Presa de ti ©

Capítulo 27

Ian

 

- Acuéstate - le ordeno amable, bajito para que ya no siga llorando. 

- Quiero ir arriba.

Palmeo mi pecho, sorbe su nariz y resignada se acuesta. Hemos terminado de ducharnos ahora solo quiero disfrutar de esta agua limpia con ella, suspiro y empiezo acariciarla.

Los brazos, el pelo, sus pechos y la clavícula, el cuello no ya que está llena de marcas que si toco le dolerán y quiero que ya se duerma para subir. 

Porque una vez entre al mundo interno Ethan acabará conmigo y eso es justamente lo que deseo, que se enoje, se llene de odio por hacerle daño a su zanahoria. Así poco a poco se va haciendo débil, destruyo a Hannah y me quedo con el cuerpo de Ethan.

Ese es mi plan.

Romperla a mil pedazos por dentro, que viva solo por sus hijos y tenga a un monstruo a su lado. Me satisface más ver a Ethan haciéndole la vida imposible que yo hacerlo, es otro placer inexplicable que tengo. 

Un puto fetiche, soy sádico. El peor de todos, me encanta ver el dolor en las personas, su sufrimiento me alimenta, me hace más poderoso, más monstruo y menos humano. 

Porqué humanidad ni tengo, a veces parece que si, pero solo es para manipular a las personas. Me comporto bien para que no sospechen y en cuanto menos lo esperes me tendrás pisoteándote. 

***

Mundo interno

 

Escupo la sangre, vamos, sigue golpeándome. Ya ni dolor siento, más que excitado es lo que estoy.

Soy un puto sadico, como masoquista. 

El otro puñetazo va a mi nariz, finjo gemir de dolor para creerle que me está dañando. Idiota, el amor que cree sentir lo ha nublado ya ni debe acordarse que nunca podrá contra mi. 

Ah, pero shhh...

- ¡Te lo advertí, Ian!

- Tu dijiste que no la llevara al borde de la muerte - siento su patada en mi pecho, río sin poder evitarlo y lo hace enojar.

- ¡No se puede parar de la puta cama animal! 

Animal eres tú, idiota.

- Te dije que te arrepentirás de dejarme salir - susurro riéndome, gruñe cabreado, patea mi cara haciéndome ver puntos negros.

- Púdrete en el infierno, mocoso.

Será un placer, amo...

***

- Cree que es más fuerte que yo, ¿Puedes creerlo? - camino de un lado a otro en bóxer, la fusta en mi hombro y Hannah con la cabeza gacha.

Amarrada de sus cuatro extremidades y dejándola expuesta e indefensa ante mis azotes. 

- Ya no...n-no más golpes...- tartamudea con la voz quebrada, al menos no se ha puesto a llorar.

- Te dejaré de dar golpes si me acerco y compruebo que no estás mojada.

Digo divertido, doy dos zancadas, suelto la fusta que cae a mis pies, tomó su mentón y hago que me mire directo, sonrío maliciosamente y meto mi mano bajo sus bragas, se retuerce incomoda y saco mis dedos mojados. 

- Oh, mi gatita. Eres toda una masoquista - río lento, beso rudamente sus labios mordiéndolos hasta sacar sangre y oírla jadear de dolor.

Suelto su cara que la deja caer cansada, van más de cien azotes por todo el cuerpo. La hice que los contara, me canse de que tartamudeara y ordene silencio.

Me agacho por la fusta, me hago para atrás y viendo una vez que en algunas partes ya está sangrando. Decido voltearla, pero ahora acostada en la cama, ya la he tenido bástate tiempo parada.

- Ethan me golpeo a más no poder cuando te folle por el culo y no pudiste pararte por más de un mes - la ira me entra de nuevo, azoto sus nalgas fuerte. 

Se escucha cuando el aire es cortado por la agresividad que dejo caer la fusta, me encanta ver como aprieta la sabana fuertemente y los ojos también. 

- Pero eso solo me hizo excitar - vuelvo a decir riendo al final.

- A-mo...- apenas logró escucharla, dejo caer la fusta en su espalda ya que no le di permiso de hablar - Piedad...no re-resisto...

Gruño y vuelo a dejar caer la fusta una última vez.

- ¡Ahh! ¡No llores que lo complicas más!

Le reprocho, aunque ya es tarde. Las lágrimas bajan sin parar como grifos de agua abiertos, ya la folle toda la noche y después comencé con los azotes que me hicieron que me viniera. 

Es hora de parar, respiro hondo intentado calmar a mi instinto sádico. Ethan me dio permiso de tocarla lo que yo quisiera si solo no la dejaba al borde de la muerte como me gusta, drogarla para que duerma es mejor a que con sus lamentos me incite a poseerla. 

- Shh...duerme mi gatita pelirroja.

Termino de aplicarla en su brazo, es fuerte la droga por ende no tarda en irse. Porque aparte tiene otra droga - pequeñas dosis - que la ayudarán en su dolor cuando despierte, así no se estará quejando.

Dejo la jeringa arriba del mueble y me echo a su lado en la cama, la jalo para subirla encima de mi, tomó su cara quitando su pelo. Que ya está creciendo, odie el hecho que lo tuviera corto, pero combinando el shampoo de galletas con un tratamiento de crecimiento fue lo mejor porque está haciendo efecto. 

La miro por un corto tiempo, su respiración es lenta. Su aliento cálido y la sangre escurriendo de sus labios lastimados me invita a acercarme y lo hago, tomando su cuello para atraerla más a mi.

Paso mi lengua por la sangre que es mi droga favorita, doy besos pequeños embarrando ese color carmesí en mis labios. 

Cierro los ojos relamiendo la sangre, es tan exquisita. 

Podría fácilmente ser un vampiro y dejarla totalmente vacía, solo de imaginarlo me excita.

 

5 años después...

 

- No, no está mal. Ahora ve a jalárselo - lo incito a hacerlo, empujó despacio su espalda y va.

Me río internamente, Leila está acostada en el sofá boca bajo tranquilamente pintando en su libro de colorear, llega Alexander y jala de sus colitas.

- ¡No! ¡Papi! - chilla, hago una mueca y cuando voltea Alex le guiñó un ojo. 




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