Admito que me ha causado gracia la forma en la que se ha presentado, y por eso mismo me veo obligada ahora misma a no soltar una pequeña risilla que amenaza con salir.
—Deja de hacerte el payaso y toma asiento — este ríe, suelta mi mano y me obedece —, tengo muchas cosas que preguntarte.
—Puedes preguntar lo que quieras - sonríe — ¿Qué es lo que quieres saber?
Me acomodo en mi asiento y lo miro fijamente a los ojos.
— ¿Cómo has sabido que estábamos en peligro, en medio de una guerra? — pregunto.
—Gracias a una bruja — este nota lo poco que he entendido y ríe —, ella me ha dado la posibilidad de poder lo que yo quiera — comienza a explicar — y yo le he pedido ver tu manada, fue ahí cuando vi lo que estaba pasando, sin perder tiempo reuní a mis mejores hombres y salí en el rescate de lo bella princesa — ambos reímos.
—Entiendo... — me paso una de mis manos por mi cabello — ¿Por qué venías tanto a mi manada, a pesar de la forma en la que me he completado contigo?
—Para verte — responde sin rodeos y con clara simpleza.
—¿Cómo sabías dónde vivía?
—La misma bruja me ha ayudado.
Asiento con la cabeza, tomo una bocanada de aire y me preparo para hacer la siguiente pregunta.
— ¿Por qué quieres mi libro? — se muerde el labio nervioso y se pasa una de sus manos por su cabello. Le ha tomado por sorpresa mi pregunta.
—Esta manada siempre ha sido la más poderosa de todas — susurra —, cuando me enteré de que una nueva alpha había tomado el poder de ella, me volví loco. Alguien me informo de que sin tú libro no serías nada y que de esa forma jamás volvería a ser una manada poderosa... — ambos nos observamos con intensidad.
<<Cómo cualquier alpha, yo quería que mi manada fuera la única más temida del lugar, pero al parecer eso no será posible. Mi mate es la alpha de la manada que anhelaba destruir, y ni por la sed de poder, podría hacer algo en tu contra. No a ti — quiero creerle, juro que lo quiero hacer, pero una diminuta parte dentro de mí, se rehúsa hacerlo al todo. Quiero que sepas que siempre estaré a tu lado, aunque tú no lo quieras, aunque no me quieras ver o no confíes en totalidad en mí, siempre, escúchame bien, siempre estaré contigo. Te cuidare. Daré mi vida por la tuya si es necesario. Es una promesa.
Sus palabras hacen que algo en mi estómago se revuelva con violencia. Han llegado a mi corazón. Pero aun así, aunque lo haya hecho, tengo miedo. Miedo de que me traicione y mate a todos los miembros de mi manada.
No me puede culpar por sentir ese miedo ¿Verdad?
Antes de que pueda responder a lo que me ha dicho, Luke hace presencia delante de nosotros dos. Le da una mirada de asco a Rhys y separa sus labios para hablar.
—Princesa — susurra —, necesito hablar con usted — me mira fijamente a los ojos — a solas.
—Claro, vamos — me levanto de mi asiento y miro a Rhys, el cual tiene la mirada clavada en Luke —. Luego nos vemos — me despido, este solo me da una sonrisa cariñosa, nuevamente miro a mi beta.
Ambos salimos en silencio para no molestar a nadie y lentamente caminamos hasta mi oficina que se encuentra en el otro pasillo. Ya dentro de ella, me dejó caer en la cómoda silla giratoria que se encuentra al otro lado del escritorio. Luke se queda de pies delante de mí.
— ¿Qué es lo que pasa? — pregunto mientras me acomodo el cabello.
—Hemos estado investigando sobre Rhys y su manada. Hay buenas y malas noticias — se pasa una de sus manos por su cuello —. La buena es que él ya no está interesado en el libro... — mi cuerpo se relaja de forma inmediata al oír aquello —. La mala es que uno de sus guerreros... — nuevamente me tenso, bravo — hay algunos, no todos, que quieren el libro a toda costa, por lo poco que pude averiguar, los que se encuentran en aquello son traicioneros de la manada de Rhys.
Me quedo en silencio. Pobre Rhys, tiene en su propia manda, dónde se supone que todos deberían ser unidos como una gran familia, gente que solo necesita un lugar donde comer y refugiarse.
—Entiendo... — susurro — ¿Y sabes quiénes son?
—Solo sabemos de uno — hace una mueca de desagrado — y es el mismo que había estado mirando tú libro segundo atrás. Tienes que estar atenta a cualquier cosa.
—Lo sé... tranquilo — sonrió para que se calme un poco —. Ya es hora de regresar, si tardamos mucho, los demás se preocuparan por nosotros.