Rebecca se asomó una vez más. Thomas llegaba tarde. No era usual en él. Estaba segura de que su padre no le había llamado para cancelar ese fin de semana. Ella iba a encargarse de hacerlo. No lo hizo, tenía algunas noticias. Frunció los labios con un brillo rosado discreto y elegante, sus ojos destellaron llenos de ira. Tenía que hacer algo para detener la tontería que estaba cometiendo. Estaba a tiempo, eran muy pocos días y tenía oportunidad para hacerlo. ¡Maldición! Por años se había convertido en una espectadora de la vida de Thomas, estaba en sus treinta años y ya era tiempo de detenerlo.
Le pertenecía desde el instante en que Thomas llegó a casa. Era un par de años más joven, pero ¿Qué importaba la edad en un matrimonio entre dos personas que eran de la misma clase y que aspiraban a tener éxito en la vida? Llevaba años esperando y no iba a permitir que una nueva mujer entrara en la vida de Thomas. No una como ella.
Llamó su atención que la llevara a su departamento. Nunca llevó a nadie ahí, ni siquiera a ella. Desde ese momento supo que tenía que hacer algo y por suerte su padre llamó la noche anterior para avisar que no estaría en casa ese fin de semana. Estaba ansiosa por hablar con Thomas. Frotó sus manos, levantando la barbilla y miró por un rato más la ventana.
-Señorita Rebecca, el desayuno...
-Ya lo sabes -- interrumpió seca -. Lo que a Thomas le gusta. Sirve algo de carnes frías y algunos bollos...
-Si señorita - asintió la empleada.
Rebecca cruzó los brazos con estudiada elegancia sin dejar de ver por la ventana. Desvió por unos segundos la mirada.
-No olvides el café.
-No señorita.
Regresó su atención a la ventana y la puerta se cerró. Hizo un mohín de fastidio y se observó en el reflejo del cristal. Su vestido de suave seda en color verde jade y el collar de perlas estaban al nivel de su elegante peinado. Estaba perfecta para recibir esa mañana a su querido hermanastro.
TT entró a la propiedad recorriendo el camino asfaltado bordeado de árboles formados en hileras. No pudo evitar una sonrisa sardónica, no le agradaba mucho la idea de su padrastro de convertir su propiedad en un cliché. Pisó el acelerador, era lo mejor para llegar pronto y dejar atrás él camino. Miró la casa de dos plantas color marrón claro con ventanas cuadradas de bordes blancos, se estacionó junto a dos caros autos, bajó de su 4x4 quitándose los lentes oscuros y sin perder tiempo fue hasta la puerta.
Un sirviente le abrió de inmediato. TT le entregó las llaves para que sacara su bolso de viaje.
-La señorita Rebecca lo espera en la terraza - dijo el hombre al recibir las llaves.
TT apenas asintió y siguió su camino sin mirarlo. Recorrió el vestíbulo hasta las puertas corredizas que llevaban directamente hasta el patio interno. Lo recibió el sonido del agua de la fuente y el canto de los pájaros exóticos. Hasta el fondo estaba Rebecca sentada en una de las sillas. Cruzó el patio hasta encontrarse con su hermanastra. Ella le brindó una sonrisa cariñosa, de esas que él conocía muy bien.
- Buenos días - saludó sentándose en su sitio de siempre -.¿Qué pasa?
- Buenos días - respondió dejando su taza de café con demasiada tranquilidad - ¿Por qué tiene que pasar algo?
Lo miró levantando una bien maquillada ceja. TT hizo lo mismo aunque había un dejo de ironía en su gesto.
- No eres fácil de engañar - suspiró ella colocando sus manos en el regazo.
- No eres buena ocultando tus intenciones - dijo con sarcasmo y se sirvió café en la taza frente a él.
- Deberías dejar que la empleada lo haga.
- Gracias, puedo yo servir mi propio café.
- Es su trabajo, para eso les paga mi padre - replicó petulante.
- ¿Qué demonios pasa? - preguntó mirándola sin mucha paciencia.
- Papá no está en casa - anunció casi ocultando una sonrisa satisfecha -, todo es culpa de una mujer. Una de "esas", ya sabes...
- ¿De esas? - le dió un trago al líquido caliente -. ¿Tú padre? Victor no acostumbra a salir con ese tipo de mujeres.
- Parece que siempre hay una primera vez - acercó un bollo a él plato frente a ella -, siempre creí que tenía buen gusto para las mujeres. Ahora no sé que estará pasando, parece que se ha vuelto muy solicitado enredarse con cualquiera...
- Si te molesta habla con él - levantó los hombros recargándose en el respaldo de la silla -. Victor siempre te escucha. Eres la niña de sus ojos.
- Hay ocasiones en las que es imposible hablar - abrió el bollo con un pequeño cuchillo -. Mi padre está obsesionado con esa mujer, ella es de las que saben hechizar a los hombres, después de todo ha estado casada varias veces. Mi padre es un inocente ante la experiencia de "esa".
- ¿Sabes quién es? - la observó poner carnes frías en el interior del bollo -, quizá pueda hacer algo al respecto.
- ¡Sólo sé que es una de esas que se aprovechan de hombres por ser descaradas y zorras! - arrojó el bollo con violencia al plato -. Parece que su hija es igual a la madre. ¡No sé que es lo que hacen para acaparar a hombres con dinero!, Pero estoy segura de que tú debes saberlo...
- ¿Disculpa? - la miró confundido después de la sorpresa.
- ¿Ya la has olvidado tan rápido? - inquirió irónica sin ocultar su enojo -. Me parece que no es tan fácil, ¿Quién puede olvidar a una mujer como ella? Con todos esas cosas en la cara, los tatuajes y la forma de vestir...¡Ese pelo! ¡Tan vulgar!..,
- ¿Qué demonios? - dejó la taza de un golpe en la mesa -. ¿Cómo...
- ¿Crees que no me iba a enterar? - se levantó violenta -, ¡La has llevado a tu departamento! ¡Tú no llevas a tus amantes allí! ¡Casi tuve que rogarte para que me llevaras a conocer tu departamento! ¡Fue como una obligación que me lo enseñaras! ¡Maldición!
Pasó una mano por el cabello despeinándolo un poco. Tomó una bocanada de aire y apretó los labios.
- Lo que haga y con quien no es de tu incumbencia - TT frunció el ceño -. No tienes derecho a recriminarme nada.