Capítulo 03

Marta termina de lavarme el pelo y me dice que me lave el cuerpo. Agarro uno de los jabones que hay y me lo empiezo a pasar por todo el cuerpo. Cuando termino me enjuago todo el jabón y salgo de la ducha para ponerme una toalla, también me coloco una en el pelo. Salgo y encima de mi cama hay ropa interior limpia y un vestido blanco ajustado arriba y suelto abajo.

¿Vestido con este frío?
Lo mismo me preguntaba yo.

Sin nada más que hacer me visto, a los pies de mi cama veo unas botas blancas que se ven muy calentitas, a los lados de las botas caen dos pequeño pompones los cuales encuentro muy monos. Me las pongo y me miro en un enorme espejo donde me puedo ver entera. Tengo que admitir que me veo muy bonita, me saco la toalla del pelo y este cae como cascada sobre mis hombros. La puerta se abre y me sobresalto un poco.

Marta me da una sonrisa para que me tranquilice, me mira de pies a cabeza y empieza a dar pequeños saltitos.

—Te ves hermosa. — Dice tapándose los labios. — Te juro que si fuera hombre me casaría en este preciso momento contigo.

No puedo evitar soltar una pequeña risita. Me hace sentarme en la cama y con un peine empieza a desenredar mi larga cabellera.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Claro.

—¿Por qué el piercing en tu labio? — la miro sin entender y ella me apunta el labio, justo donde tengo la perforación.

—No lo tengo muy claro. — Ladeo la cabeza. — Mi madre me dijo que esto me ayudaría con el sol— respondo haciendo una mueca extraña—, lo tengo desde muy pequeña.

—Entiendo. — Susurra esta— Tienes que cambiártelo, ese ya te queda chico.

—Lo sé, — respondo — pero la mujer que me lo puso nunca más volvió a ir a la manada de mis padres.

—Una bruja. — Susurra — Ahora entiendo. — Dice con algo de alegría — Yo te voy a ayudar entonces.

—Eso me haría muy feliz.

Marta al terminar de peinarme me coloca una cinta blanca con una rosa del mismo color. A pesar de que estamos en una casa hace frío, así que Marta me recomienda que me ponga una chamarra.

Bajamos las escaleras y puedo notar cuatro puertas, una en el lado derecho, dos en el lado izquierdo y una frente a nosotras.

Entramos a la que está en frente nuestro, resulta que esta puerta lleva a un salón. Las paredes café claro, los muebles color café pero un poco más oscuro, los sillones son del mismo color y el suelo es del mismo color que las paredes. En los sillones están el hombre y Axlin sentados conversando. Un olor a vampiros me llega nuevamente a mis fosas nasales.

—Ya estamos aquí. — habla Marta haciendo que la mirada de todos nosotros se dirija a ella.

—Ven aquí pequeña. — el hombre me señala uno de los sillones.

A pasos temerosos camino hacia ellos y me siento donde él me dijo. Los dos me dedican unas encantadoras sonrisas.

—Haz de tener muchas preguntas en tu cabecita, ¿no es así? — asiento con la cabeza mirándolo fijamente. — Pues, pregunta entonces.

—¿Por qué tuve que perforarme el labio? — pregunto rápidamente.

—Tú eres mitad vampiro. — responde con simpleza sorprendiéndome y dejándome en estado de shock.

Axlin le golpea el hombro.

—Querida, sé que no entiendes nada, pero tu padre es un vampiro mitad lobo y tú también. Tu madre no encontró nada mejor que colocarle un hechizo a ese aro que llevas en el labio para que no te esfumes cuándo el sol te roce alguna parte de tu cuerpo. — Explica esta — Voy a intentar de hacer el mismo hechizo que hizo mi madre con ese aro, pero en otro, así lo puedes cambiar, ya que ese te queda chico.

—¿Tu madre?

—La bruja que te hizo ese hechizo es nuestra madre. — miro a Marta con terror.

—¿Ustedes son hermanas? — las apunto.

—Larga historia. — Marta mueve su cabeza de un lado a otro — Sin embargo ese no es el punto.

—No sabía que mi padre era mitad vampiro.

—Sí, sobre eso...— Axlin empieza a jugar con sus manos.

—Él no es tu verdadero padre.

—¿Qué? — todos me miran apenados.

—Tu verdadero padre es mi hermano, el alfa de la manada "Weib Fang" y el mandó a los vampiros para que te fueran a rescatar.