Capítulo 2 La Dupla para el desastre
La luz que entra por la ventana era casi horizontal, Thomas apenas salía de la cama y por lo silenciosa que está la casa Arthur ya se había ido a reunir con la pareja Alfa para hablar sobre su estadía en la ciudad. Cerro Azul, pueblo de casi nueve mil habitantes, tiene la ciudad principal donde están la mayoría de los humanos, la municipalidad, la estación de bomberos, policías, el hospital, las escuelas primarias y secundarias, las iglesias, los mercados y los distintos bares y restaurantes.
Thomas sale del baño, un poco más limpio y despierto y va a buscar a Ángel, quien como él sospecha está durmiendo aún. Golpea tres veces la puerta con fuerza con el puño y luego otros tres golpes con la palma abierta. Ángel se despierta y lo mira con el ceño fruncido y más calmado, como cazador bien entrenado desde los once años sus instintos lo tienen siempre alerta o preparado.
—Arthur se fue temprano, debería regresar en una hora o dos. —Le cuenta desde la cama, mientras se para para ir al baño.
—Te espero en la cocina. —Thomas se va, dándole privacidad a su hermano para asearse también.
La cocina todavía tiene algunas cajas para desempacar, pero la mayoría de las cosas ya están en su nuevo lugar. Las cajas de pizza que sobraron de la noche aún están en la heladera, las saca y se sirve dos porciones para él y dos porciones para Ángel.
Desde la cocina se ve el patio de atrás, se ve tan descuidado como el de adelante, aunque ahora el tótem de la casa esté ligado a él, todavía tienen que arreglarlo de forma normal.
Ángel ingresa a la cocina más despierto, más alegre y enérgico como siempre, yendo directo a por las pizzas. Thomas mientras va a buscar la cortadora de césped en el armario detrás de la cocina, abre la puerta de atrás y sale.
—Sigo pensando que sería más rápido si lo haces con magia. —Insiste Ángel, a lo que Thomas lo ignora.
—Claro, que el jardín aparezca de un minuto a otro impecable sin nadie haberlo arreglado no llamará la atención de los vecinos. —Lo que plantea Thomas es verdad, por lo que Ángel suspira resignado y sigue comiendo su pizza.
Thomas revisa si la podadora tiene combustible y se pone a cortar. Ángel vuelve a su habitación para revisar y limpiar sus armas, pueden estar en una ciudad con seres sobrenaturales, pero aún deben trabajar.
La última cacería a la que fueron los tres salieron ilesos gracias a los hechizos que tenían en su ropa gracias a Thomas, quien además realizó toda la investigación correctamente y no se precipitó. Un descuido de su parte pudo haber causado un desastre mucho mayor.
Mientras desarma su pistola y la limpia piensa en la abuela Ruth, desde que tiene memoria la recuerda, tiene fotos con ella en su infancia al igual que con Thomas, aunque suene mordido se alegra que falleciera en paz, que la vejez sea lo que la haya alcanzado y no alguno de los malos que ellos cazan a diario. Ha visto cuerpos mutilados, desgarrados y con varios grados de tortura, espera que ningún ser querido suyo pase por algo como eso.
La clasificación de los seres sobrenaturales es algo que se implementó en los cazadores desde el siglo pasado, saber que seres eran conscientes de sus actos y cuáles no lo eran o los puntos intermedios, saber eso permitió crear tratados y unir fuerzas como aliados ante estos últimos.
Arthur se levantó temprano, se alistó y se vistió lo mejor posible para viajar a la casa de la pareja Alfa. Aunque sus instintos de cazador son fuertes dejó todos sus armas y solo se vistió con la ropa encantada que Thomas hechizo para su protección, lo ayudaría a escapar casi ileso en cualquier ataque si llegara el caso.
Se subió a su automóvil y partió a la dirección que le pasaron por teléfono, la zona de residencia de la manada era un poco apartada del pueblo, un barrio residencial habitado solo por las familias de ellos. Las casas eran bellas y bien cuidadas, hay niños corriendo y jugando a las atrapadas y niñas trepando árboles mientras eran cuidados por miembros de la manada. Muchos adultos levantaron la mirada cuando pasó en auto, no pudiendo disimular el aroma a munición que seguro llevaba encima.
Ahora está sentado en la oficina frente al Alfa, su esposa e hijo, su mano derecha e izquierda y el druida. Todos ocupando una mesa para estar más cómodos con la reunión.
—Es un gusto para mí y mi familia haber sido aceptados con tan poco tiempo, Alfa Thompson. —Agradece Arthur, mirando a los ojos al alfa con la cabeza ligeramente inclinada.
Arthur sabe que son iguales, pero también sabe que es invitado, no hará nada que se tome como una posible falta de respeto o que pueda poner en duda su sinceridad al vivir en esta ciudad.
—Aunque para nosotros también fue una sorpresa, no nos molesta tenerlos en nuestra ciudad. Son bastante conocidos en los círculos de hombres lobos por su habilidad y su buen juicio, cosa que ayudaron bastante en aceptar que se quedarán acá. —El Alfa Thompson habla firme, no sonando autoritario, ni ejerciendo ningún atisbo de poder alfa al hablar.
—Muchas gracias, Alfa Thompson.
—Disculpe, señor Gundersen. ¿Puedo preguntar por qué eligió este lugar en particular? —pregunta la pareja del alfa, mirándolo fijamente.
Arthur esperaba que no le preguntaran eso, pero parece que no tendrá tanta suerte. No debe mentir, sabe que oirán la mentira en su latir, pero tampoco debe darle toda la verdad.
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Editado: 05.08.2024