Post Mortem

Capítulo 18: Nuevo aliado

Ethan

Rodeo mis piernas a mi pecho, sollozando en el suelo, mientras observo con horror como mi casa arde en fuego. Busco mi padre entre todas las personas sin rostro que corren a mi alrededor. Sostengo con fuerza la piedra colgando en mi cuello, buscando consuelo en ella. Grito por ayuda, pero mi voz se atora en mi garganta, un simple murmullo inteligible logra salir de mi boca. 

Levanto la mirada encontrando la de Kate, de inmediato el miedo que siento se evapora, la esquina de su labio se curva ligeramente hacía arriba, hace un movimiento con su mano invitándome a acercarme, me levanto del suelo yendo hasta ella. Me detengo de golpe al ver lo que aparece detrás de ella, parece no darse cuenta por estar enfocada en mí, una sombre emerge detrás de ella, la toma por la fuerza arrastrándola junto con los demás aldeanso. Corro hasta ella desesperado por alcanzarla, ayudarla, salvarla. Sin darme cuenta caigo en un poso oscuro, caigo, caigo y sigo cayendo sin llegar a un final. 

Abro los ojos de golpe con los restos de la sensación de estar cayendo recorriendo mi cuerpo, paso mi mano por mi cabello, siento el sudor en mi frente y mi ropa se pega a mi cuerpo sudoroso. Me enderezo en mi lugar, sentándome en la orilla de la espantosa y dura cama, recomponiendo mi mente. Es mejor que Jackson me saque pronto de aquí, no creo durar mucho más tiempo sin ver a Kate. Necesito verla, saber que esta bien, que no ha avanzado el suero, aún no entiendo lo que le provoca, pero el hecho de que no haya despertado es motivo suficiente para hacerme creer que es grave. 

Necesito estar a su lado, sentirla, asegurarle que voy hacer hasta lo imposible por recuperarla, por traerla de vuelta a su hogar, así eso signifique trabajar de nuevo con nuestro peor enemigo. 

—¿Todo bien de ese lado?—Orco me pregunta desde su celda. 

—De maravilla—ironizo cansado. Lo escucho moverse en la celda junto a la mía. De pronto me entra la curiosidad de saber más sobre él.—¿Por qué estas aquí?

—Porque tu gente me trajo aquí—responde como si fuera lo más obvio del mundo. 

—No. Me refiero, ¿porqué no escapaste del castillo? Pudiste haberte ido después de que Kate te salvará, en cambio decidiste quedarte a pesar de saber que todo estaba en tu contra. Sabes que nadie confia en ti, y no te tratan especialmente bien en este lugar. Así que... ¿por qué te quedaste?

Tarda en responder la pregunta. 

—Digamos que la princesa y yo tenemos asuntos sin resolver.. 

La manera en que la defendió de Amber es algo que se repite en mi mente, algo más ocurrió entre ellos en los calabozos de Condor, estoy seguro. Niego apartando el sentimiento de celos que se apodra de mí, Kate me ama, me lo dijo, ella me ama. 

—Escucha, sé lo que le pasó, si me ayudas a salir de aquí, puedo ayudarte a encontrar la manera de despertar a la bella durmiente—guarda silencio antes de agregar algo más.—Se lo debo. 

¿Se lo debe?

Lo medito unos segundos, él ya estado trabajando más de cerca con el suero, puede saber como contrarestarlo. 

—Está bien. Haré lo que pueda, pero primero necesito salir de aquí. 

Unos pasos se acercan a mi celda, los guardias abren la puerta de golpe, entran a mi celda directo a inmovilizarme, sus manos aprietan mis brazos con más fuerza de la necesaria, muevo mis manos liberando la tensión que siento en mis brazos, puedo asegurar que me vas a salir varios moretones por su culpa. 

—Tranquilo—uno de ellos me dice reforzando su agarre. 

Lo fulmino con la mirada, me piden que me tranquilice mientras ellos me golpean y lastiman, me sostienen como si en verdad pudiera hacer algo contra ellos. Mueven mis brazos a mi espalda retorciendo mis brazos con más fuerza de la necesaria.

Suficiente.

No tengo porque soportar este trato, los empujo hacia atrás liberándome de ellos, masajeo mis muñecas aún con sus huellas impresas, muevo mis brazos liberando un poco el dolor que siento. Por la esquina de mi ojo veo un puño acercarse a mi rostro, detengo el golpe en el aire, después otro y otro, de pronto una pelea comienza por defenderme de estos guardias que se creen con la autoridad de amordazarme. Sin esperarlo, siento un golpe en la parte baja de mi nuca que me deja inconsciente. 

 




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