Princesa Blanca

¡NO ERES MÁS QUE UNA OMEGA!

-Con cuidado – dicen las dos y comprendo lo que están diciendo, les conté lo que me sucede con Diago y sus consejos son los de cualquier buena amiga que puedas tener, si ustedes no comprenden lo que les quiero decir es porque simplemente no han tenido amigas como las mías

-¿Josh porque te vas?  - cuestiona Diego y yo suspiro

-Olvide que tenía que hacer algo – es lo único que se me ocurre – pero en otra ocasión te prometo que vamos a tomar algo – las señalo - ¿verdad, chicas? – ellas asiente con la cabeza y se suben al auto para animar a Diego para que se retiren, yo cruzo la calle para llegar al auto, unos pocos pasos después llego a mi destino la puerta se abre Diago sale del auto y me abraza de la cintura pegándome a su cuerpo, le sonrió como lo que soy una enamorada, con los tacones aun no le llego a su altura, baja un poco la cabeza y me besa con urgencia, un gemido sale de mi garganta haciendo que mis mejillas se sonrojen.

- ¿Cómo estuvo el entrenamiento? – pregunta y yo le limpio los labios porque este manchado con mi labial rosado

-¡Bien, muy bien! – río – ¡A ti te va mejor mi labial! – le digo y arruga la frente.

-Te lo regreso – dice y toma nuevamente mis labios con los suyos en un beso mucho más tierno que el anterior.

-Te manchaste más – lo limpio con mis dedos y rio a carcajadas – te lo comiste todo

-No, te voy a comer a ti – murmura y otra vez sus labios están sobre los míos – A ¿Dónde quieres ir? – pregunta y lo termino de limpiar, me acerca un pañuelo para que lo limpie porque lo estoy haciendo con mis dedos, niego con la cabeza

-A ningún lado – me recuesto sobre su pecho – quiero dormir estoy muerta de cansancio, Diego me hizo correr la pista diez veces más de lo normal y practicar lo de las flechas hasta que me salió – lo veo con ojos de súplica – ¡Quiero dormir!

-Vamos a dormir entonces – me besa en la frente me lleva hacia el otro lado abre la puerta, entro, me coloca el cinturón de seguridad, sube al auto lo pone en marcha, me ve por unos segundos, a mí se me sale un bostezo y él sonríe ante mi acción, arranca el auto, pero no tomo la dirección para ir a la casa de mi abuelo, veo que se trata de su casa, intento mantener mis ojos abiertos, pero me es imposible en algún momento los cierro y me quedo profundamente dormida.

En algún momento siento que me mueven, pero mis ojos están tan pesados que no los puedo abrir pese a la incomodidad que siento, solo dura unos instantes, luego siento que todo está bien, perfecto haciendo que la oscuridad sea mucho más cómoda.

Me muevo para despertarme abro los ojos, pero todo está completamente oscuro, siento un brazo bajo mi cabeza me siento de sorpresa y una luz se enciende, veo a Diago a mi lado y una sonrisa se forma en mis labios - ¿Qué sucede? – pregunta con los ojos chinos de sueño y rio

-Nada – duerme, le pido, pero él no lo hace – enserio no tengo nada – repito – voy al baño – regresa su cabeza a la almohada, salgo del baño y mi estómago gruñe por algo de comida, la luz es tenue por lo que no logro ver claramente donde encontrar la puerta, logro ver donde se encuentra, salgo y buco a tientas la luz del pasillo para poder saber dónde voy a pisar, no la encuentra, todo se vuelve claro y yo brinco en mi lugar del susto unos brazos me rodena y escucho su voz cerca de mi oído

-¿No dijiste que ibas al baño? – sonrió

-Tengo hambre – me giro y lo veo - ¿Cuánto tiempo me dormí – me señala a un punto y veo el reloj son las doce de la noche suspiro – dormir toda la tarde – me quejo - ¿Por qué me dejaste dormir tanto? – cuestiono y busco el camino hacia la cocina, llego abro la puerta del refri y saco jamón, queso, busco le pan y me preparo algo rápido de comer porque mis pobres tripas rujen, meto una buena parte del emparedado en mi boca, me acomodo en el taburete del desayunador, en ese momento me percato de la sonrisa tonta que tiene el rostro Diago que está cerca de la puerta recostado en el mueble donde guarda todos los trastos de la casa, la cocina tiene un diseño en “U” muy extraño al entrar adosado a la pared se encuentran el mueble de los trastos, desde ese lugar se extiende un gabinete que esta elevado al menos quince centímetros del suelo, al fondo se encuentra la refrigeradora, luego el lava trastes y la estufa en medio del ambiente una isla tiene espacio para cuatro personas para poder comer.

Aparte de la sala, la cocina y su dormitorio no hay otro ambiente con muebles.

-¿Por qué me miras así? – pregunto justo cuando termino de acabar de tragar, se acerca a paso ligero hacia donde me encuentro estira su mano y coloca su dedo bajo mi labio inferior y lo recorre

-Estas manchada – anuncia, se lleva el pulgar a la boca y yo me atraganto con la comida que tengo en la boca, el ríe complacido por mi acción, eso solo hace que mis mejillas ardan, bajo mi comida y busco el vaso con agua para disipar el calor en mi cuerpo, Diago es más rápido; lleva la pieza de cristal a mis labios y no sé si tragar o no, intento tomar el vaso, no me lo concede y debo de beber con su ayuda, lo hago con un poco de torpeza.

-Esto es muy …-

-Romántico – dice y yo niego con la cabeza

-Vergonzoso – le digo y su sonrisa se hace mucho más grande que la anterior hasta en este momento se me ocurre preguntar - ¿has cenado?

-Si antes de ir a la cama – mi respuesta es un gesto afirmativo con la cabeza y una sonrisa, mi cena no lleva mucho tiempo porque acabo rápidamente, pero no puedo ir a la cama con el estómago vacío y tampoco tengo sueño – no tengo sueño – pronuncio, Diago ríe a carcajadas - ¡que es tan gracioso? – gruño

-Es lógico – habla – es de noche ¿Qué puedes hacer aparte de dormir?

-Lo pensare – le digo tratando de buscar una forma en la que me pueda entretener por un momento antes de regresar a la cama y dormir, antes de que lo piense me toma de la cintura me coloca sobre el mueble, captura mis labios con los suyos, su lengua pide permiso para entrar a mi boca y la recorre con avidez, el beso es intenso, estoy en el borde del mueble, se coloca entre mis piernas y un jade sale de mi garganta ante sus movimientos, nos separamos con delicadeza baja depositando beso en mi cuello, mi cuerpo reacciona instintivamente que giro la cabeza para darle mejor acceso a mi cuello lo besa por mucho tiempo y su tacto provoca una especie de corriente eléctrica en mi piel, mis mano se colocan sobre sus hombros acariciando de arriba abajo.




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