Olivia se encerró en su oficina, no podía sacar de su cabeza los pensamientos, lloraba sin poder detenerse, en tan solo un día, su vida cambió de un solo jalón.
—Yo era feliz...iba a casarme..—dijo y secó sus lágrimas mientras tomaba la foto de su escritorio, desarmó el portaretrato, rompió a pedacitos aquel papel destrozando totalmente la imagen y terminó depositando sus partes en la papelera.
De inmediato volteó a ver hacia la puerta después de unos toques, se puso los lentes, pero al ver a Marcos frente a ella se los quitó sin importar nada más.
—¿Qué se te ofrece, Marcos? —preguntó con firmeza.
—Saber como estás, Olivia...siento..
—¿Para qué? —interrumpió— No pierdas tu tiempo, no seas hipócrita. ¿Crees que confío en tu palabra?
—No seas injusta conmigo, no dejes que eso que pasó...dañe lo noble que eres.
—Mira, cállate, ¿Sí? Sal de mi oficina, te sugiero que no te acerques a mi a menos que sea estrictamente de trabajo.
—Soy tu amigo Olivia...siempre hemos sido amigos.
—¿Sí? Seguro no sabías lo que estaba pasando a mis espaldas, dime...¿Cuando te enteraste que yo estaba siendo burlada? —rió ante su silencio— Dana también era mi amiga, dormía en mi casa y le dice papá a mi padre, se vestía de mi ropa, comía de mi plato, mi padre pagó su carrera, tenía y gozaba de mis privilegios...lloró conmigo la muerte de mi madre y decía que si ella pudiera hacer algo por mi, sacara de mi ese dolor que me consumía cuando mi padre y yo quedamos solos...¡Yo no tengo amigos, Marcos...solo tengo a mi padre! —rió con amargura— Y tu amigo, mi ex prometido, decía dar su vida por mí..en quince días nos íbamos a casar...maldito idiota ese que cree que a mí me humilla, poco hombre infeliz.
—No puedo creerlo, pero te entiendo...juro que te entiendo. —dijo él con un asombrado carácter sublime que lo sensibiliza ante ella, pero Olivia rió déspota con dolor.
—Tú no entiendes nada, Marcos...si pudieras entenderlo jamás considerarías a Alonzo un amigo como para poner tu vida en sus manos, te he visto firmarle documentos sin leerlos, cosa que yo ni ciega por el idiota amor, hice.
—No, Alonzo jamás haría algo en mi contra.
—Pobre de tí, eres abogado, cuida tus espaldas y no olvides nunca que te lo advertí. Vete de mi oficina.
—Cuando estés más tranquila, ¿podemos hablar? Por favor... Olivia.
—No te acerques a mi a menos que sea estrictamente de trabajo, ya te lo dije, tú a mí no me interesas para nada. Adiós Marcos.
El hombre la miró y notó solo un alma lastimada procurando sobrevivir, salió triste de la oficina y se encerró en la suya.
Olivia lloró descargando su furia en aquel escritorio que golpeó varias veces con la mano sintiéndose irreconocible. Respiró mientras espetó mirándose la mano lastimada.
—Mi padre tiene razón, son basuras, no hay sentimientos...y yo debo olvidar, son solo recuerdos que él tiempo borrará.
Abrió sus archivos y tomó los documentos necesarios, los ordenó, salió de la oficina y las secretarias no quitaban la vista de ella cuando se detuvo
—¡¿Qué me ven?! —preguntó furiosa— ¡Aquí la actriz no soy yo, es Dana...ella se ganó el Oscar, mírenla a ella, a mí me dejan en paz, vendré aquí siempre a trabajar y no quiero comentarios, solo lo que corresponde al trabajo! —las mujeres bajaron el rostro y ella se dirigió a la oficina del jefe.
El hombre se mantuvo firme desde su sillón mientras Olivia se acercó y puso los documentos en el escritorio, dándole la mano en un saludo cordial a su jefe.
—Eres guerrera como tu madre, cada vez la veo a ella en tí.
—Mañana saldré de la ciudad, estaré de regreso en tres días...ya le envié los documentos a mi cliente y me disculpé por no asistir a la reunión, estaré para el juicio.
—Saldrás vencedora, barrerás el piso con ese prepotente fiscal, estoy seguro.
—Gracias doctor...es usted una buena persona, mi madre siempre lo decía.
Fueron sus palabras y se retiró llevando su maletín ejecutivo, al cerrar la puerta se detuvo, observó y todos estaban en lo suyo.
—Así está mejor. —se dijo así misma y llamó a su secretaria a la oficina—Ven conmigo.
—Señorita...
—¿Aún estás trabajando para tu boda? —preguntó— Me dijiste que tenían su apartamento y que tu novio se está esforzando, es un buen chico que cuida de su madre y valora a la familia. —rió como si había recobrado su dulzura.
—Señorita...
—Solo dime si aún se esfuerzan por esa boda soñada. —se mostró más perspicaz y decidida.
—Sí señorita. —dijo bajando el rostro sintiendo pena por su jefa.
—Mira —dijo entregándole una tarjeta— ponte en contacto con esta agencia, te regalo la fiesta con todo el banquete, todo está pago.
—Señorita...yo....¿A mí? ¿Es en serio?
—Créeme que el favor me lo haces a mí, aceptando. El vestido no te lo regalo porque tú mereces siempre lo mejor, mantente fiel a ese Dios tuyo del cual siempre me hablas, él te ama mucho, créeme.
Editado: 18.07.2025