Por culpa de un instante (completa)

9. La melodía del amor

Me dirijo al colegio media hora antes del horario de entrada, porque sé que podré estar a solas el tiempo suficiente para preparar todo. Y así lo hago. Coloco el pendrive en la ranura del proyector, ingreso al archivo correspondiente, guardo el pequeño control remoto del aparato en mi bolsillo y me siento a esperar.

El curso se va llenando a medida que pasan los minutos siguientes. Todos se van acomodando en sus lugares como de costumbre. Al igual que Lucas, quien ingresa charlando y riendo con Bruno, sin imaginarse lo que le espera.

Ni siquiera aguardo a que todos estén en sus sitios, con que el profesor no pase por la puerta principal me basta.

Extraigo el control de mi bolsillo, cuidando que nadie lo vea, y acciono el botón de inicio.

El proyector comienza a funcionar, mostrando en la pantalla el video que grabé la noche anterior. Lucas, en el bar, interpretando una canción que tiene tintes románticos. Las imágenes se ganan la atención del curso entero, así como lo había hecho mi ropa interior la vez que él la colgó donde se encuentra ahora el reloj del curso marcando las siete y cuarto de la mañana.

Una sonrisa se forma en mis labios mientras Lucas mira la pantalla con la boca abierta, intentando entender qué o quién es el responsable de eso.

La risa de Bruno rompe el silencio que había reinado los últimos segundos.

—¿Ése eres tú? —le pregunta en voz alta—. ¡No lo puedo creer!

Lucas se queda tieso, con el rostro blanco de la vergüenza, mientras otros chicos empiezan a acompañar a coro las risotadas de su mejor amigo.

—Sí, no es gran cosa —se defiende, acercándose al aparato para buscar el control y detener el video. Pero, por supuesto, no lo encuentra por ningún lado.

Bruno se acerca a él a grandes pasos.

—No entiendo en qué momento te volviste marica —se burla de nuevo, sin bajar el tono de voz—. Chicos, ¡en serio! ¡No piensen que este es el tipo de música que hacemos en Musageta! —agrega, comenzando otra serie de carcajadas.

Lucas no responde. Juro que está a punto de romper el aparato con tal de interrumpirlo. Pero encuentra el botón del costado y lo apaga manualmente.

A pesar de ello, los chicos siguen riendo, burlándose de él, haciendo comentarios como “Lucas está enamorado”, y demás. Yo me rio, sin intentar siquiera contenerme. Pero soy la única de las chicas que lo hace. Las demás no se burlan, por el contrario, la mayoría de ellas lo miran enternecidas por su romántica interpretación.

Y él está histérico. Lo abruma la rabia y una intensa vergüenza que se transmite en sus ojos.

El profesor no tarda en entrar y todos nos callamos para dar inicio a la clase. Durante varios momentos en lo que transcurre la mañana, escucho a Bruno y unos chicos más hacerle comentarios por lo bajo y gestos de burla.

Disfruto por unas horas del triunfo hasta que, de camino al laboratorio para la clase de Ciencias, él me jala del brazo, sacándome de la fila y estirándome a un lado de las escaleras.

—¿Por qué hiciste eso? —me acusa, demostrando su enojo con sus manos, que me sujetan fuerte contra la pared.

—¿Hice qué? —finjo inocencia con la intención de molestarlo aún más.

—Sabes que hablo del video. ¿De dónde lo sacaste? ¿Estuviste espiándome?

—¡Obvio que no! —hago una mueca de desagrado—. Simplemente te encontré en el bar por casualidad.

Me suelta y se cruza de brazos.

—Se supone que teníamos un pacto —me reclama—. ¡Tú misma lo pediste!

Me tomo unos segundos para responder. Sus ojos me miran fijo, inquisidores, reclamando algo que por un segundo pienso que es verdad. Pero jamás le daré la razón.

—Tú rompiste el pacto primero —suelto, buscando dar vuelta la situación.

Lucas levanta una ceja, sin comprender.

—Estás loca —expresa—. ¡Tú lo rompiste al mostrar ese video delante de todos!

Doy un paso hacia él, amenazante.

—Te burlaste de mí el otro día, en el taller de teatro —logro que se asome un dejo de confusión en su rostro—. No creas que no te vi —continúo, al ver que mi excusa comienza a dar resultados—. Te reíste de mí mientras estaba practicando mis líneas.

—No me reí de ti —se defiende—. Me reí, pero no de ti.



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En el texto hay: juvenil, romance, amor odio

Editado: 24.02.2019

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