Me siento nervioso ante lo que pueda pasar, la llamada que recibí no fue muy detallada, me descubro mordiendo mis uñas y deseando que lo que sea que quieran, lo resuelvan pronto de una vez para volver con ella.
No me gusta dejarla, aunque su hermana se haya quedado cuidándola, yo no me siento seguro con la situación, pienso que, si la dejo, la volveré a perder, y si lo hago esta vez, tal vez no pueda recuperarla jamás.
- Señor – una señorita tras un escritorio me mira con amabilidad – lo esperan dentro.
- Gracias – digo secamente antes de entrar por la puerta.
Dentro, dos hombres con traje y mirada cansada me esperan, uno está sentado y el otro recargado en la pared mirando al vacío y fingiendo que no le interesa para nada mi presencia, todo lo contrario al otro sujeto, que trataba de verse lo mayormente confiable.
“Jugaremos al policía bueno y al policía malo” no pude evitar pensar mientras tomaba asiento “Otra vez”.
- ¿Cómo está la chica? – me pregunta el tipo bueno.
- Igual que la última vez que fueron a verla – respondo mirando a un punto entre ambos hombres.
- Sin cambios entonces – hablo el otro dignándose a mirarme por primera vez – ¿sabes por qué estás aquí muchacho?
Mire el reloj de uno de los hombres, tenía dos horas fuera de casa, dos horas en las que ella podría colapsar de nuevo, en las que podría despertar o en las que podría…
- Sinceramente no – respondo mirando la mesa que me divide de estos hombres – la última vez que los vi me interrogaron y trataron de llevarme a prisión sin ninguna prueba y sin que siquiera hubiera cometido algún delito – escupo como veneno – creí que habríamos resuelto nuestras diferencias.
- Usted no tiene por qué saberlo – comienza el tipo arrogante – pero el único testigo que se dignaba a testificar se suicido hace dos días en una celda, el pobre diablo había sido detenido por drogas, después de lo que vio… no lo culpo…
Se lo que intenta, pero permanezco callado, dejo de escucharlo y lo único que suena en mi cabeza es el tic tac de todos los relojes, eh estado fuera mucho tiempo, tal vez paso algo, ella me necesita y ellos parece que no lo entienden.
- ¿Qué es lo que quieren? – dije más como una súplica que una duda.
- Queremos la verdad – responde el policía más agresivo – sabemos que nos ocultas algo, porque si no los padres de la chica te denunciaron a ti cuando ella desapareció.
- Supongo que por la misma razón por la que decidieron abandonarla y dejarla a su suerte cuando ya no pudieron con la responsabilidad.
Por un momento, los saco de su papel, ambos se quedan callados y sin saber que decir, sé que en el fondo, están tan desesperados como lo estoy yo, buscando a ciegas cualquier pista o algo que los acerque a un culpable.
- Ya se los eh dicho – digo cansado, de pronto siento como me pesan los parpados, el cuerpo entero – ella y yo peleamos y yo… – las lágrimas vuelven a aparecer, mi voz se quiebra pero siento que debo hablar –…yo estaba muy enojado, tenía que irme… después su hermana me llamo, me dijo que había desaparecido… y el resto ya lo saben no…
- Chico, sabemos lo que paso, aun así, necesitamos que…
- ¡Ya se! Quieren que se los diga yo, para que de pronto por error llegue a decir algún detalle que me haga culpable, porque no hay nadie más a quien culpar, pero no tengo nada que ver, mi error fue haberme ido aquel día, si no lo hubiera hecho ella no habría desaparecido, ella seguiría mirándome, ella tendría una vida que continuar…
Me siento impotente, porque sé que no puedo haber nada, escondo el rostro en mis manos para ocultar un poco las lágrimas que hace un buen rato se derraman, limpio mi rostro y les cuento lo que ocurrió ese día, la misma historia que vengo repitiendo hace ya bastante tiempo, ellos me escuchan, toman unos cuantos apuntes y me dejan ir.
Al ver el reloj descubro que han pasado cerca de cinco horas, eh estado fuera demasiado tiempo, camino lo más rápido que puedo, un rayo se escucha a lo lejos y empiezan a caer leves gotas, me apresuro a llegar a un local antes de que la lluvia se suelte con todas sus fuerzas, veo que alcance a mojarme pero no demasiado, mucha gente se ha refugiado de la lluvia en el mismo lugar, me alejo un poco de todos y llamo a casa, mi cuñada contesta y dice que puede quedarse con ella un poco más, pero debe irse después, tenía que asistir a una clase vespertina, le prometo hacer todo lo posible por llegar a tiempo y cuelgo.
La lluvia ha logrado inundar las calles en cuestión de minutos, me será imposible salir de aquí pronto, resignado, miro a las puertas, decenas de personas esperan ahí mirando embobados la lluvia como si de ese modo pudieran hacer que se detuviese, sé que no iré con ellos, eso de estar con un gran grupo de personas nunca ha sido lo mío, e alejo más y camino por los pasillos del súper, evitando el contacto.