“—No creas que arruinare mi vida por una estupidez como esta, tu deber era protegerte y no es mi culpa que fueras incapaz de cuidarte. —Me observó de manera despectiva, casi con asco mientras yo luchaba a duras penas por retener las lágrimas que luchaban por salir a raudales por mis ojos.—Es más, continuo, —¿quién me asegura que en verdad es hijo mío y no de otro?”
Esas fueron las palabras que uso el padre de mi bebé antes de darme la espalda en el momento que se enteró que estaba embarazada, después dio la vuelta y desapareció de aquel parque donde nos encontrábamos.
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Editado: 14.10.2020