Capítulo 19

Patricia había llegado a la Mansión Celestite muy temprano. Al verla, Elena detectó una sombra de preocupación en su rostro y le preguntó si todo estaba bien. Patricia, sin cruzar miradas, solicitó que le trajera una taza de café fuerte a su oficina. La directora se acomodó en la silla que estaba ubicada detrás de su escritorio y se volvió para observar por la ventana el amanecer. La vista era, indudablemente hermosa, con una luz especial que iluminaba la estatua de Dylan. Elena golpeó suavemente la puerta y entró sin esperar respuesta. En ese momento, la bruja estaba hablando por su celular, con sus auriculares puesto. Elena dejó la taza de café sobre el escritorio y se mantuvo en silencio, lista para salir de la oficina, pero Patricia le indicó con gestos que se quedara.

—No podemos permitir que la Organización Oscura continúe realizando esos rituales con los demonios de las sombras. Están jugando con fuerzas que no comprenden completamente, y las consecuencias podrían ser catastróficas para todos nosotros. —Dijo Patricia con un tono autoritario.

La voz en el otro extremo de la línea es indistinguible, pero el tono es claramente amenazador. Patricia frunció el ceño, su expresión se endureció aún más.

—Escucha, esto no se trata solo de poder. Si continúan, esto podría llevarnos a una guerra. Una guerra que ninguna de nuestras organizaciones puede permitirse, especialmente contra los demonios. Ellos no tienen lealtades, y su único objetivo es el caos y la destrucción. —La voz de Patricia era amenazadora.

La voz en el teléfono respondió con una amenaza velada, y Patricia sintió un nudo en el estómago. Su rostro se tensó mientras procesaba las palabras de su interlocutor.

Con un tono de urgencia y firmeza Patricia respondió:

—Si ustedes inician un conflicto, será el fin de ambas organizaciones. Deben detener estos rituales inmediatamente. Las consecuencias serán nefastas para todos nosotros.

La directora se quedó en silencio por un momento, su mente trabajando rápidamente para encontrar una solución.

—Estoy dispuesta a iniciar a Sarah si es su deseo, pero me resulta completamente absurdo que quieras iniciar una guerra por ello. El problema no radica en Sarah, sino en los rituales injustos que están llevando a cabo con los demonios. Esto va en contra de nuestra magia y es una abominación. Pero deben saber que forzarnos a actuar de esta manera no traerá nada bueno. Estamos hablando de vidas, no solo de poder.

La conversación terminó abruptamente, y Patricia colgó el auricular con un suspiro pesado. Se pasó una mano por el cabello, sus pensamientos enredados en una maraña de posibles consecuencias y decisiones difíciles. Se levantó de su silla y caminó hacia la ventana, mirando la estatua de Dylan con una tristeza.

—¿Hasta dónde hemos llegado Elena? —Preguntó la bruja a su asistente.

—No te sientas culpable Patricia. Tú no puedes tener el control de todo, aparte lo que has hecho ha sido por amor y tu gran bondad.

—No puedo permitir que Darlene se salga con la suya y siga dividiendo la Organización. Debo de encontrar alguna manera de detenerla. —Dijo con voz de determinación. —Luego del desayuno, dile a Berenice que pase por mi oficina. Ya te puedes retirar. —Informó Patricia.

—Así lo hare. —Y con eso Elena se retiró.

«No puedo permitir que esto suceda. No puedo arriesgar la vida de nuestras chicas... ni la de Sarah.» murmuró la directoria para ella misma.

Allí se quedó mirando el jardín, sintiéndose atrapada en un limbo mental. La responsabilidad de proteger a su organización y a sus chicas pesa enormemente sobre sus hombros, y sabe que cualquier decisión que tome tendrá repercusiones profundas y posiblemente devastadoras.

*****

La oficina de Patricia estaba sumida en una atmósfera de tensión. La luz del sol se filtra a través de las grandes ventanas, iluminando los muebles y las estanterías. La directora estaba sentada detrás de su escritorio, revisando algunos documentos cuando Berenice entró en la habitación.

—Patricia, ¿me llamaste? —Preguntó Berenice cerrando la puerta tras de ella.

—Sí, Berenice. Por favor, siéntate. Necesito hablar contigo sobre el progreso de las chicas, —dijo mientras asintió y señaló hacia la silla frente a su escritorio.

Berenice tomó asiento, observando a Patricia con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Necesito un informe detallado sobre la evolución de las muchachas en su entrenamiento de magia. —Dijo la bruja con voz preocupada.

—¿Hay algún problema en particular? —Preguntó la joven sorprendida.

—Sí, Berenice. Hay algo que debes saber. He recibido noticias preocupantes sobre la Organización Oscura. Están llevando a cabo rituales con demonios de las sombras sin medidas, y temo que esto pueda desencadenar una guerra. Han vuelto a atacare el Tártaro. Ya hemos sido amenazadas. —Patricia se inclinó hacia adelante su tono más grave.

—¿Una guerra? ¿Contra nosotras? —Dijo fruñendo el ceño.

Patricia asintió lentamente:

—No exactamente, pero sé que podría extenderse hasta la mansión. No deseo una confrontación con Darlene ni con la Organización Oscura, que se está saliendo fuera de control, pero debemos estar preparadas. Por eso, a partir de ahora, quiero que dejes todo el material que estás enseñando y te enfoques en entrenar a las chicas en magia de batalla. Especialmente a Gianna, Sarah y Maya.

—Entiendo. ¿Y por qué específicamente a ellas tres? —Preguntó la joven bruja con un suspiro profundo.

Patricia habló con firmeza diciendo:

—Gianna tiene un potencial inmenso y un legado que aún no comprende por completo. Sarah es nieta de Darlene y me está exigiendo que inicie a la chica, pero es mi deber protegerla, y Maya también ha mostrado habilidades excepcionales aunque no sabemos de qué bando esta su hermandad. Es crucial que estén preparadas para cualquier situación inesperada. No podemos permitirnos subestimar a nuestras rivales.