Los forenses dictaminaron que Eliza se suicidó, el caso fue cerrado, no sé molestaron en investigar las razones que había detrás. Simplemente querían acabar con el proceso lo más pronto posible.
Había pasado ya una semana de lo ocurrido, ese día después del funeral rompí en llanto desconsoladamente, los primeros dos días no asistí al instituto, mi vecina quien era cinco años mayor que yo se ofreció a traerme intentando levantarme el ánimo.
Cada día observaba su lugar pero ella no estaba ahí, esperaba a que en cualquier momento entrara por la puerta pidiendo una disculpa por haber llegado tarde, pero no sería así, ella no iba a regresar, ni tampoco entraría por esa puerta, tenía que aceptarlo.
Pero ¿Cómo? ¿Cómo aceptaría que ya no estaba? ¿Cómo me planteaba el hecho de que ya no regresaría? ¿Cómo aceptaría que mi mejor amiga se había suicidado? ¿Cómo rayos lo aceptaría?
Si nisiquiera se despidió...
El tiempo seguía pasando, un mes exacto de su muerte, todos continuaban con sus vidas, durante el almuerzo me quedaba en algún salón de clases, nunca fui una persona muy sociable, no tenía tantos amigos, Eliza y Dylan eran los únicos.
—Alison—alcé la mirada encontrando a Dylan quien entraba al salón—supuse que estarías aquí.
Asentí con la cabeza y suspiré—¿Que pasó?
Dylan era un año mayor yo, evidentemente nos conocimos gracias a Eliza, aunque durante el almuerzo el se sentaba con sus amigos en las tardes que estaba en su casa no entablamos alguna conversación hasta el día en el que Brandon. El novio de Eliza llegó, ella me había invitado a pasar el fin de semana en su casa pero no contaba con que su novio iría a buscarla, el quería invitarla al cine, no iba a hacer mal tercio así que me quedé en su casa, Dylan y yo comenzamos a hablar...
»—bien, es momento de probar tu creación—cogí un trozo de los pancakes que Dylan había hecho y probé un poco, eran suaves y esponjosos, el dulce sabor a chocolate no era empalogoso—oh Dios, están buenisimos—el rió y comencé a comer sin delicadeza alguna—te llevaré a casa para que me cocines todos los días.
Negó con la cabeza divertido—traes...—hizo un gesto con su mano derecha rozando su menton, lo miré confundida y se acercó a mi, cogió una servilleta y limpió mi menton, al apartarla pude notar el chocolate en el.
¡Que vergüenza!
El sonrió, acarició con suavidad mi mejilla teniendo sus ojos fijados en los míos, y terminó rompiendo la corta distancia que nos separaba al juntar sus labios con los mios«
Tomó asiento junto a mi, su mirada estaba fija hacía el frente—yo también la extraño—susurró y sentí mis ojos aguarse.
***
Eché un vistazo por la ventana de mi habitación, la calle estaba muy sola, casi no pasaban autos, cerré las cortinas y me acerqué hasta mi cama, dejé el celular en la pequeña mesa de al lado y me dispuse a acostarme esperando que el sueño llegase, probablemente tardaría un par de horas como el último mes, o quizás menos...
—Alison—abrí los ojos lentamente al escuchar esa voz que me era tan familiar.
—Eliza...
Se encontraba parada junto a la puerta de mi habitación, usaba el mismo vestido rojo sin mangas del día de su cumpleaños, lucía exactamente igual a ese día.
—ayudame.
El sonido de un fuerte disparo a lo lejos me hizó llevar la vista hasta la ventana, inmediatamente regresé la mirada hacía Eliza y solo pude observar su cuerpo desvanecerse hasta caer al suelo.
Me desperté de golpe ante el sueño, mi respiración estaba agitada, mi corazón latía aceleradamente, mi pecho estaba sudado. Miré hacía todos lados y sentía como esa palabra había quedado en mi cabeza, la escuchaba repetirse una y otra vez.
"Ayúdame"