Por Sus Alas [sin editar]

4 - El Malicioso Rompecabezas.

     No me dio tiempo a pensar que la chica pelirroja ya estaba a mi lado. Su rostro drásticamente cambia a una de preocupación.
     —¿Te asusté? ¡Perdón! Es mejor que me presente: soy Emma...
     —...Mattens —completo sin querer. Ella muestra sorpresa y yo...bueno, yo también. Recuerdo las iniciales en la nota, dándome una gran ayuda de que ella es la indicada.
     De pronto me da una de las extrañas muñequeras que tiene puesta. No puedo describir con exactitud cómo es, pero tiene dos óvalos, uno más grande que el otro, sobresaliendo de color verde esmeralda (cabe destacar que el resto de la muñequera es verde oscuro metalizado). Lo tomo con cierta inseguridad. Está tibio al contacto con mi mano.
     —Nos vamos a volver a ver, Jev —dice en tono de despedida la pelirroja y de pronto sale corriendo. La veo perderse entre los árboles mientras dentro de mí hay una punzada, un presentimiento de que algo no va bien. Tratando de no pensar en ello, me doy la vuelta para volver a casa. 

     Tardé como media hora en encontrar el camino, pero lo logré. Me encuentro frente a la puerta, sin embargo al colocar mi mano en el pestillo otro mal presentimiento aparece. Decido ignorarlo nuevamente y entrar a la casa.
     El ambiente allí se siente terrorífico. Mamá está bajando las escaleras, pero se apura al verme llegar...me abraza con mucha fuerza. 
     —Ve a ver a tu abuelo, cariño... —su voz apenas es audible. Esto no me da un buen augurio.
     Camino directamente hacia el dormitorio y entro sin siquiera pedir permiso.
     —Y el chico de nombre extraño por fin llegó —me saluda el abuelo apenas asomo la cabeza. Me acerco a abrazarlo, pero él me detiene. 
     —Eso de ahí —dice, señalando una pequeña caja marrón con un moño amarillo gastado—, es para ti, muchacho. Te lo has ganado.
     Observo por un instante sin decidirme qué rayos hacer. ¿Qué puede ser? ¿Alguna broma del abuelo o algo más serio?
     De pronto él ríe.
     —Juro que no es nada peligroso, al menos no como esa broma del 28 de diciembre.
     ESA broma no fue de buen gusto. 
     Tomo el regalo entre mis manos y lo guardo en el bolsillo izquierdo de mi pantalón, ya que el derecho está ocupado por la muñequera de la pelirroja.
     —Abuelo... ¿Conoces a una familia por aquí cerca que tenga de hija a una pelirroja? Pelirroja pelirroja, de color rojo el cabello...se entiende, ¿no? —pregunto de repente. Me mira pensativo por unos segundos. 
     —Mi memoria ya no es la de antes, pero estoy seguro que me hubiese llamado la atención si me encontraba con una muchacha de cabello color...¿rojo, dijiste? Ni en mis mejores sueños —echa una carcajada. Me limito a sonreír un poco avergonzado. 
     Seguimos hablando un poco más sobre cosas irrelevantes en verdad, ya que son solamente preguntas sobre su vida y la mía, clases, trabajo, jubilación...se comprende.
     Paso toda la tarde ayudando a mamá con los quehaceres de la casa, observando por la ventana de la cocina las nubes oscuras que, claramente, advierten la próxima llegada de una tormenta.

 

Dieciocho de marzo.

     Despierto de pronto por el sonido de un relámpago. Tiento el interruptor de la lámpara y la enciendo. Tomo mi teléfono para revisar la hora: dos de la mañana. Voy a volver a mis profundos sueños, cuando descubro que, en los pies de la cama, sobresale del bolsillo de mi pantalón un moño amarillo y parte de una caja marrón. 
     Me acerco a la prenda para poder tomar el regalo. Al tener la caja en mi regazo, respiro hondo dudando si abrirlo ahora o después. Siempre la misma duda, me digo a mí mismo, no debe ser ninguna broma del abuelo, no esta vez al menos.
     Desarmo el moño de un tirón, lo dejo a un lado y quito la tapa de cartón. Observo el contenido con detenimiento: un cronómetro plateado con algunos desgastes en los números, partes oxidadas en el exterior y la flecha indicadora está un poco despistada, pero en general es aparentemente utilizable.

—Gracias por salvarme...
—Es lo menos que podía hacer —dijo Emma, restándole importancia a la situación.
Fue entonces cuando un impulso me llevó a acercarme un poco más a ella. Sus ojos marrones brillaban como nunca antes, pero similar a como lo hacía cuando me veía. Dentro del bolsillo de mi pantalón presioné el botón del cronómetro para detener el tiempo. Mi corazón latía tan rápido que hasta la chica frente a mí podía escucharlo. Mis labios estaban peligrosamente cerca de los suyos y en su rostro noté que dudaba. Pero, finalmente, cedió acortando la distancia. Un beso. Mi primer beso...y con la persona que yo, al menos creía, era la indicada.
Estando ya separados, Emma notó el nulo movimiento de su alrededor.
—Excelente plan, chico espadachín —Me guiñó un ojo. En respuesta le dediqué una leve sonrisa.
—Ahora debemos seguir el transcurso normal de nuestras vidas... Pero antes deseo entregarte algo —dije mientras me quitaba el collar que llevaba puesto, aquel que tenía grabado mi nombre en una pequeña placa plateada—, esto es para ti, Emma... Un recuerdo de este inolvidable momento. Y para que tampoco olvides que, pase lo que pase, siempre estaré cerca de ti.



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En el texto hay: misterio y accion, multiverso, amistad y humor

Editado: 02.04.2020

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