Se dirigieron a la zona noroeste, no tardaron mucho en esta ocasión, pero al llegar se percataron de un muy fuerte olor a polen a su alrededor.
Por tanto polen, Elvira estornuda.
—¿Polen? Lo que me faltaba.
—Debes de estar siempre preparado para la ocasión —dijo Agur con un cubre bocas.
Extendió su mano con otro, ofreciéndoselo a Clelia.
Pensó un par de segundos si era bueno tomarlo, lo cual termina aceptando indispuesta.
—Concuerdo con Agur —opino Abi con un cubre bocas y colocándole uno a Cinthia.
—¡No necesito uno! —se negaba a usarlo, a ella no le incomodaba.
—Los Hostil—us no están heridos —examino Florián.
—Entonces… ¿Qué les paso? —pregunto Elvira.
—Al parecer… fueron inyectados, o algo así —especulo Clelia al ver una marca en su cuello.
—¿Inyectar? —pregunto Agur para sí mismo.
Elvira decidió mirar alrededor, por si encontraba algo de interés. No tardó en encontrarse con el cuerpo de la mujer peli castaño.
—¡Encontré algo!
—¿Qué cosa? —pregunto Clelia.
—Una mujer, creo que sigue viva —estaba por sacudirla un poco para ver si despertaba.
—¡No la toques! —advirtió Agur.
—¡Ah! Me asustas más a mí —se quejó Elvira.
—No cometas imprudencias.
—Agur tiene razón, deja que lo haga Clelia —dijo Florián, a lo que Elvira acepta molesta.
Clelia se agacha y revisa su pulso.
—Está muerta.
—¿De verdad? No parece que tenga heridas graves —comenta Abi.
—Lose, pero no tiene pulso —Clelia busca alguna herida en el cuerpo de la mujer, pero sin éxito.
—Qué curioso que tenga una flor marchita —dijo Cinthia.
—¿Marchista? —Clelia miro la flor.
Los pétalos no estaban caídos, si no fuera por el color rojo intenso, se vería como una Flor fresca.
Algo inquieta, la sujeta, percatándose que estaba pegada al cuerpo de la mujer.
—No está marchista, la Flor fue el arma que usaron para matarla —examino Clelia
—¿Cómo lo sabes? —pregunto Abi.
—La flor está incrustada en su cuerpo, y el color que tiene no es natural, es sangre —dijo con cierto desagrado.
—Una flor de sangre… —Agur quedo pensativo.
—¿Qué te pasa? —pregunto Florián.
—No, nada, solo… tengo una leve sospecha de quien pudo hacer algo como esto.
Clelia no lo miro, se quedó mirando el cuerpo de la mujer, pues sabía que ambos tenían a la misma persona en mente.
—Creo que debemos irnos, no es cómodo estar con un cuerpo inanimado —comento Elvira y todos se fueron, excepto Clelia nuevamente.
Fue sacada de sus pensamientos al sentir una pequeña mano en su hombro, era Cinthia.
—Te dejarán atrás si no te apresuras —Clelia sonrió.
—Si… —se levantó, tomo la mano de Cinthia y se encaminó junto a los demás.
Cruzaron el laberinto hasta el lado noreste, hasta encontrarse con la cabina del lugar, junto a un viento subtropical y un silencio profundo.
—A diferencia de lo que hemos visto, todos estos Hostil—us si fueron dañados físicamente —comento Abi.
—Sí que sufrieron en sus últimos momentos de vida —dijo Elvira.
—Vaya que si —concordó Florián con cierta pena hacia ellos.
Agur era quien se adelantó a ver el lugar, hasta encontrarse con el cuerpo del hombre hechicero.
—¿Encontraste algo, Agur? —pregunto Florián.
—Así es.
Todos se acercaron al cuerpo.
—No parece tener heridas físicas como los demás —observo Agur.
—Vivimos en un mundo magia, no todas las muertes deben de tener una causa, ¿no creen? —opino Abi.
—Tienes razón, pero nunca se sabe cuándo puede haber un guerrero —explico Florián.
—Eso tiene sentido.
—¿Encontraron algo? —Pregunto Clelia quien acababa de llegar junto a Cinthia, no tarda mucho para ver el cuerpo—. Oh…
—No hay señales de daño físico, así que… Abi tiene razón, esta muerte fue ocasionada por magia —comento Agur.
—¿No sabes que pudo ser? —pregunto Elvira.
—No es fácil identificar algo así, incluso para mí —dijo Clelia.
—En ese caso, no perdamos más tiempo —dijo Florián y todos se apresuraron a la última cabina, ubicada en el este.
Al llegar, ciertas luces doradas flotaban por el ambiente, dando una sensación de paz.
—¿Esta sensación es normal? —dudaba Elvira.