—Tienes cara de zombi —remarca Hali apenas me ve —bueno, más de lo normal.
—Solo, dormí poco, nada importante —sonrío, aún sigo molesto porque me ha mentido.
—Mmm, no crees ¿qué deberías dejar de desvelarte de esa forma?
—Si si, deja de regañarme —Quieri reclamarle por su mentira de ayer, pero ahora mismo no tengo ánimo de escuchar sus excusas.
La campana suena y todos nos dirigimos a nuestro respectivo salón, Suvan a mi lado no quiere ni dirigirme la mirada y para mí eso está más que perfecto, lo que menos quiero ahora es escucharlo joderme más el día. La campana suena anunciando el receso Halia y Suvan salen juntos, creo que ahora lo extraño será el día que vuelva a salir conmigo al descanso.
Pienso un momento analizando si sería mejor quedarme en el salón a descansar un poco antes de la segunda parte del día, pero renuncio a la idea, quizá el aire fresco me ayude a olvidar el sueño que tengo, así que me dirijo a mi lugar seguro, bajo aquel árbol que me da sombra mientras leo en cada receso.
—¿Qué es lo que quieres? —reclamo cuando siento la presencia de una pequeña figura junto a mí.
—No estás de humor —afirma sentándose a mi lado sin decir nada más, yo me limito a seguir leyendo hasta que el descanso termine. Es reconfortante tenerla a mi lado, el silencio es cómodo y más cuando tengo compañía. Su compañía.
El libro que tengo en mis manos pierde el sentido haciendo que mis pensamientos empiecen a hacerse presentes. No quiero regresar a la casa de Salome. Es de un solo piso y es bastante amplia a pesar de que solo ella vive ahí, hay muchas cosas caras que me da mucho miedo romper ya que en su mayoría son “decoraciones extranjeras e inigualables”, como dice ella por eso nunca me gustó quedarme más que para dormir una noche y eso es lo que voy a hacer, llegaré solo a dormir y nada más, si ellas querían que me cambiará de casa sin razón alguna yo podía hacer lo que quisiera ahora.
Sujeto a Aku de la muñeca antes de que se marche a clase nuevamente —Salgamos por la tarde —su rostro me muestra confusión.
—¿No crees que estamos saliendo demasiado? — Tiene razón, tres días seguidos es bastante tomando en cuenta que antes no soportaba ni verla. Ella quizás nota desesperación en mis palabras o quizá soy un libro fácil de leer para ella después de tantos años porque añade —Si no quieres ir a tu casa puedes venir a la mía.
—¿En serio? —cuestiono con sorpresa al ver que no ha rechazado mi invitación por completo.
—Si, no hay nadie en todo el día así que no hay problema —acepto. Por algún motivo eso me sube un poco el ánimo —Ahora, ¿podrías soltarme? —señala su muñeca que aún se encuentra sostenida por mi mano.
—Ah sí, claro, lo siento —suelto su brazo y caminamos de vuelta al salón de clases.
La campana anuncia el final del día escolar causando un gran alivio, la clase de matemática es interesante, pero hoy me ha resultado tan aburrida que casi me duermo escuchando al maestro suplente que ha venido hoy y rogaba por poder salir de ahí. Suvan no ha parado de mirarme como un bicho raro durante toda la hora, no entiendo porque lo hace, me resulta bastante incomodo así que guardo mis cosas lo más rápido que puedo y salgo sin siquiera mirarlo. Me dirijo hasta del salón de Aku para salir juntos del instituto, ella está feliz, al parecer han tenido arte a la ultima hora de la jornada, su clase favorita.
Caminar junto a ella es interesante en muchos aspectos, la escucho hablar de la pintura que tiene que hacer hasta el otro lunes que viene, pero me detengo cuando llegamos a la entrada principal del instituto y veo a Salomé; está con la espalda apoyada en su auto; cuando se percata de mi presencia saludo a lo lejos seguido de una señal con su mano para que me acerque. Su mirada se mantiene en mi por lo que no tengo más opción que ir con Aku a mi lado.
—Hola niño, ¿cómo estuvo tu día? —tiene una gran sonrisa en su rostro
—¿Qué haces aquí? —pregunto con seriedad —no soy un niño al que tengas que retirar del instituto.
—¿En dónde están tus modales, mocoso? —es increíble como su rostro cambia a uno serio y frío en cuestión de segundos.
—En casa de la abuela —blanquea los ojos. Antes de que pudiera decir o hacer algo más, abre la puerta de auto y me obliga a entrar —Lo siento Aku —murmuro al despedirme, antes de entrar en el asiento de copiloto.
—No puedes enojarte de por vida Lua —rompe el hielo la mujer a mi lado —Tu abuela solo quiere protegerte.
—¿Protegerme? ¿De qué? Del coco —hablo sin si quiera dirigirle la mirada, sé su respuesta por lo que no quiero insistir.
—Aún no te lo puedo decir, es algo que no me concierne a mí.
Saco mi celular para poner música y coloco los audífonos en mis orejas con el volumen que solo me permite escuchar la melodía de la canción Thin White Lies de 5 Seconds of Summer; no quiero seguir hablando; no quiero escuchar nada del exterior ni nada que tenga mi mente que decir. El camino a la casa de Salome es largo, y con el tráfico se intensifica el tiempo y sin notarlo, en algún momento me he quedado dormido.
Estoy en un lugar al aire libre, el césped es verde y el cielo es azul, la mujer que el otro día me entregó el sobre, aparece a mi lado dándome un abrazo, sus brazos a mi alrededor me transmiten tranquilidad y calidez, un sentimiento similar a cuando la abuela me abrazaba de pequeño, aunque, este abrazo es mejor, mucho mejor; la sensación me hace sonreír, pero no es la sonrisa que se marca en mis labios cada que finjo ser feliz, esta vez siento que mi corazón lo siente, siente la calidez y la paz que transmite, estoy feliz, realmente lo siento en todo mi cuerpo, sin embargo, nada es eterno, porque mis ojos se abren, el auto se ha detenido y la primera cosa que veo es la pared del garaje de la casa, hemos llegado y la realidad me golpea como un balde de agua helada que logra apagar el calor que sentí hace solo segundos, todo ha sido un sueño.
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Editado: 29.05.2024