Portal de Sombras

Capítulo 14

Después de la cena un grupo de chicas esperaba a sus familiares en la sala principal para regresar a casa y festejar el solsticio de verano. En tanto, las que permanecerían en la mansión se despedían entre risas. Gianna, Maya y Sarah charlaban en un rincón mientras aguardaban a la madre de esta última.

—Diviértanse sin mí durante mi ausencia en esta misión —bromeó Sarah.

—No seas tan cruel —respondió Gianna riendo—. Estamos encantadas de que puedas estar con tu familia; la verdad es que nos tenías locas con el tema, así que descansaremos un poco de ti. —Las tres estallaron en risas al unísono. —Hablando en serio, disfruta mucho, Sarah. Sé lo importante que es para ti estar con tu familia; no todas tenemos esa suerte, —dijo Gianna con nostalgia.

—No te preocupes, Gianna. Sabes cuál es mi propósito: obtener información sobre tu madre mientras estoy fuera. De hecho, la próxima vez pediré permiso a mi madre para que puedas acompañarme. ¿Qué te parece la idea? —Preguntó Sarah con entusiasmo.

—Me parece genial, —respondió Gianna con una suave sonrisa.

—Pero entonces, tendrás que llevarme a mí también. —Intervino esta vez Maya.

—Por supuesto, eso está hecho. Las extrañaré mucho.

—No pienses ni por un momento en nosotras —dijo Gianna soltando una risita suave. —Disfruta con tu familia, —continuó.

Durante la charla de las chicas, un hombre vestido con traje negro las interrumpió.

—Señorita Sarah, —dijo él.

—Steven, ¿mi madre no vino por mí?, —Preguntó Sarah con cierta decepción.

—Lamento informarte que tu madre estaba fuera del país, pero con suerte llegará hoy, —respondió Steven.

Sarah se giró hacia las chicas, les dio un beso y un abrazo para despedirse. Luego, las tres se abrazaron en grupo.

—Hasta luego, dijo Sarah.

De manera gradual, una tras otra, todas las chicas se fueron retirando. Gianna y Maya permanecieron un rato más en la sala, hasta que llegó Elena.

—¿Qué hacen todavía aquí? —inquirió.

—Nada de importancia, —respondió Maya. — Solo estábamos conversando.

—Está bien —replicó Elena—. No habrá horarios estrictos. Este fin de semana pueden quedarse despiertas un poco más tarde, hasta la medianoche.

—¡Qué emocionante! —Exclamó Gianna.

—Gracias, Elena. —Dijo Maya con gratitud.

—Las demás reglas seguirán igual, los horarios de comida no han cambiado, solo que no habrá clases.

—Entendido. —Aseguraron ambas chicas al unísono.

—Que descansen. —Comentó Elena al retirarse.

—¿Y qué haremos ahora? —Preguntó Gianna.

—No lo sé, ¿tienes algún plan?

—Mi plan sería escapar, quiero ir a la ciudad y salir de este encierro, honestamente, —dijo Gianna con un toque de desesperación. —¿Y tú? ¿Por qué no fuiste con tu familia?

—La verdad es que no tengo ganas. Mi relación con mi familia no es la mejor. Prefiero quedarme aquí, —respondió Maya.

—Lo entiendo, —dijo Gianna con comprensión. —¿Te gustaría ir a mi habitación?

—Iré a mi habitación, necesito estar sola, si no te importa. Te prometo que mañana haremos algo. Hoy no estoy de buen humor.

—No te preocupes, no tienes que explicarme nada. Entonces nos vemos mañana, —afirmó Gianna.

—Sí, hasta mañana. Descansa, —contestó Maya mientras se alejaba.

*****

La luz de la luna se filtraba a través de la ventana, bañando la habitación de Gianna en un suave resplandor plateado. Estaba absorta en un antiguo libro de hechizos cuando un movimiento en el balcón la hizo sobresaltarse. Al alzar la vista, vio la silueta de Ethan deslizándose en forma de sombra hasta la ventana abierta. Su corazón dio un vuelco al reconocerlo.

—Ethan, ¿qué estás haciendo aquí? ¡Podrían descubrirte! — susurró Gianna, sorprendida, aunque una sonrisa traviesa se asomaba en su rostro.

Ethan se acercó con una sonrisa coqueta, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de malicia y ternura. —Tranquila, Gianna, — murmuró, inclinándose para plantarle un beso en los labios, robándole un suspiro. —¿Qué te parece una escapada a la ciudad? — sugirió, como si hubiera adivinado lo que ella estaba pensando.

Gianna se mordió el labio, debatiéndose entre la emoción y la preocupación. —No sé, Ethan. ¿Y si Elena o Patricia se dan cuenta de que me he ido? — dijo, su voz cargada de nerviosismo.

Ethan, sin embargo, parecía imperturbable. —No te preocupes, — dijo con una confianza despreocupada. —Será solo un rato, y estarás de vuelta antes de que se den cuenta. Además, mereces un poco de diversión. Confía en mí. —

Gianna miró a Ethan, sus dudas comenzando a disiparse ante la promesa de aventura en sus ojos. —Está bien, pero solo un rato, — accedió finalmente, su voz apenas un susurro mientras se levantaba del borde de la cama. —Vamos. —

Ethan se acercó a Gianna con una seguridad tranquilizadora. —Recuerda que eres una bruja poderosa, — dijo, su voz suave pero firme. —Podemos llevar a cabo un pequeño ritual para evitar sospechas. Transferiremos parte de tu energía a una muñeca y la colocaremos debajo de las sábanas. Así, nadie notará que no estás presente. —

Gianna lo miró con curiosidad, aunque todavía un poco escéptica. —¿Crees que funcionará? — preguntó, intrigada por la idea.

Ethan asintió con una sonrisa confiada. —Confía en mí. Vamos, será divertido. Y después de todo lo que ha pasado, necesitamos un poco de distracción. —

Finalmente, Gianna asintió, dejando que la emoción superara sus dudas. Juntos, comenzaron a preparar una muñeca, utilizando materiales mágicos que Sarah y ella habían recolectado. Ethan, con sus habilidades, guio a Gianna en el proceso de recitar un hechizo especial que permitiría transferir una parte de su energía a la muñeca. Mientras recitaban las palabras antiguas, una suave luz comenzó a emanar de Gianna, fluyendo hacia la muñeca.

Cuando el ritual estuvo completo, Ethan colocó cuidadosamente la muñeca bajo las sábanas de la cama de Gianna. La figura pequeña yacía allí, envuelta en la energía de Gianna, dando la impresión de que estaba profundamente dormida.



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En el texto hay: romance juvenil, brujas, magia

Editado: 01.12.2024

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