—Gracias Golda, eres muy generosa. —Digo sonriendo mientras tomo mi mochila para sacar mi celular, y confirmar, que mamá me estuvo llamando mucho —. Creo que debí avisarle antes.
—No importa por cuantos siglos viva, ese aparato me sigue desagradando. —Se queja Golda mientras se aleja para seguir con su trabajo.
—Papá dice lo mismo. —Me encojo de hombros —. Supongo que los que viven desde hace siglos tienen una visión diferente de los que nacimos en el siglo XXI.
—Yo nací a principios del siglo XVII, y debo admitir que me agrada más la tecnología de este tiempo. —Dice Alij pensativo.
—Has vivido por más tiempo que yo, y aun así no has logrado tener un ascenso, eso debería ser humillante para ti. —Se burla Zumoth haciendo que ría divertida.
Los semi humanos no viven tanto como la mayoría de las razas híbridas y aprovechan cualquier oportunidad que tengan enfrente, a diferencia de los longevos que acumulan años y experiencia para no aburrirse.
—Es divertido estar aquí, y aunque tu eres mi superior, debes respetar a tus mayores. —Dice Alij divertido.
—Por eso son mis clientes preferidos. —Digo levantándome manteniendo una sonrisa en mi rostro y me cuelgo la mochila en la espalda mientras le envío un mensaje a mamá —. Nunca me aburro con ustedes. Pero la diversión se acabó, debo volver a casa. —Me despido con un guiño que los hace sonrojar mientras camino a la salida del bar.
Apenas pongo un pie afuera, noto los matices naranjas y rojos que cubren el cielo indicando el amanecer junto con la niebla matutina que cubre al pueblo fronterizo y a algunas personas que comienzan a laborar bien temprano en la mañana. Es una vista que ya conozco de todas las veces que me quedo trabajando en la noche en el bar, y nunca me canso de verla, es la única hora del día que puedo decir que el pueblo se ve bien antes de que los migrantes de Drask pasen al reino híbrido para ir con sus parejas eternas en las noches de luna roja, o que algunos comerciantes pasen a las tierras de la oscuridad para “convivir” con las súcubos, arruinen con sus presencias tan hermosa vista.
Me abrazo a mí misma comenzando mi caminata de vuelta a casa, aunque en realidad no necesito caminar mucho, porque si algo agradezco de mi lado demoníaco es poder moverme entre las sombras que mi padre ha dispuesto por todo el lugar. También puedo hacer lo que quiera con mi sombra, pero debido a que soy híbrida entre luz y oscuridad, solo puedo usarla como tentáculos oscuros. Pero mi padre es genial, puede transportarse de un lugar a otro, hacer sus propios e inmortales soldados para su ejército, usarla como escudo o arma dependiendo de la situación, y hasta puede hacer su propia habitación de torturas y absorber la vitalidad del ser que pise ahí. Aunque no lo he visto utilizar lo último, sé que la ha usado antes porque papá tiene milenios de edad mientras que mamá apenas está en sus treinta años y todavía se ve bien. Él dice que en algún momento podré usar así mi sombra, pero por ahora solo necesito entrenar un poco y seguir encontrando mi equilibrio entre luz y oscuridad, porque al igual que mamá, también puedo usar magia de luz y curar cualquier herida o enfermedad.
Todo un contraste único son mis poderes.
Encuentro la sombra de papá y voy directo a ella, cuando siento que la sombra que me dejó papá como guardián me detiene de seguir con mi camino. Me extraña su comportamiento, pero si reacciona así es por algo, así que decido tomar el camino largo hacia mi casa mientras verifico mis alrededores. No noto nada extraño, hasta que sorpresivamente me encuentro de frente con Jurat Minet, el guardián de la princesa, en la calle principal en el camino al paso fronterizo.
Es un chico alto de tez clara cubierto por el uniforme azul que lo denomina cómo parte de la guardia real. Tiene un cabello tan claro como el cuarzo y ojos amarillos hipnotizantes con una pupila roja junto con un sexi lunar abajo de su ojo izquierdo. Todo un adonis que hipnotiza con su presencia, y aunque me cueste admitirlo, con una fuerte aura que demuestra con cuánto poder lo ha bendecido Lunaria y cuanto respeto le demuestra Solel al tener sobre él una luz divina que no todos son capaces de ver.
—Identifíquese y descubra su rostro. —Ordena el chico con voz grave.
Obedezco a lo que me pide quitándome la capucha de la sudadera que cargo, dejando ver mi cabello oscuro como el ébano, la tersa piel trigueña de mi rostro y mis ojos rojos que muestran mi ascendencia demoníaca que, gracias a mi suerte, no salí con cuernos y alas cómo papá. Debido a que me ha pedido que me identifique, le doy mi carnet fronterizo y este lo toma con un poco de recelo.
—Se supone que vives en las tierras de Drask, ¿qué haces aquí? —Pregunta desconfiado, y eso me confirma lo que había hablado con Zumoth y Alij.
—Trabajo en un bar cercano. Pregúntele a cualquier guardia fronterizo. —Señalo atrás de él haciendo que voltee.
—Buenos días Yaira, ¿otra vez turno nocturno? —Pregunta un cliente regular que reconozco como Thorat, un sexi novato de cabello rubio y alto, uno de los pocos humanos puros que quedan.
—No preguntes si conoces la respuesta. —Digo cómplice haciendo que ría divertido.
—Ciertamente. —Recupera su rostro serio y carraspea para ver a Jurat —. Señor, le aseguro que la señorita no es una mala persona, todos aquí la conocen porque trabaja en el bar de Golda.
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Editado: 27.11.2024