motiven a ser mejor. No sacrificaré nada de lo que usualmente hago por migajas de afecto.
“Libertad de sentir y libertad de pensamiento”, es mi máxima para todos los tiempos.