Por Siempre Juntos

XIV.

Harry nació en una familia incompleta. Su padre nunca estuvo en su vida.

Harry nació el trece de marzo, a las cuatro de la mañana, en York, en un pequeño hospital. Su madre tenía dieciséis años cuando tuvo a Harry.

La madre de Harry lo crió completamente sola. Cuando se enteró que estaba embarazada, le dijo al padre del niño (su novio en ese momento), el padre de Harry era dos años mayor a ella; pero él le dijo que lo abortara, que no quería tenerlo, la madre de Harry no estaba segura de hacerlo, sobre todo que no sabía si era seguro.

Fueron a una clínica, pero les dijeron que ya no era posible abortar al bebé, pues el pequeño ya tenía más de veinticuatro semanas. La madre de Harry, Luna, no lo entendía, recordaba haber tenido su periodo hace unos meses, le explicaron que podía llegar a tener sangrado durante el embarazo y puede parecer un periodo normal.

La mamá de Harry se sintió aliviada de saber que no iba a tener que morir su bebé. Pero el padre de Harry dijo que él no iba a ser parte de eso, dejó a la madre de Harry y ella jamás supo nada de él. Y prefería no hacerlo, pues el dolor iba a estar ahí y prefería enfocarse en el pequeño que venía en camino.

Cuando estaba lista para decirles a sus padres que sería madre soltera de un bebé, no pensó que iban a ser tan duros con ella. Ella esperaba regaños, insultos por no haberse cuidado, incluso que la echaran de la casa, pero jamás llegó a pensar que le quitarían todo su apoyo, para cualquier cosa.

Dejó la casa y con el dinero que había ahorrado, logró pagar una habitación donde podría vivir por un tiempo, empezó a realizar trabajos en donde la aceptaran, por la noche terminaba de hacer los ejercicios de los libros de su preparatoria. Tan siquiera, era lo que podía hacer.

La pancita de Luna empezó a crecer con el paso de los meses, estaba guardando el dinero suficiente para pagar el hospital donde iba a nacer su bebé. En su octavo mes de embarazo, sus tres amigas le organizaron un pequeño baby shower, solo eran ellas cuatro, pero Luna lo sintió muy especial, ya que, tal vez después de ese día solo serían ella y el bebé.

—¿Ya pensaste en un nombre? — una de sus amigas le preguntó, mientras terminaba de pintar la pancita de Luna, una pequeña carita.

—si es niño, se llamará Harry y si es niña se llamará Dione — las chicas sonrieron y le entregaron las bolsas de regalo.

—como no sabes que es el bebé, compramos cosas de color naranja, y es ropita que pueden usar tanto niños y niñas — Luna sonrió tomando las cosas y las miró con los ojos cristalizados. —también le compramos un pequeño moisés —

Luna sonrió y asintió al verlo, si lo había visto cuando llegaron. Sus amigas la abrazaron.

El día que Harry nació, fue el más feliz para Luna y siempre será el más feliz.

Cuidaba a Harry todo el día. Conseguía trabajo donde la dejaban tener a Harry a un lado. La mayoría de los empleos que conseguía eran de limpieza, a Harry lo llevaba en la espalda y a veces le prestaban una habitación cuando el pequeño se quedaba a dormir.

Harry creció sonriendo y era más tranquilo de lo que Luna pensó. Cómo adoraba a su pequeño bebé.

Harry nunca se quejó de la forma en la que vivían, pues solo tenía tres años, y aún a esa edad entendía la situación en la que vivían, su mamá nunca habló de su padre y a Harry no le importaba. Y jamás le llegó a importar.

Lo más valioso que tenía era su mamá.

Cuando Harry cumplió cinco años, su mamá lo dejaba en la escuela y luego pasaba a comprar las cosas que se necesitaban donde ella trabajaba, le daban una lista y ella las compraba. Después iba a trabajar

Pasaba por Harry y lo llevaba a casa. A partir de los cinco años Harry se empezaba a quedar solo en su casa, viendo a su mamá, había aprendido a arreglar algunas cosas y trataba de ordenar lo más que podía su departamento. Cuando su mamá regresaba, ella estaba cansada y solo quería acostarse en su cama y era lo que hacía.

Harry se acostaba a su lado y la abrazaba, haciendo sonreír a la chica. Las últimas horas del día, las ocupaban para hacer los ejercicios que Harry tenía que hacer para el día siguiente, al igual que Luna cocinaba, lo que Harry iba a comer al día siguiente.

Harry aprendió a ser autosuficiente a muy corta edad, al igual que tuvo que madurar a muy corta edad. El principal temor que tenía era que su madre no regresara un día, ese era su principal temor.

Su vida no era como la de los demás niños de su escuela, con uniformes nuevos cada ciclo escolar, con cuadernos nuevos cada cierto tiempo, colores de alta gama, o cosas que ponían en alto su estatus social. Pues no, Harry podía usar el mismo uniforme por dos o tres años, la única vez que le pidió a su mamá uno nuevo, había sido porqué uno de sus compañeros le cortó su uniforme con unas tijeras.

Harry se veía culpable por solo pedir un uniforme nuevo, cuando sabía que lo necesitaba. El dinero no abundaba, tenían muy poco para darse lujos; la mayor parte de lo que Luna ganaba se iba a servicios y el pago de la renta del lugar donde vivían, luego era para la comida y ropa, principalmente para Harry. Después de eso, estaban los gastos de la escuela, Luna había inscrito a Harry en una escuela privada, ella pensaba que eso podría ayudarle a Harry a no sentirse cómo lo estaba haciendo.

Aunque ese detalle, Luna lo hizo con amor, para que su hijo tuviera las mismas oportunidades que cualquiera; Harry no estaba tan cómodo con esas decisiones. Pero no se quería quejar, su mamá lo hacía con una buena intención.

Luna se sentía mal porque muchas veces tenía que reutilizar los cuadernos que Harry dejaba, para hacerle nuevos, porqué no había mucho dinero para comprarle nuevos, cómo los que llevaban sus demás compañeros. Realmente a Luna le molestaba que Harry no tuviera una mejor vida, en la cuál pudiera disfrutar de los lujos que de verdad se merecía; Harry había madurado demasiado temprano y no le importaba nada.



#11403 en Novela romántica

En el texto hay: accidente, autosuperacion

Editado: 09.10.2024

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