P R Ó L O G O

Aquella mujer seguía corriendo a pesar de la gran herida en su abdomen, aferraba a su cuerpo al pequeño bebé de tan solo unos meses, acunándolo entre sus brazos mientras una de sus manos sostenía la cabeza de la pequeña criatura que no paraba de llorar.

En los ojos de la mujer se podía notar la angustia y el miedo que sentía al pensar que sería capturada, de sus labios salían oraciones apresuradas y apenas audibles, sus piernas temblaban mientras corría, sin embargo, lo único que se mantenía firme y seguro eran los brazos donde cargaba a su bebé.

–No la dejes morir Abadón…– susurraba la mujer una y otra vez entre sollozos y suplicas – Deja que sea feliz, te lo suplico –

Justo cuando le faltaban unos cuantos metros a la pobre mujer para cruzar el rio y refugiarse en la frontera, el sonido de caballos galopeando y los gritos de las personas que venían detrás de ella se hicieron presentes, la estaban alcanzando, era imposible que lograra cruzar la frontera sin que alguna de las dos muriera, pero no perdió la esperanza y continúo corriendo y orando para que llegara su salvador.

–Sálvala Abadón y será tuya – gritó la madre en plena desesperación

Necesitaba dos pasos para entrar en aquella agua cristalina, su pie derecho quedo expandido en el aire puesto que en el momento que en el que el pie tocaría el rio, una mano la tomo por el cabello haciéndola retroceder. La habían alcanzado.

El relincho y resoplido de los caballos rozaron su oído, sin embargo, la mujer solo podía concentrarse en el sonido del llanto de su bebé al ser arrebata de ella.

Dos hombres tomaron a la madre por los hombros ejerciendo fuerza sobre ellos para que se hincara, un segundo después sintió el filo de un cuchillo en su cuello y el dolor al sentir como le encajaban el cuchillo justo en la yugular. Pero para la mujer no había peor dolor que ver como alejaban a su dulce criatura de ella.

–Te amo… – susurró la mujer antes de ser degollada.