De nuevo, mi casa está invadida de personas.
Es acción de gracias, y claramente tendremos una gran cena familiar. No me involucro mucho en la situación, lo máximo que aporto es mi presencia estando sentada en la sala y hacer uno que otro favor, que mis abuelos o tíos necesiten.
—Todos estamos muy felices que haya vuelto.
—Me hace ilusión sobre todo que este en estás fechas.
Annet y la abuela Chlodette, entran a la salón con bandejas que tienen porciones de pan de maíz y pastel de nueces, para dejarlos en la mesa de centro. Oigo sin hacer mucho esfuerzo su conversación, pero trato de pasar desapercibida con la cabeza metida en mi celular.
—¿Ya viste al sobrino de Annet? El pequeño Tommy.
Miro a mi abuela, y tardo unos segundos en entender que es conmigo. Sonrío por compromiso, y niego con la cabeza.
—Mamá, él ya no es un niño —dice mi tía riendo, y luego me ve. Ambas lo hacen—. Vendrá a la cena, así que lo verás.
—Está irreconocible, quedarás asombrada. —la abuela vuelve a hablarme.
Hago lo mismo de hace un rato, sonreír y luego vuelvo al celular. Todos hablan de él, pero yo no entiendo cual es la fascinación; hasta Charlie lo ha hecho. Por lo que entendí, por varias conversaciones entre mis papás y mi abuelos, convivimos mucho con él hace años. Yo no recuerdo, estaba muy pequeña pero Charlie si, son viejos amigos de infancia. Conmovedor.
El timbre de la casa suena, y para escaparme de otro intento de conversación con mi tía y mi abuela, me levanto para ir a abrir. Al momento de ver de quién se trata, siento como si plomo cayera en mis pies.
—Hola, Aliyah.
Miro al padre de James. El señor Roger y a su lado, su esposa. La señora Jelena.
No sé exactamente, cuál es mi expresión ahora mismo, pero es clara la razón de mi silencio.
—Señores Davis. —digo en hilo de voz.
—¿Podemos entrar? —pregunta Jelena, dando vistazos punzantes al interior de mi cabeza.
—¿Entrar? —repito confundida y con unos inmensas de ganas de negarme.
—Si. Fuimos invitados a la cena de acción de gracias —Roger levanta un recipiente en sus manos—, trajimos pastel de calabazas.
Aprieto con todas mis fuerzas el picaporte, y presiono mi mandíbula. Termino por darles pasos y mientras ellos me sonríen, yo les devuelvo el gesto de muy mala gana. Mis papás llegan a recibirlos, pero yo sigo estática frente a la puerta ya cerrada.
—¿Y James? —pregunta mi papá y junto mis cejas.
—Viene dentro de un rato, está haciendo algo con sus amigos de la universidad. —le dice Jelena y yo pego mi espalda a la puerta.
James también vendrá.
Los Davis van hasta la sala, dónde mi abuela y Annet le indican que pueden sentarse. Mi vista se divide entre mis padres, y ellos. Obviamente, Annet me busca al instante pero en el momento que hacemos contacto visual, ella ya sabe lo haré.
—Cariño, espera.
No le hago caso, y persigo a mis las papás, quienes se devolvieron a la cocina. Sin importar que hayan otras personas, llego y pongo con firmeza mis manos sobre el mesón.
—¿Por qué los invitaron?
Tanto mi mamá como mi papá, voltean a verme. Ella, me escrudiña con la mirada y él, me interroga.
—¿Por qué no?
—¿Por qué no? —chillo—. Ellos se fueron de Denver, porque alguien le puso una orden de caución a su hijo.
—Aliyah, baja la voz —me exige mi mamá y siento como mi abuela Lucy, y mi tío John nos ven—. Y no vuelvas a repetir eso.
—Hija, eso fue un rumor —mi papá ahora dice con voz apacible—. Ellos se fueron porque a James le dieron una beca en California, lo sabes.
—Una beca a costillas de Ryan —presiono mis palabras y mis manos en el mesón—. Hubieron muchas otras cosas que dijeron en la escuela que…
—Cállate, ya —se acerca mamá—. Deja de repetir tonterías.
—¡No son tonterías! James no es un santo, es un gran hipócrita y sus padres lo secunda. —acuso señalando hacia la sala.
Siento la mano de Annet en mi brazo, y parece que quiere que voltee para decir algo pero yo me niego.
—Escuchen, James en realidad…
—¡Te dije que te callaras! ¿es que acaso no oyes? —mamá enfurece mucho más.
Veo a papá, con una expresión de lamento y luego solo se oye cómo los demás dejan lo que estaban haciendo, y salen de la cocina. Incluso Annet.
—Los que no oyen, son ustedes. —digo entre dientes, conteniéndome.
—Hija, no es así. Solo que… —habla papá.
—James cambió las respuestas de su examen, por las de Sabrina. Consiguió el contacto de los caza talentos de California que Ryan tenía, y se hizo pasar por él para que le quitarán su cupo y que se lo dieran a James —enumero furiosa—. Habló con los padres de Chloe, para decirles lo de su audición para la academia de baile en los Ángeles. ¡Lo hizo para que ella no fuera y le dieron su puesto a Stephanie Johnson!
Mamá solo se cruza de brazos y mueve su cabeza con negación, papá por otro lado, me escucha con la vista en el suelo.
—Y él a mi…
—Él no te hizo nada, Aliyah.
Mamá me calla y aproxima su rostro, con una actitud que me intimidan pero me obligó a verla a los ojos.
—Hace años, tuvimos esta conversación. James hizo lo correcto al decir a Bob y Brenda, lo que ustedes pensaban ocultarles sobre Chloe. Y lo demás, fueron simple chismes que hasta tu alimentaste.
—Lo que tú madre dice, es que todo eso fueron suposiciones. No debieron dejarse llevar por eso, ustedes eran muy buenos amigos. —papá me recuerda aquello con cierto hilo de nostalgia.
—El manipuló todo para conseguir irse a California. Nos manipulo. —digo verdaderamente dolida e intercambio mi mirada entre ellos.
—Aliyah, a veces las cosas se ven de una manera, pero en realidad son totalmente distinta —papá coloca sus palmas juntas y llega al de mamá—. James solo luchó por lo que él quería, lo demás la gente se lo inventó.
Abro mi boca apenas un poco, de lo sorprendida que estoy de lo que me dicen. Puedo entenderlo de mamá, pero ¿papá? Está totalmente cegado. Y ahora mismo yo también, pero de la rabia.
—Si, él hizo todo lo contrario a mi. Puso a mucha gente en su contra para lograr lo que él quería, y en cambio yo, tuve que renunciar a mis sueños para complacerlos a ustedes.
Mamá no hace más que poner sus ojos en blanco, y papá comienza a negar y hasta hace el intento de tomar mi mano, pero yo me aparto. Salgo de la cocina y voy en busca de mi abrigo, en la entrada.
—¿A dónde piensas ir? —me persigue papá.
—No me voy a quedar a la cena —me coloco el abrigo y me giro hacia mi papá—. No pienso estar aquí cuando llegue James.
Annet aparece y escucha lo último, lleva sus manos su cabello, viéndose muy preocupada.
—Aliyah, es acción de gracias.
—Deja tus berrinches. —ahora dice mamá, quien solo está molesta.
—Hasta dónde se, hoy es un día para agradecer —acomodo el cuello de mi abrigo, viéndolos a los tres—. Y yo no tengo nada, que agradecer.
Abro la puerta, y me voy. Los murmullos entre ellos acrecientan pero yo sigo caminando por la acera, unas dos casas más allá, mi tía me alcance y hace que me detenga.
—Sobrina, por favor.
—Annet, no. No voy a regresar —digo inmediatamente y mi tía suspira angustiada—, métete a casa. Que hace frío.
—¿A dónde irás? —sus ojos se ponen rojos y su nariz también. En verdad, hace mucho frío.
—Con Chloe, ¿de acuerdo? Estaré bien.
—No, no lo estarás. Ni lo estás —se cruza de brazos temblando de frío—, no puedes seguir así. No puedes solo salir corriendo cada que este chico aparezca.
—¿Y que hago? —abro mis brazos—. ¿Le digo la verdad a mis papás? ¿Ah?
—Pues si, si deberías. —responde con un poco de histeria.
—¡¿En que carajos va a cambiar eso, Annet?! ¡En nada, joder! No va a cambiar nada, al final terminará siendo mi culpa. ¡Por qué la tuve! James no me obligo a nada, yo fui la que echo a perder todo —mi voz se desgarrada y contengo el nudo en mi garganta—. No hay nada que cambie, si yo digo la verdad.
También me cruzo de brazos, y entonces se retrocedo. Annet no me impide seguir avanzado, así que termino por irme.
Sorbo mi nariz y froto mi rostro con afán; no voy a llorar. No me lo voy a permitir y menos por eso idiota. Camino unas cuadras más, y mi celular vibra en mi pantalón, sin dejar de avanzar veo el mensaje que me ha llegado.
Chloe: ya hemos llegando a Evergreen con mi familia.
Feliz acción de gracias otra vez! :))))
Aliyah: que bueno!
Si, le mentí a mi tía.
***
Entro a Rocco's, un restaurante que queda a las fueras de Denver, donde frecuentemente vengo con mis amigos o con mi hermano, incluso hay veces que vengo con mis papás.
Tuve el suficiente orgullo como para irme de mi casa, pero no como para quedarme sin comer. Así que mi mejor plan fue este, venir a comer al restaurante al cual siempre visito acompañada. Deprimente, lo sé. Y se vuelve más deprimente, cuando veo a mi alrededor y todas las mesas están ocupadas por grandes familias, y amigos. Mientras yo, estoy sola en una mesa. He creado una escena bastante dramática, solo por no tragarme el orgullo. Típico de mi.
No todo es tan malo, me gusta ese sitio. Y son increíblemente amante a las hamburguesas de Rocco’s, así que está puede convertirse en mi nueva tradición de acción de gracias.
¿Pasarla sola comiendo hamburguesas? Si, muy linda tradición.