Princesa de los lobos

Capítulo 55

Atka no ha parado de lamerme el rostro causando así que me despierte. Dejo que un gruñido se escape de mis labios, pero él solo sigue en lo suyo

— ¿Qué es lo que te pasa pequeño? — susurro mientras le acarició la cabeza.

Atka crece de forma rápida, de una que hasta me da miedo como lo hace. Solo lleva tres días en casa, más o menos, y ya se mueve con más agilidad, corre por todos lados.

¿Es usted mi ama? — dejo de frotarme los ojos y miro para todos lados de forma aterrada.

— ¿Hay alguien ahí? — pregunto mientras trago el nudo de mi garganta.

No princesa, solo estamos usted y yo aquí — mi mirada viaja lentamente al cachorro.

— ¿Tú estás hablando? — lo apunto con mi dedo mientras me alejo un poco de él.

Así es Princesa — su voz sale animada.

— ¿¡Pero, cómo!?

Usted puede hablar conmigo cuando quiera, es parecido a lo que hace con Itzel, solo usted saben de lo que hablan, conmigo es más o menos igual — explica —, nadie más puede oír lo que yo le digo por la mente.

— ¿Pero, yo también te puedo hablar por la mente como lo hago con Itzel? — pregunto. La idea de que todos se me queden viendo por estar hablando en voz alta con un perro, no se me hace muy llamativa que digamos.

La verdad no lo sé — el pequeño ladea su cabeza de un lado a otro — ¡Tendríamos que intentarlo! — chilla con emoción.

¿Intentarlo?

— ¿Cómo lo podríamos hacer? — pregunto acomodándome en la cama.

Eso no lo sé... — gime y se tapa su carita con una de sus patitas — la verdad es que no se me ocurre nada.

—A mi menos... — hago una mueca de desagrado.

¿Por qué no tratas de hablarle como me hablas a mí? — pregunta Itzel en mi cabeza.
Podría intentarlo... — respondo en un susurro.

Me acomodo mejor en la cama y miro fijamente a Atka, luego dejo que un suspiro se escape de mis labios para pasar a cerrar mis ojos de forma lenta y serena. Tengo que volverme uno con Atka, al igual que lo hice con Itzel cuando llego a temprana edad a mi mente.

Inicio Flashback.

—Buenos días hija — la radiante sonrisa de mi madre ilumina de forma inmediata el calabozo.

— ¡Mamá! — grito alterada y me acerco a ella.

— ¿Qué pasa Erin? — deja ambas de sus manos en mis hombros, levanto mi mirada y nuestras miradas chocan.

— ¡Un lobo madre! — grito y me pasó una mano por mi cabello — ¡Tengo un lobo dentro de mí!

Al notar que no es algo más grave de lo que seguro se le pasaba por la cabeza, ella se relaja y solo ríe.

— ¿Cómo sabes que tienes un lobo dentro de ti?

—Una voz en mi cabeza me lo ha dicho — murmuró — también ha dicho que tenía que ponerle un nombre.

— ¿Y dime, es mujer u hombre?

—Bueno... — me muerdo el labio recordando lo que me ha dicho — su voz sonaba como la de una mujer — respondo no muy convencida la verdad.

— ¿Por qué no le preguntas? — se aleja un poco de mí y deja las cosas que ha traído en una mesa que se encuentra cerca de la ventana.

— ¿Y cómo se supone que haré eso?

Ella se gira en mi dirección y sonríe, luego sigue en lo suyo. Tras unos segundos de silencio, vuelve a hablar.

—Tienes que hayas la forma de conectarte con tu lobo interior — miro su espada sin comprender nada —, hay diferentes formas de hacer aquello, cada hombre lobo tiene una forma diferente de hacerlo... — deja que un suspiro se escape de sus labios. — Podrías intentar hablarle por la mente, saludarla o preguntarle alguna cosa. Una vez que puedas hablar con ella o él, más adelante podrás convertirte en él o ella, pero para eso tienes que estar completamente vinculada.

Cierro mis ojos de una forma lenta y en mi mente repito unas cuantas veces lo mismo; "hola amiga loba". Estoy totalmente segura que es una mujer. Tras largos intentos, no responde.

—Creo que no le agrado — bufo cabreada. La paciencia no es lo mío.




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