SKYE🌻
La alarma suena por cuarta vez ¿Por qué? ¿No es fin de semana? Hasta que suena la alarma general de la residencia, eso significa que las clases ya comenzaron para todos y que nadie debe estar en las habitaciones.
Mierda, otra vez no. Me levante de la cama rápidamente, voy hacia el baño a lavarme la cara y veo la hora en mi móvil, 10:38 am. Regreso a mi habitación, me visto rápidamente sin ver que la ropa debe combinar, amarro las agujetas de mis converse, no quiero volver a caer como el primer día, pensé.
Busco mi mochila sin saber qué cosas debería estar llevando a clase, pero al bajar las escaleras de la residencia me doy cuenta que olvidaba mis pinturas, otra vez. Regreso rápidamente y abro la puerta con la mano casi temblando, encuentro las pinturas y no tengo tiempo de ponerlas en la mochila y emprendo mi maratón, cuando iba de camino busco mi móvil el horario, veo que esta clase queda al otro lado de la facultad, cerca a la de música y pasando la cancha de futbol.
Fue mala idea ponerme unas converse sabiendo que caminaría mucho hoy, pase por la cancha de futbol y veo a lo lejos a Marcus, charlando con sus amigos, mientras veo en mi móvil el mensaje de anoche, no quería hablar con el después de eso, después de lo que vi. Pero cuando menos me lo espero, escucho a lo lejos mi nombre, Marcus me ha visto y me esta llamando.
Comienzo a caminar mas rápido, hasta llegar a la facultad, subo rápidamente las escaleras y sin ninguna liga que sujete mi cabello. Camino rápidamente sin darme cuenta que alguien más venía hacia mí, las pinturas que llevaba en los brazos no estaban cerradas correctamente haciendo que mancharan a la otra persona, en mi nerviosismo suelto las pinturas y caen al suelo, pero cuando alzo la miraba veo que es él, el chico de la guitarra.
—Mierda, perdóname, no sabía por dónde iba…
Pero no termine de hablar cuando el me tomo del brazo haciendo que entrara al salón de al costado, felizmente se encontraba vacío, él me hizo una seña con un dedo en sus labios para que hiciera silencio, mientras veía a alguien pasar a través del vidrio de la puerta.
Estaba cerca de él, nuevamente, en una situación distinta, ya no me encontraba ebria como la primera vez que estuve cerca de él, podía ver el ceño de tu frente, tenia miedo de que lo vean.
—¿Estas bien? —pregunto cuando ya no había nadie afuera.
—Si, pero eso debería preguntar yo a ti. —dije mientras me mordía el labio al ver su camiseta manchada de pintura.
Él baja la mirada a su camiseta y ve el desastre que acabo de hacer, no se le veía enojado, menos incomodo, pero tenia miedo de que el lo este ocultando para no hacerme sentir mal.
—Suele pasar, no te preocupes. —dice relajado.
—No todos los días chocas con alguien y que te manchen de pintura —dije mientras una sonrisa se dibujaba en mí.
—No, pero eres la primera —dice mientras intenta sacarse la camiseta.
—¡Que estas haciendo! —reaccione tapándome los ojos.
—Piensas que me quedare con esta camiseta manchada. —dice mientras se aleja de mi a buscar algo en el salón donde estábamos.
—Espera.
Deje mi mochila en el suelo y busque en ella alguna camiseta que siempre suelo llevar cuando no quiero ensuciarme al pintar. Cuando la encontré se la extendí.
—Toma, siempre llevo conmigo una camiseta por si pinto y no quiero ensuciarme.
—O porque puedes chocar con alguien y marcharlo de pintura también. —dice y una sonrisa aparece en su rostro dejando ver un pequeño hoyuelo.
Me gire para que el pudiera cambiarse y a la vez tapaba mi cara algo sonrojada.
—Listo.
Me giré y lo vi con mi camiseta puesta, le quedaba bien, felizmente no era pequeña.
—Lavare la tuya —extendí mi mano y me dio su camiseta.
Era una camiseta gris con el logo de una banda de los 80s. Lo metí en mi mochila y salí a recoger las pinturas que había soltado, veo la hora en mi móvil nuevamente, son las 11:30.
—Es muy tarde para mí, me tengo que ir. —me fui caminando rápidamente dejándolo en el pasillo, pero me gire para decirle una ultima cosa— Te la devolveré.
—Ojalá me encuentres otra vez, pero esta vez sin chocarnos. —se rio nuevamente.
Fue lo último que escuché cuando di la vuelta al pasillo y me encontré a Madison.
—¿Qué te trae por aquí, Skye? —dice mientras abre la puerta del salón donde realiza las fotografías de su proyecto.
—Tengo clases y voy tardísimo —respondí y me despedí dándole un beso en la frente.
No sé porque me sentía emocionada, pero mi mente me decía olvídalo.
Y fue así como una flor crecía dentro de Skye, era un sentimiento nuevo y hermoso, pero los miedos internos la comían viva y era por eso que su mente le decía olvídalo. Sé que el amor un día tocará su puerta, pero a veces el amor no es suficiente para quedarse.