Por mí -Eiji's side-

Por mí

Durante la última semana, Eiji repetía su acostumbrada rutina de tomar el metro para dirigirse a Shibuya-ku, uno de los distritos más concurridos en la metrópolis de Tokio y reconocido por el constante flujo de ciudadanos que realizaba compras, así como por los diversos artistas que frecuentaban la zona con el fin de promoverse o compartir su trabajo con un cálido público.

Su ánimo se levantaba al ver que todo ese conjunto de edificios altos no era competencia ante el gran tráfico de personas compartiendo sus emociones entre sí. Veía rostros alegres, otros tristes, jóvenes, mayores y al final, llegaba a sentirse un poco celoso al verlos expresándose libremente, sin contenerse al hablar, sin preocuparse por lo que otros dijeran; mientras que él, prefería mantenerse a raya, obedeciendo a otros y guardando su opinión en tono momento a causa de su timidez.

            Después de nublarse entre tantas tormentosas ideas, concluía con la cabeza gacha y siguiendo su camino hasta uno de los estudios musicales que rentaba su grupo para las prácticas anteriores al concierto que darían en un local cercano.  

            Eiji se esmeró por llegar unos minutos antes de la hora acordada y entró a la sala designada, preparando los instrumentos y revisando que todo estuviera en orden. Acomodó todo aquello que pensaba que podría incomodar a sus compañeros y cuando escuchó sus voces en el pasillo, se colocó detrás de la batería, preparándose para asentir ante las indicaciones que le dieran.

            Ambos compañeros entraron conversando y al mismo tiempo de continuar con la charla, sacaron sus instrumentos e iniciaron con la afinación del bajo y la guitarra. La mayor de ellos era Hisakawa Kaijū, una joven fémina de gran altura, rizos azafranados e iris azulinos. Por otro lado, el menor en el grupo era Takeo Koichi, el castaño guitarrista que transmitía confianza con su amable sonrisa sin importar con quién entablara una conversación.

            Ellos juntos podían tener un intercambio de diálogos bastante animado, ignorando por completo a Eiji, quien se refugiaba detrás de su instrumento con una mirada apagada, tratando de no interrumpirlos en su charla.

            —¡Te lo digo en serio, Takeo! —Kaijū manifestó con gran entusiasmo sin dejar de narrar su anécdota— Alfred me dijo que hay oportunidad de que consiga un contrato como solista. No puedo ni imaginar lo que se sentirá ponerse de pie en el escenario sin compañía, me pongo tan ansiosa tan solo con la idea.

            —No hace falta que te preocupes por eso, estoy seguro de que te saldrá todo bien —Takeo asintió, secundando y tratando de transmitirle seguridad en sus palabras.

            Eiji compartía ese alegría, si una persona cercana conseguía un logro se debía a todo su esfuerzo, por lo que ansiaba felicitarle. No obstante, cada vez que intentaba intervenir y articular una oración, acababa encogiéndose de hombros y buscando una acción que lo mantuviera ocupado.

            Intento tras intento, prefirió darse por vencido y buscar las baquetas en sus alrededores. Cuando las encontró, las acercó con sus manos temblorosas, golpeando accidentalmente la paila de la batería, captando la completa atención de sus amigos.

            Los nervios lo entorpecieron, así que retrocedió ambas manos y recogió unas cuántas hebras de cabello verde, reteniéndolas con su oreja a la vez que se ocultaba, suplicando por perdón.

            —¡N-No era mi intención! —exclamó con temor—. Lo lamento tanto, yo…

            —No es de sorprenderse con tu torpeza —Kaijū arrojó aquellas palabras tan afiladas que lo dejaron helado—. Guarda silencio, Eiji.

            —Calma, Kaijū, fue un accidente, no es necesario hablarle así —Takeo la sujetó del hombro, poniendo gran esmero en aplacar su enojo hasta conseguir que inhalara y exhalara con profundidad, dejando escapar una voz más tranquila.

            —Está bien, lo dejaré pasar en esta ocasión. Por lo menos compórtate de forma apropiada al tocar la batería.

            Eiji asintió en silencio y comprobó una vez más que todo estuviera en orden con su instrumento. Permaneció quieto hasta ver que sus compañeros tomando sus posiciones para comenzar con la práctica. Al escuchar la canción que ensayarían, comenzó marcando el compás y ejecutando la percusión, tratando de ajustarse a la guitarra de Takeo y el sonido profundo que emitía el bajo de Kaijū.

            El sonido que emitía carecía de armonía, su ritmo se entorpecía conforme la melodía avanzaba y se veía obligado a frenar toda acción que siguiera arruinando el avance en la práctica.

            —¿Estás bien, Eiji? —Takeo inquirió, acercándose al notar su fatiga, enfocando su mirada en aquellas manos, mismas que realizaban movimientos involuntarios provocados por la intranquilidad.

            —Lo estoy, disculpa por causar molestias. Intentaré de nuevo.

            Eiji repitió el procedimiento. Colocó sus pies en una posición cómoda sobre los pedales y se fijó en los toms. Sin apartar la mirada dio unos cuántos golpes con fuerza y arrancó el ritmo con gran energía, decayendo segundos antes de llegar al clímax.

            Su nivel al tocar no se comparaba al de otras ocasiones. Su mente no le permitía mantener la coordinación en sus movimientos al tener su mente llena de pensamientos turbulentos que le impedían desempeñarse como él lo deseaba. Trató y trató, fracasando rotundamente.



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En el texto hay: musica, romance, amor propio.

Editado: 18.01.2023

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