La cena fue perfecta. No le gustaba mucho que TT prefiriera hacer uso de un comedor privado. Prefería ser vista, sobre todo cuando se trataba de estar en la mesa en compañía de un hombre tan importante como TT. Le gustaba que hablaran de ella en cualquier medio. Era una forma de ser reconocida. Sin embargo sabía que a TT no le agradaba ningún medio de comunicación. Era muy raro que alguien tomara alguna foto o video sobre él. Si sucedía de inmediato la quitaban y nadie volvía a hablar de ello.
A Rebecca no le sorprendía, después de todo él tenía intereses de negocios en las comunicaciones. En realidad tenía intereses en muchos negocios, era un hombre poderoso y ella sentía atracción por hombres como él. Lo miró fijamente, nadie podía negar que Thomas Torbes era guapo, muy atractivo; en cualquier momento pudo estar en la lista de los hombres más atractivos del mundo, pero nunca sería así. TT no se interesaba en vanalidades, él era un hombre serio y de negocios. Su padre le había heredado una fortuna importante, él era inglés y después de su muerte todos sus negocios y fortuna pasaron a su madre y a el pequeño Thomas.
Era imposible no recordar la responsabilidad que cayó sobre él como el heredero de la fortuna Torbes. A sus dieciséis años ya tenía que moverse de un país a otro y aprender el manejo de todos los negocios. Fue estresante para él y su madre a pesar de estar casada con el padre de ella que siempre la había apoyado.
-¿Hay algún problema? - preguntó TT llevándose a la boca un bocado de carne.
-Sigo curiosa acerca de la chica de cabello rosa - dijo mirando tranquilamente su ensalada -. ¿Qué te llevó a sacarla de la recepción? Estoy consciente de que fue grosera pero pudiste ordenar que la sacarán del lugar. Tu chofer o el lamebotas de tu asistente...
-No es algo que te importe - respondió lanzándole una de esas miradas intimidantes.
-Estoy preocupada, no volviste en el resto de la noche - replicó herida por su actitud -, ¿Cómo no va a importarme?
-Aqui estoy sin ninguna repercusión - dejó los cubiertos sobre el plato de cerámica blanca -. No soy un estúpido para dejar que una personita como ella me ataque.
-No, no eres estúpido - reconoció Rebecca y suspiró -. Pero es imposible no preocuparse. Eres un hombre con mucho dinero, ella pudo ser una distracción para un secuestro o algo peor.
-No paso nada - se recargó en la silla y buscó la delicada y pálida mano de su hermanastra -. Se arreglaron las diferencias y al final ella se fue sin pelear.
-Bueno, no esperaba que fuera complicado, tienes talento en arreglar cualquier discusión - sonrió ella buscando ocultar su temblor ante el contacto de TT.
Él no respondió la soltó y limpió su boca con la servilleta.
De inmediato Rebecca se dió cuenta de un cambio sutil, no muy evidente, pero ella lo conocía desde niños y era imposible que no notara cada vez que TT tenía alguna reacción.
-¿Pasa algo Thomas?
TT Frunció el ceño y movió la cabeza desviando su mirada hacia Rebecca.
-No, ¿Ya has terminado? - se levantó de la silla arrojando la servilleta nsobre el plato -. Si no lo has hecho, termina tu cena. Ya todo está pagado.
-Ya he terminado - se levantó de inmediato mostrando poca elegancia -. ¿Puedes llevarme a casa? Dejé mi auto en las oficinas.
-Te pido un taxi - le anunció sin detenerse -. Ahora mismo voy a otro sitio.
-Te acompaño.
Se detuvo sosteniendo la perilla de la puerta. Bajó un poco la cabeza.
-Te pediré un taxi - reiteró su ofrecimiento.
Salió de la habitación sin esperar que ella le siguiera.
Rebecca sostuvo su bolso con enojo y salió a largas zancadas tras él. ¡Definitivamente TT podría ser un idiota!
TT entró a la camioneta, no se dió cuenta en qué momento llegó el taxi de su hermanastra. Se dejó caer sobre el respaldo del asiento trasero y cerró los ojos tocándose la frente. Su cabeza estuvo divagando todo el maldito día. Empezaban unas punzadas que eran una molestia. Sin embargo no se parecían a las imágenes de aquella extraña desconocida que la noche anterior se había metido a su cama.
Nunca supo su nombre. Ella no sabía el suyo. Una situación que no era algo normal para él, quizá ella lo hacia todo el tiempo, ¡Mierda! ¡Ni siquiera sabía que hábitos sexuales tenía! ¡Gracias a Dios había utilizado preservativos! Ella pudo haberlo infectado de cualquier enfermedad sexual. Apretó los dientes y sus ojos fueron hasta el hombre que siempre le había parecido un enigma.
Lo contrató por las exigencias de su padrastro. No precisamente a él, su padrastro quería que tuviera un guardaespaldas después de un intento de secuestro unos años atrás. Tanta fue la insistencia que buscó algunas agencias privadas pero ninguna fue de su agrado. Una mañana mientras corría en el perqué más cercano a su casa, un tipo intentó robarle y llegó él con su figura de superhéroe y un rostro adusto, temible, de inmediato el asaltante huyó dejándole solos.
-Bueno... Gracias...
-Está bien - respondió moviendo la mano como si no hubiera sido nada.
Miró la ancha espalda cubierta por una camiseta blanca húmeda por el ejercicio. Frunció el ceño sintiendo curiosidad.
-¡Hey espera! - le detuvo siguiendo sus instintos -. ¿A qué te dedicas?
La pregunta dejo al hombre inmóvil. Se quedó parado por unos segundos antes de mover su cabeza casi a rape. Sabía que lo estaba mirando por el rabillo del ojo. TT caminó lo más cerca que sintió sería más seguro para él.
-¿Por qué quieres saberlo?
-Me ha sorprendido lo de hace rato - respondió buscando ser lo más sincero posible -. Estoy en búsqueda de un empleado que esté conmigo todo el tiempo. Creo que sabes a lo que me refiero.
Él desconocido se tensó un poco antes de mover las grandes manos morenas que parecían no tratar muy bien a quien se atreviera a enfrentarse a ellas. Lo miró ahora de frente curioso.