SHAMARA
UN AÑO DESPUES…
Había llegado un día muy importante para Owen y Lorana, era el día de su boda.
La recepción se celebraría en los jardines de la casa de Ivanna, su casa tenía un jardín enorme lleno de verde pasto, rosales que embellecían el lugar dándole un aire a los jardines reales.
Para Lorana era un sueño casarse en ese lugar. Querían una pequeña celebración con pocos invitados, pero su madre no se lo permitió insistiendo que ella era su primera hija y se merecía su fiesta en grande. Así era mi tía, cuando algo se le metía en la cabeza nadie la hacía entrar en razón y aunque era la fiesta de su hija ella quería que fuera inolvidable.
A mi hermano Owen no le agradaba mucho ser el centro de atención de todos y ese día lo seria. Estuvo unos días pensando en el momento que se dijeran sin acepto; estaba muy feliz y ansioso de convertirla en su mujer. Estaban enamorados desde hacía mucho tiempo.
Desde que descubrió lo que sentía por Lorana supo que ella iba hacer la elegida para ser su esposa para toda la vida.
Un sábado en la noche fueron a cenar, Owen le tenía preparado una sorpresa. Luego que cenaron llegó un mesero con una botella de shampagne Moet Rose y un pequeño pastel en forma de una rosa azul abierta. A ella se le ilumino el rostro de asombro y alegría al ver el detalle de su amado. Siempre que estábamos reunidos nos hacían la misma historia.
Luego que brindaron él la incitó para que probara el pastel, a la segunda cucharada encontró lo que él tanto ansió darle, un precioso anillo con una enorme piedra cuadrada blanca llena de diamantes rosados por los lados de los cuales le salían dos aros entrelazados.
Ella dio un grito de la emoción, en ese momento Owen se incoó delante de su silla para hacerle la tan esperada propuesta.
─Lorana Moore ¿te casarías conmigo?
Lorana se puso las manos en la boca llena de asombro, felicidad y amor por ese hombre que la hacía feliz. Se paró de su silla con una enorme sonrisa y lo abrazo muy fuerte.
─Si acepto, amor. Seré tu esposa ahora y hasta la eternidad.
Se dieron un tierno y apasionado beso para sellar su amor.
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En los bellos jardines se habían montado dos grandes carpas para la recepción. La decoración era muy hermosa y glamurosa.
En una carpa había muchas mesas redondas con manteles verde olivo con sillas doradas, en el centro de las mesas arreglos florales de lirios. En el centro estaba un bizcocho cuadrado de cuatro pisos, blanco con flores verde olivo.
En la otra carpa estaban varias mesas con el buffet y las bebidas. A una esquina había una tarima para los bailadores y la música.
Todo estaba como Ivanna había soñado que sería la boda de su hija.
Para la ceremonia había una cacita de madera llena de muchas flores blancas y algunos lirios, al igual que en la entrada tenía un arcoíris lleno de rosas y un marco simulando un portarretrato con un letrero en grande que decía “Bienvenidos a nuestra boda Owen y Lorana”. Ese día se respiraba un aire de alegría, paz y unión familiar.
A las 4:00 de la tarde comenzaron a llegar los invitados, mi tía y mi madre estaban en la entrada recibiendo a los invitados.
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Por otro lado, yo estaba ansiosa, nerviosa y a la vez muy feliz por mi hermano y mi cuñada, ¿estaba nerviosa por culpa de Dean? No sabía.
Había pasado un año desde la última vez que Dean y yo nos vimos en la fiesta de cumpleaños de mi tío. Ese día mi vida quedó destrozada, pero también me ayudó a reencontrarme conmigo misma y a aprender a ser libre, a sanar completamente y a madurar.
Nuestros caminos se dividieron, yo me centré en la universidad y mis prácticas y él volvió a marcharse a Dubái.
Dean le pidió a mi padre que lo dejara de manera indefinida en Dubái, quería poner tierra de por medio entre nosotros y se lo agradezco.
Unos meses después supe que Mariela y Dean terminaron su relación por falta de tiempo de ambos para verse, cada uno tenía muchos compromisos y decidieron dejarlo y ser amigos.
Owen me comentó que cuando Dean venía a San Francisco se veían de vez en cuando y la pasaban bien, pero sin ningún compromiso.
Dean se centró en nuevos proyectos y solo pensaba en trabajar y trabajar.
Por otro lado, después de la fiesta de cumpleaños de Will hablé con Oliver y le pedí perdón por el mal rato que le hice pasar, también le dije que aún amaba a Dean y no podía estar con él y preferimos ser amigos.
Unos meses después me contó que Marie y él se encontraron cuando ella se mudó a New York por un tiempo a estudiar diseño de interiores; después de la fiesta siguieron en contacto. Pensaban en darse la oportunidad.
Oliver era muy buen tipo, espero que pueda ser feliz y encontrar el amor con Marie, lamento mucho que yo no pude llegar a quererlo.
Mi padre y yo tuvimos varios problemas por el tema de Oliver y luego por Dean, a él no le gustaba meterse en mis asuntos, pero siempre me decía que debía ser cuidadosa y saber elegir. Le expliqué que lo mejor era comenzar de nuevo y tratar de sanar las heridas.