Otro día más de entrenamiento en la pista de hielo de San Petersburgo, cuando estaban en Japón, un poco de música en el auricular y un entrenamiento duro me hacían olvidarlo por un buen momento pero ahora que el cerdo y el anciano se han mudado a Rusia para hacer su entrenamiento en la misma pista que uso,me pone las cosas difíciles.
Odio verlos patinando juntos,odio ver como el anciano besa al katsudon justo cuándo estoy mirándolos, odio ver las fotos de Yuuri que Viktor presume en su cuenta de Instagram, odio cuando salimos a pasear y a Viktor no parece importarle o finge ser muy suelto al hablar de sus intimidades con el cerdo, justo cuando sabe que yo escucharé, odio que el katsudon solo tenga ojos para Viktor, odio estar enamorado de Yuuri Katsuki y no ser correspondido...
A veces soy feliz cuándo consigo robarle una sonrisa a Yuuri, pero luego viene Viktor y Yuuri parece olvidarse de que existo y eso parece hacer disfrutar al anciano, bueno ¿a quién no?, si la situación fuese al revés yo también disfrutaría de tener toda la atención del amor de mi vida y salir triunfante ante mi rival de amores.
Pero ni siquiera soy su rival de amores porque para empezar Yuuri ni siquiera sabe mis sentimientos, se que tengo parte de culpa en eso por mi forma de tratar a las personas y de tratarlo, pero no puedo ser de otra manera, soy frío como el hielo de Siberia, pero eso no quiere decir que no puedo sentir amor, es simple yo demuestro mi amor con acciones no con palabras de amor que han sido repetidas por los antiguos poetas, palabras que se las llevará el viento.
La única vez que pudimos sonreír y ser cálidos sin que mi estúpido compatriota peliplateado nos estropee el momento, fue cuando le regalé aquellos piroshkis de Katsudon en su cumpleaños, fue una de esas pocas veces que sonreí con sinceridad y él también, fue sublime ver aquella hermosa sonrisa reluciente y ese par de rechonchos cachetitos.
El otro día estábamos celebrando el cumpleaños del viejo, yo no quería ir pero Yuuri me convenció y no podía decirle que no, así que asistí a la dichosa fiesta, pero creo que debí ser fuerte y decirle que no o simplemente no ir, por lo que me arrepentí después.
La fiesta fue en casa de Viktor naturalmente, habían asistido todos los amigos del katsudon y amigos del vejestorio, Viktor estaba tomando mucho Vodka pero no era para preocuparse, era resistente al alcohol por naturaleza sin embargo Yuuri no por lo que se controlaba al momento de beber a menos que quiera terminar haciendo pool dance en medio de todos, aunque seamos sinceros, no me desagradaba la idea...
Estaba hastiado de la fiesta, todo era alcohol y yo no podía beber aún, al menos no legalmente y estaba mortalmente aburrido, por lo que decidí salir un rato al patio trasero de la casa para poder despejarme de todo ese ambiente lleno de alcohol y humo de tabaco. Para ese entonces adentro todo era un desmadre, Viktor estaba en calzoncillos y Yuuri aunque sin estar muy borracho, reía de las tonterías que hacia su novio.
Dando un chasquido de aburrimiento salí, estaba muy tranquilo jugando con makkachin cuando siento a alguien reírse tras mío. Volteo y veo al anciano parado tras mío, con botella de Vodka en mano, me miraba con malicia, se estaba riendo de mí...
-¿qué quieres?-pregunté con cara de malos amigos.
-¿creés que no me he dado cuenta de lo que sientes por mi Yuuri?- preguntó haciendo gran énfasis en la palabra "Mi".
- no me cabe la menor duda de que lo sabes, me lo demuestras cada ves que lo besas a propósito cuándo estoy cerca - respondí, quería golpearlo, juro que quería.
- es mejor que lo sepas, porque Yuuri se va a casar conmigo, ¿quieres ser nuestro padrino de bodas?- preguntó con una sorna evidente, no pude soportar más, y con mucho gusto y desfogue le encaje un puntapié en el estómago.
-no, gracias -respondí mientras se retorcía de dolor, iba a seguir pegándole para liberar mi odio pero me quedé congelado al ver a Yuuri observando todo desde el marco de la puerta que daba al patio. ¿habrá escuchado todo?.
- Yuuri...- se quejaba Viktor desde el suelo haciéndose la víctima, mientras que yo solo atiné a escapar de esa escena, había sido descubierto y me acobardé ante lo que podría decir Yuuri.
-Yurio- me llamó pero yo no volví atrás y salí de esa fiesta a la que no debí haber ido.
Al día siguiente no fui a entrenar y tuve que soportar la ira de Yakov al teléfono pero no podía,no tenía ganas de salir de mi cama, solo a Potya permitía acercarse. Pero no me iba a permitir atentar contra mi calidad como patinador solo por amor, aparte que Yakov ya hubiera venido a casa a sacarme con una grúa si es posible.
Así que fui a entrenar, al segundo día, para mi suerte o mala suerte, no estaban ni el anciano ni el cerdo, solo Mila, Georgi y aun no llegaba Yakov pero no tardaría en llegar. Por mas que se acercaron para hablarme como de costumbre los rechacé con pocas palabras como también es costumbre.
De pronto sentí que la puerta de entrada se abrió y solo entró Yuuri, no vi al viejo ni a Yakov, eso era extraño. Escuché que los saludó y habló de algo que no pude entender más y luego desaparecieron todos menos Yuuri y yo, ya iba entendiendo a que iba eso.